El Partido Comunista de China —el mayor del mundo, con 66 millones de afiliados— decidió cambiar su imagen revolucionaria de promotor de la lucha de clases por otra, más convencional, de partido gobernante.
En su 16 congreso quinquenal, que terminó este viernes, el partido se redefinió de vanguardia revolucionaria del proletariado a organización representativa de toda la nación, incluidos sus antiguos enemigos, los capitalistas, y eligió una nueva generación de líderes.
Hu Jintao, de 59 años, quien bajo el mandato del presidente Jiang Zemin fue subsecretario general del Partido Comunista y vicepresidente de la nación, es el nuevo líder.
El Comité Permanente del Politburó, el máximo órgano de gobierno, fue ampliado de siete a nueve miembros, todos ellos hombres de alrededor de 60 años, decididos a convertir a China en una economía de mercado de alta tecnología.
Elegidos por sus antecesores en base a su manifiesto celo por mantener al Partido Comunista en el poder, los nuevos líderes prometieron adherir por mucho tiempo al marxismo, al leninismo, al pensamiento del fundador de la China comunista, Mao Zedong, y al del líder reformador Deng Xiaoping.
Asimismo, los nuevos gobernantes se esforzarán por proyectar una buena imagen del partido, acorde a los tiempos, señaló Hu.
Aunque Jiang no alcanza la estatura de los extintos líderes Mao y Deng, cuyas ideas fueron consagradas en la constitución del partido, se atribuye al saliente secretario general la promoción de esa buena imagen mediante la introducción de la Teoría de los tres representantes.
La teoría de Jiang establece que el partido debe abrir sus puertas no sólo a los trabajadores, agricultores, soldados e intelectuales, sino también a cualquier elemento avanzado de otros estratos sociales, en clara referencia a la clase emergente constituida por empresarios privados y profesionales.
El cambio de ideología quedó plasmado el último día del congreso, cuando más de 2.000 delegados votaron a favor del cambio de la constitución del partido para acoger la teoría de Jiang.
Un partido gobernante tiene metas diferentes a las de un partido revolucionario, señaló Wang Changjian, profesor de la Escuela Central del Partido Comunista Chino.
Un partido revolucionario lucha por obtener el poder por medios violentos, mientras un partido gobernante debe buscar la mejor forma de utilizar su poder, agregó Wang.
Además, los enemigos de clase juegan un papel importante en la ideología de un partido revolucionario, pero casi ninguno en la de un partido de gobierno, observó Hu Wei, profesor de ciencia política de la Universidad de Jiaotong, en Shangai.
Una fuerza política gobernante se esfuerza por lograr la armonía y la cooperación entre las diferentes clases de un país, subrayó.
Sin embargo, mientras algunos académicos intentan presentar esta transferencia de poder como un hito para el Partido Comunista, otros observadores opinan que se trata apenas de un cambio generacional en el mismo régimen de partido único.
Mientras no haya reforma política, no habrá un verdadero cambio político, comentó un diplomático occidental.
Los líderes salientes formarán, según insistentes versiones, un Consejo de Seguridad Nacional, un órgano de gobierno secreto que influiría en las decisiones del partido detrás de las bambalinas e intentaría bloquear cualquier posibilidad de reforma política genuina.
Hu Jintao no era el candidato de Jiang para la sucesión, pero había sido elegido por el difunto Deng Xiaoping. De hecho, Jiang promovía como sucesor a Zeng Qinghong, quien quedó en quinto lugar en el nuevo liderazgo.
El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, organización académica con sede en Londres, advirtió en un informe previo al congreso que el nombramiento del protegido de Jiang para el Comité Permanente del Partido Comunista opacaría la jefatura de Hu.
Por lo tanto, China se encamina a un periodo de alta inestabilidad política, afirmó el Instituto en su informe anual.
Para complicar más las cosas, Jiang optó por mantener su cargo de presidente de la poderosa Comisión Central Militar, un puesto que Deng Xiaoping también había conservado luego de renunciar a otros cargos formales.
Jiang seguirá siendo el presidente de China hasta marzo, cuando el Congreso Nacional del Pueblo (parlamento) se reunirá para votar puestos gubernamentales.
Junto con Jiang se retiran otros líderes veteranos, incluido el ex primer ministro Li Peng, quien ordenó la sangrienta represión del movimiento estudiantil por la democracia en 1989, y el actual primer ministro Zhu Rongji, respetado por su exitosa campaña para integrar a China a la Organización Mundial del Comercio.
El nuevo Comité Permanente del Politburó está compuesto principalmente por tecnócratas, burócratas y unos pocos funcionarios del partido que se han destacado en sus respectivas provincias.
Entre ellos figuran Wu Bangguo, quien quedó en segundo lugar y sucederá a Li Peng en la presidencia del Congreso Nacional del Pueblo, y Wen Jiabao, tercero en la lista, quien probablemente asumirá la jefatura de gobierno que hoy ocupa Zhu Rongji en marzo del año próximo.
Poco se sabe del nuevo secretario general del partido, aunque ha estado en la cima del poder político en los últimos 10 años.
Hu se graduó en ingeniería en la Universidad de Qinghua, donde fue instructor político durante los violentos enfrentamientos de la Revolución Cultural encabezada por Mao (1966-1976), pero combatió a los radicales.
Antes de integrarse en el Politburó, en 1992, sirvió en la pobre provincia de Gansu y en Tibet. Como secretario del partido en esa provincia, ordenó abrir fuego contra los tibetanos que protestaban contra el gobierno en 1989.
Hu se transformó en vicepresidente en 1998 y al año siguiente fue nombrado vicepresidente de la Comisión Militar Central, que controla al ejército.
El ascenso de Hu se atribuye a su habilidad de mantener un bajo perfil y evitar enfrentamientos políticos visibles, pero en los próximos cinco años deberá tomar decisiones políticas difíciles. (FIN/IPS/tra-en/ab/mlm/ip/02