Madame Satán es la gran novedad del cine brasileño, un filme que logra retratar la realidad o la construcción de la identidad nacional hace siete décadas, a través de un personaje que superó a su modo los prejuicios en su contra.
Joao Francisco dos Santos, negro, homosexual, analfabeto y pobre, se convirtió en un mito del carnaval y de la bohemia de Río de Janeiro a partir de 1942, tras cumplir 10 años de prisión por el asesinato de alguien que agravió su opción sexual.
Además del talento escénico, este artista se imponía por la habilidad en el manejo de la navaja y en la capoeira, una forma de lucha corporal desarrollada por los esclavos africanos en Brasil que comprende zancadillas, puntapiés y cabezazos, y que hoy se ha convertido en una danza deportiva.
Santos afirmaba con orgullo ser maricón, pero también macho para imponer respeto en defensa de su honor.
Karim Ainouz, cineasta brasileño de padre árabe, eligió este malandro, el pícaro típico de Río de Janeiro, que vivió entre 1900 y 1976, como personaje dominante de su primer largometraje. Pero el tema central es la exclusión y la pasión por la vida superando restricciones impuestas, definió el director.
La película destaca, de todos modos, una de las más importantes fuentes culturales de Brasil actual, el encuentro de negros y marginados con las capas medias, que dieron origen al carnaval y a otras manifestaciones de música y danza como espectáculos populares en las primeras décadas del siglo XX.
Ainouz se afirmó como un gran director a sus 37 años, después de dirigir varios cortometrajes alabados y andar por Estados Unidos y Canadá haciendo montaje, asistencia de dirección y guiones.
Madame Satán ganó varios premios internacionales y fue saludado con entusiasmo en los festivales en que se presentó. Es una de las más importantes películas de la última generación brasileña, según críticos como Luiz Carlos Merten, del diario O Estado de Sao Paulo, y José Geraldo Couto, de Folha de Sao Paulo.
Gran parte del reconocimiento de esta película se debe al actor principal, Lázaro Ramos, gran revelación de los últimos años. Su trabajo como Satán ganó por unanimidad el premio especial del jurado de la Muestra BR de Cine, que exhibió más de 300 filmes de todo el mundo en octubre en Sao Paulo.
Ramos ya participó en ocho películas, después de destacarse en el teatro aficionado. Es algo inusual en Brasil para actores tan jóvenes en un mercado de escasa producción y especialmente siendo negro.
Además no se trata de un negro de rasgos atenuados, mulatos, como los actores de las telenovelas de la Red Globo de televisión, sino bien marcados, de labios gruesos, boca grande y saliente, cabellos típicos, lo que amplía su triunfo contra prejuicios raciales que ya perdieron fuerza, pero permanecen.
El personaje que interpreta enfrentó prejuicios más fuertes y variados. Joao Francisco dos Santos nació en 1900, como uno de 18 hijos de una familia pobre en el interior de la región más pobre de Brasil, el nordeste.
Abandonado por la familia, llegó a Río de Janeiro a los siete años, viviendo luego de trabajos ocasionales en el céntrico barrio Lapa, que en la época concentraba el juego, la prostitución y cabarés.
Ainouz limitó su película al año 1932 en la vida de Santos, porque allí se definió la identidad de Madame Satán, como lo que el cineasta calificó de performer, en realidad un travesti que creó fantasías (vestuarios) que ganaron premios en los carnavales y espectáculos populares.
Sería difícil reconstituir la vida de Santos, un mitómano cuya singularidad e imaginación contribuyeron a agrandar su leyenda. Su fama de valentón no impidieron una vida familiar relativamente tranquila, de mucho afecto, con una prostituta y su hija.
En 1932, Santos logró afirmarse como artista, presentando un espectáculo de mucho color y ritmo en un cabaré, después llegaron las dudas existenciales, la práctica de robos contra homosexuales blancos, las peleas y una pasión llena de conflictos con un joven blanco.
El éxito se interrumpió precozmente con el asesinato a tiros del hombre blanco que lo ofendió y la consecuente prisión por 10 años.
La película solo informa por textos que Santos se hizo figura de destaque en los carnavales de Río de Janeiro luego de salir de la cárcel, eligiendo el nombre de Madame Satán como seudónimo artístico, copiado de una película estadounidense de Cecil B. de Mille e indicador de su irreverencia y del estilo de sus espectáculos.
Madame Satán no deberá repetir el éxito de público de Ciudad de Dios (Cidade de Deus), película que ya atrajo más de dos millones de espectadores desde agosto y que describe la violencia de una favela (barrio marginado) de Río de Janeiro, en la que se destacan también decenas de actores negros.
La película Ainouz, con escenas de sexo entre hombres, el tratamiento crudo de la realidad de Lapa en 1930, sus viviendas sucias y un ambiente sórdido, no es agradable sino molesta, revelando llagas sobre las cuales se construyó el país y que aún persisten. (FIN/IPS/mo/dm/cr/02