Una guerra de Estados Unidos contra Iraq ocasionaría entre 268.000 y cuatro millones de muertes, advirtieron este martes expertos en Gran Bretaña mientras el parlamento en Bagdad recomendaba al presidente Saddam Hussein rechazar una misión de inspectores de desarme de la ONU.
Entre 48.000 y 260.000 personas de los dos bandos morirían como consecuencia directa de los combates, según el estudio de Medact, filial británica de la Asociación Internacional de Médicos Para la Prevención de la Guerra Nuclear, organización ganadora del premio Nobel de la Paz.
Pero una subsiguiente guerra civil en Iraq ocasionaría 20.000 muertes más, y las originadas por los perjuicios perdurables de la guerra en la salud podrían ascender a 200.000, según el informe.
En la peor hipótesis —que se utilicen armas nucleares en la guerra—, la cantidad de muertes podría alcanzar los cuatro millones, advirtieron los expertos.
La autora del informe, Jane Salvage, consultora internacional en materia de salud, aseguró que se trata del primer estudio exhaustivo sobre las consecuencias de una guerra contra Iraq, y que, además de estimarlas en general, se concentra en la perspectiva de la salud pública.
Las conclusiones del informe son esenciales para debatir y para tomar decisiones, dijo Salvage. ¿Cómo podríamos discutir los pros y contras de un ataque contra Iraq si no sabemos las consecuencias?, preguntó, al presentar el estudio en Londres.
El Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) exigió el viernes a Iraq que acepte en un plazo de siete días todos los términos de la resolución y que en 30 le presente una declaración precisa y completa de sus armas nucleares, químicas y biológicas y de sus misiles.
Pero el parlamento iraquí rechazó este martes la resolución, si bien la última palabra la tendrá el presidente Saddam Hussein.
De acuerdo con la resolución del Consejo de Seguridad, los inspectores de armas de la ONU, que se retiraron de Iraq hace cuatro años, reanudarán su trabajo en el terreno dentro de 45 días y dispondrán de otros 60 para elevar un informe al foro mundial.
Los inspectores también deberán dar cuenta de eventuales obstáculos que el régimen de Saddam Hussein ponga a su labor.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, afirmó este martes que si Saddam Hussein no cumple al detalle con la resolución del Consejo de Seguridad, Washington encabezará una coalición internacional que librará una guerra para desarmarlo.
Sin embargo, el portavoz de la Casa Blanca Sean McCormack sostuvo que la votación del parlamento iraquí era puro teatro político dirigido a negociar modificaciones de la resolución de la ONU.
El Consejo de Seguridad de la ONU sometió a Iraq a un embargo económico y de armas en 1990, cuando invadió Kuwait, de donde fue desalojado a comienzos de 1991 por una coalición internacional encabezada por Estados Unidos.
La ONU exige para el levantamiento del embargo económico que el régimen de Saddam Hussein se deshaga de todas las armas de destrucción masiva que supuestamente posee.
Salvage indicó que el estudio fue realizado sobre la base de consultas a médicos, enfermeros y especialistas de Iraq, Estados Unidos y Gran Bretaña. El ex comandante de las Fuerzas Armadas de Australia general Peter Gration indicó que el informe era correcto desde el punto de vista militar.
El estudio de Medact trazó como posibilidad más firme que la guerra comience con fuertes ataques aéreos contra objetivos militares y de infraestructura, con la consiguiente destrucción de carreteras, centros de telecomunicación y fuentes de energía eléctrica.
Luego se realizaría una invasión desde el sur de Iraq, con los pozos petroleros como objetivo, y también podría registrarse una invasión desde el norte, con Bagdad y otras ciudades como objetivo, que derivaría en la destrucción de instalaciones civiles, sostuvo Salvage.
La falta de electricidad tendría consecuencias directas y devastadoras sobre la salud, dijo el director de Medact, Mike Rowson. Sin electricidad no hay salud, un hecho que muchos (partidarios de una guerra) no admiten aún, explicó.
Las fallas en el suministro de energía eléctrica han sido en Iraq un factor clave en el aumento de la mortalidad infantil y en los problemas del sistema de salud, añadió.
En los últimos años hemos visto una ligera mejoría en la situación sanitaria de Iraq. Necesitamos construir sobre esa base, y no destruirla aun más, advirtió Rowson.
El informe de Medact formula alternativas a la guerra, entre ellas sanciones inteligentes que apunten contra la elite gobernante en Iraq, que darían tiempo a los inspectores de desarme de ONU para realizar su trabajo.
Estas sanciones inteligentes permitirían a los inspectores realizar un mejor trabajo y propiciarían la creación de un sistema para impedir el flujo de armas a Iraq, así como el desarrollo de un proceso político democrático y de un plan de reconstrucción nacional.
Hacer de cuenta de que Saddam Hussein caerá fácilmente no tiene sentido. La intención de Estados Unidos es cambiar el régimen. La intención de Saddam es preservarlo, y ya vimos cuán astuto puede ser él en este juego, dijo Salvage.
Pero al apuntar contra Saddam Hussein, las potencias occidentales dejan de lado las consecuencias de una guerra en la población iraquí, advirtió.
Iraq ha sido apaleado una vez en la guerra del Golfo (en 1991) y otra vez por las sanciones (económicas de la ONU). ¿Lo golpearemos por tercera vez? Si una guerra significara un mínimo de 50.000 muertes estadounidenses o británicas, ¿alguien la declararía? ¿Acaso una vida iraquí es de menor valor?, preguntó Salvage.
Según el informe, luego de una guerra convencional habría hambruna y epidemias, millones de refugiados y de desplazados y un colapso económico en Iraq, lo cual podría derivar en la desestabilización de los gobiernos vecinos son posibles y en un aumento de los atentados terroristas, agrega.
El costo financiero será enorme para todos, con un gasto en armas, asistencia y reconstrucción que posiblemente ascienda a entre 150.000 y 200.000 millones de dólares, pronostica el estudio.
Si bien la guerra de 1991 se tomó como referencia, ahora la población está mucho más débil mental y físicamente, y por lo tanto menos capaz de soportar nuevos ataques contra su salud y de encontrar fuerzas para recuperarse (de enfermedades) y para reconstruir el país, según el informe.
Además, la intención manifestada por Estados Unidos de derrocar a Saddam Hussein haría de esta guerra una mucho más destructiva e intensa que la de 1991, y la mayoría de las víctimas serían no combatientes, agrega.
Por otra parte, si el régimen de Saddam Hussein posee armas químicas y biológicas, como afirman Estados Unidos y Gran Bretaña, estará dispuesto a utilizarlas en una guerra, lo cual acarrearía consecuencias de largo plazo sobre la salud de la población. (FIN/IPS/tra-eng/ss/sm/ip/02