Una producción de Hollywood sobre la ocupación británica en Sudán en el siglo XIX recibió duras críticas no sólo por sus omisiones históricas y su lugares comunes, sino porque perpetúa estereotipos sobre Africa.
Sudán, cuyo nombre significa tierra de negros, es el país más extenso de Africa
Pero como la mayoría de los lugares en ese continente es poco conocido en Occidente, más allá de los informes periódicos de la Organización de las Naciones Unidas o del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos sobre tortura y esclavitud en el mundo.
La última filmación de Hollywood en Africa parece que tampoco contribuirá mucho a ampliar el conocimiento sobre ese país.
Las cuatro plumas, séptima versión cinematográfica de la novela escrita en 1902 por el británico Alfred Edward Woodley Mason, fue recibida con poco entusiasmo por los críticos, que destacan sus lindas escenas de batalla, pero no perdonan su vergonzosa visión política.
El director de la película, Shekhar Kapur, es de nacionalidad india, por lo que asombró aun más la reverencia con que presenta al imperio británico en el filme.
La mayoría de los críticos coincidieron en que el director de fotografía Robert Richardson, ganador del Oscar, logró mantener su prestigio con su manejo de las escenas bélicas, pero advirtieron que la película en general tiene un mensaje muy pobre.
La historia transcurre en 1884, cuando una cuarta parte del planeta estaba bajo el imperio británico, como dice la introducción de la película.
Los protagonistas son el oficial británico Harry Feversham (interpretado por Heath Ledger), su mejor amigo Jack Durrance (Wes Bentley) y su unidad militar del ejército de la reina Victoria, una autoproclamada sierva de Dios y del imperio.
Luego del obligado triángulo amoroso con una mujer llamada Ethne, a los soldados se les ordena abandonar Gran Bretaña para cumplir una misión en Sudán, donde el general Charles Gordon intenta en vano librar a Jartum de las tropas de Mahdi, un líder fundamentalista musulmán.
Los jóvenes militares se muestran al principio jubilosos por el honor de defender al imperio, pero luego Harry, unido al ejército por presión familiar, decide no pelear y renuncia a la misión.
Condenando su cobardía, tres compañeros del ejército y la propia Ethne le mandan cada uno una pluma blanca, señal de repudio a un hombre que se niega a pelear por la reina y por el país.
En respuesta, Harry se embarca en una aventura inverosímil. Viaja a Africa y se disfraza de un árabe originario del norte de Sudán.
La película ignora por completo al sur sudanés, habitado por negros, la mayoría cristianos o practicantes de religiones animistas tradicionales, oprimidos aun hoy por el norte árabe.
Harry llega a interceptar a sus amigos y, sin revelar su identidad, los ayuda para evitar que sean víctimas de masacres a manos de los nativos, además de intentar demostrar que no es un cobarde.
Harry es ayudado en las aventuras por el único personaje adulto negro que aparece en la película, un ex esclavo llamado Abou (Dijimon Hounsou), quien luego de unirse al disfrazado ex soldado del imperio adquiere sorprendentemente un típico acento del norte londinense.
La única explicación que hace la película sobre el motivo de la ocupación británica de Jartum es la supuesta vocación del imperio de civilizar a las naciones paganas, pues olvida mencionar siquiera los objetivos políticos y económicos.
El filme tampoco da cuenta del peligro geopolítico que el levantamiento musulmán suponía para el imperio, dado que las tropas de Mahdi amenazaban con ocupar el canal de Suez, en Egipto, de vital importancia para el comercio británico.
Pero Kapur no sólo deja de lado las verdades históricas de la Sudán colonial, sino que toma una postura en favor de una de las partes en el conflicto y celebra constantemente la forma de vida británica.
Algunas de las escenas parecen deliberadamente incluidas para mostrar a la audiencia que todos los soldados del imperio eran hombres buenos, agradables y honorables.
En determinado momento, un francotirador musulmán ataca a los soldados británicos, que logran rodearlo y le dan reiteradas oportunidades de rendirse, mientras el comandante en jefe ordena no disparar.
Luego de todas estas advertencias, hechas tanto en inglés como en árabe, el francotirador carga una vez más su rifle y apunta contra el comandante, por lo que es abatido de inmediato. Un puro acto de defensa propia.
Lo que termina por confirmar que la película es un elogio al imperio británico es la actitud del protagonista.
Cerca del fin de la película, Harry ha experimentado de primera mano los golpes que sufrían los nativos a manos del ejército británico y su vida ha sido salvada en más de una ocasión por su amigo negro.
No obstante, Harry nunca muestra interés por acercarse a la población africana que lo ayudó, sino que revela su identidad y vuelve a formar parte de la sociedad que lo despreció y acusó de cobarde.
Dejando de lado esta base ideológica, Las cuatro plumas se puede disfrutar como película de aventuras. Lo que logra Kapur es atraer a la audiencia con una película épica que contiene lo que la mayoría quiere ver: batallas.
El principal objetivo de Hollywood con esta producción es, por supuesto, entretener y hacer dinero, sin importar el contexto histórico.
Pero para Africa, que fuera de Hollywood y de las noticias diarias sobre hambre y guerras tiene muy poca influencia en los medios de Occidente, tiene un efecto sumamente negativo. (