AMERICA LATINA: Jóvenes atrapados entre el sida y la ignorancia*

En medio de consejos contradictorios o la completa ausencia de educación sexual, 560.000 jóvenes de América Latina ya contrajeron el VIH, y la tendencia va en aumento.

La desorientación abunda. Los mensajes, dependiendo de quién los emita, son contradictorios: ”Infórmate sobre sexo y practícalo con protección”, dicen algunos. ”No lo hagas y cuidado con el condón, es un peligro”, dicen otros.

Pero la gran mayoría no cuenta con información alguna.

”La situación del sida entre los jóvenes subió ya a niveles críticos”, advirtió Mabel Bianco, directora de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), y llegó el momento de que gobiernos y sociedad enfrenten el problema.

Pero los influyentes grupos religiosos conservadores se oponen. Para ellos, garantizar a los jóvenes educación sexual apropiada, información amplia sobre el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), acceso a condones y a servicios de salud, es poco menos que alentar la inmoralidad.

Usar preservativo es ”perverso”, pues ”impide que la ley natural se desarrolle”, sostuvo el teólogo católico brasileño Estevao Bettencourt, mientras el prelado mexicano Javier Lozano apuntó que la única medida contra el sida es cumplir el sexto mandamiento de la Iglesia Católica: ”no fornicar” y llegar al matrimonio en castidad.

Más de 80 por ciento de los latinoamericanos se declaran católicos, pero muchos inician su vida sexual fuera del matrimonio, entre los 15 y los 20 años, y a menudo sin protección, lo que los expone a embarazos prematuros y al contagio de enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el sida.

En Cuba, por ejemplo, 67 por ciento de las personas entre 15 y 19 años son sexualmente activas, 31,5 por ciento en México y 29 por ciento en Chile, según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP).

”Hay que enfrentar la realidad: los jóvenes van a tener sexo con o sin la información que les demos, y por eso hay que darles información e instrumentos para que tomen las decisiones oportunas”, declaró Bianco.

Unos 1,9 millones de personas viven con VIH/sida en América Latina y el Caribe, incluyendo las 210.000 que contrajeron el virus este año, de acuerdo al último informe del Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/Sida (Onusida).

Casi un tercio de los contagiados en América Latina tiene entre 15 y 24 años. ”De ese grupo, más de dos terceras partes son mujeres”, dijo Bianco.

La mitad de los jóvenes portadores de VIH es pobre y con escaso o nulo acceso a información sobre sexualidad, indican estudios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El problema es que muchos no se protegen: de los 13 millones de nacimientos anuales que se registran en el continente americano, dos millones corresponden a madres adolescentes, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

En República Dominicana, Ecuador, México y en la mayoría de los países africanos, más de dos tercios de las mujeres sin educación son madres antes de los 20 años, señala un estudio patrocinado por el Banco Mundial.

”No se puede buscar la solución al sida al interior de la lógica que produce esa enfermedad, es decir el permisivismo sexual”, apuntó el presbítero Fernando Chomalí, portavoz del Instituto Pastoral de la Familia de Chile, de orientación católica.

Para Simón Alvarado, del grupo antiabortista venezolano Provive, las estrategias de agencias internacionales contra la propagación del sida y en favor del uso del preservativo, son un fracaso.

Provive y grupos afines de otros países, como Provida de México, sostienen que el uso del condón agrava el problema del sida, pues es una débil protección contra el contagio.

La educación sexual, lejos de dar instrumentos válidos para que los jóvenes enfrenten su vida, los lleva hacia la promiscuidad, arguyen.

La mayoría de los acuerdos firmados por los gobiernos en las cumbres mundiales sobre infancia, desarrollo y mujeres indican que el mejor antídoto contra el sida es la información y el acceso a servicios de salud y condones.

Para Bianco, las críticas de los conservadores no tienen bases científicas.

Onusida efectuó un análisis comparado de 53 estudios que abordan los efectos de la educación sexual para jóvenes, y descubrió que 27 de ellos concluyen que la educación sobre sexo y sida ni aumenta ni disminuye la actividad sexual.

Otros 22 estudios sostienen que la educación retrasa la iniciación sexual y reduce el riesgo de enfermedades y embarazos no planeados.

Apenas tres de los estudios analizados por Onusida reportan un aumento de la actividad sexual asociada a la educación sexual.

Pero los sectores conservadores no se convencen. Para ellos, el camino adecuado es promover la abstinencia. Quienes desde el gobierno realizan campañas que hablan de sexo y sida, serán denunciados ante los tribunales, amenazó el grupo mexicano Provida.

La argentina Mónica del Río, dirigente de un grupo de padres y madres, se presentó ante legisladores de su país para pedir que sus hijos sean excluidos de las normas que garantizan el suministro a los jóvenes de información sobre sexo y acceso a anticonceptivos y condones.

”El Estado no puede avasallar el derecho de los padres a educar a sus hijos”, alegó Del Río.

Los servicios educativos sobre sexo ”comprometen la salud física y moral” de la juventud en lugar de protegerla, sostuvo.

Encuestas recogidas por Onusida en América Latina revelan que existe gran ignorancia respecto del sida entre los jóvenes de 15 a 24 años.

En Bolivia, por ejemplo, 45,6 por ciento de los jóvenes no saben que una persona de aspecto sano puede transmitir el sida, mientras en Ecuador ese porcentaje es de 41 por ciento y en Perú de 28 por ciento.

”Tienes que saber de sexo para no acabar muerto antes de tiempo”, recomendó Santiago, un joven mexicano de 16 años, mientras compraba condones en una tienda de la capital. ”Los voy a usar con mi nueva novia, porque no quiero sorpresas ni sustos”, agregó.

* Artículo producido por IPS con motivo del 1 de diciembre, Día Mundial de la Lucha Contra el Sida. Con aportes de Marcela Valente/Argentina, Mario Osava/Brasil y Gustavo González/Chile. (FIN/IPS/dc/dcl/he/02

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