Las relaciones de Brasil con la Unión Europea (UE) serán preservadas e incrementadas a partir de enero, cuando Luiz Inácio Lula da Silva asuma el gobierno, dijo este miércoles en la capital portuguesa el presidente saliente Fernando Henrique Cardoso.
En Brasil ya no hay lugar para revoluciones ni rupturas y el mundo asistirá el 1 de enero a un cambio de gobierno organizado, coherente y pensado, añadió Cardoso al finalizar una visita oficial de cuatro días a Portugal, su último viaje al exterior con la investidura presidencial.
Cardoso subrayó que Lula es un líder, un demócrata y tiene un partido y el Congreso como referencia, y aseguró que el nuevo gobierno no va a cerrar nuevamente la economía brasileña, aunque admitió que puede existir esa tentación en la cabeza de algunas personas.
También manifestó su plena certeza de que Lula continuará las relaciones con la UE y con Portugal en especial y no hay absolutamente ningún peligro de que así no sea, pues es un asuntos que dijo haber examinado con el propio presidente electo y líder del izquierdista Partido de los Trabajadores.
La implementación de una estrategia agresiva hacia los mercados de la UE es un asunto de importancia central para Brasil más allá de quien gobierne, un aspecto confirmado en varias oportunidades también por la delegación de técnicos y empresarios que acompañaron a Cardoso.
El primer ministro portugués José Manuel DurFo Barroso y Cardoso, quienes señalaron que Brasil y Portugal son dos países hermanos de lengua e historia común, diseñaron planes para crear sociedades de inversiones en apoyo a empresas mixtas destinadas a promover la venta de productos brasileños en la UE.
La UE se convertirá en 2004, al sumarse 10 nuevos países a los 15 miembros actuales, en una suerte de club de ricos con 450 millones de habitantes, unos 150 millones más que las poblaciones sumadas de Estados Unidos y Canadá.
Ese gran mercado europeo es al que pretende ingresar Brasil, rompiendo las barreras aduaneras a través de su alianza histórica con Portugal.
A pesar de las enormes diferencias de tamaño entre los dos países, ya que Portugal cabe 100 veces en Brasil y su población es 16 veces inferior a los 172 millones de brasileños, la presencia económica portuguesa es contundente en la mayor nación latinoamericana.
Portugal es el cuarto mayor inversor extranjero en Brasil.
Por eso Cardoso comentó que es impensable el futuro de la economía brasileña sin Portugal, de donde proceden los capitales que controlan una buena parcela de las telecomunicaciones, de la energía eléctrica, aglomerados de maderas y de grandes cadenas de supermercados, como Jumbo, El Real y Dorado.
Además, los brasileños, prefieren el Mercosur (Mercado Común del Sur, conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y la UE antes que a Estados Unidos, precisó Cardoso, al describir a Portugal como un puente de oro entre su país y el bloque europeo.
Por su parte, DurFo Barroso también se expresó confiado en que Lula mantenga los vínculos con su país y la UE.
Portugal continuará invirtiendo en Brasil, y manifiesto toda mi confianza en el futuro gobierno brasileño, que será encabezado por Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró el gobernante conservador portugués ante empresarios de los dos países.
El gobierno de Portugal confía en el futuro de Brasil, dijo DurFo Barroso.
Al mismo tiempo, los 200 empresarios portugueses que recibieron en la víspera a Cardoso en la sede de la Asociación de la Industria Portuguesa escucharon otra garantía del presidente saliente respecto del entrante.
Las inversiones brasileñas en Portugal se multiplicarán con el apoyo político del futuro gobierno de Brasil, agregó.
Esas declaraciones fueron avaladas por el ministro portugués de Economía, Carlos Tavares.
El funcionario indicó que será confeccionado un nuevo molde institucional y financiero, que sirva de soporte adecuado para esta nueva fase de las relaciones económicas entre los dos países.
Brasil observa con especial atención el vasto mercado europeo, que puede ser explorado con éxito a través de una plataforma en Portugal y con la garantía inicial de ofrecer precios muy competitivos, debido a la enorme diferencia salarial y a los costos de las materias primas respecto de la UE.
Cardoso reconoció que el entendimiento directo con la UE, sin pasar por Lisboa, es una estrategia que fracasó, debido según su óptica, a que los negociadores europeos tienen una visión muy restrictiva, casi miope, de las relaciones económicas internacionales.
La UE no quiere un acuerdo con el Mercosur por causa de la cuestión agrícola. Confirmo que Brasil prefiere una relación con la UE hasta por sentimentalismo, pero los delegados de Bruselas no piensan así y tienen una visión menos amplia que la de Estados Unidos, expresó el mandatario brasileño.
En caso de continuar esta situación, la necesidad de ampliar los mercados empujará a la industria brasileña y a sus producción agrícola en manos del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), advirtió Cardoso.
El ALCA es una realidad con la que, inevitablemente, Lula tendrá que convivir, concluyó. (FIN/IPS/mdq/dm/if ip/02