Las autoridades locales de Estados Unidos implementan sus propias medidas contra los gases invernadero que causan el recalentamiento planetario, sin esperar que el gobierno de George W. Bush haga lo mismo, informó este jueves una organización especializada.
El gobierno de Bush, cuyo Partido Republicano domina el Congreso legislativo, se retiró del Protocolo de Kyoto, que impone a los países industriales la reducción de sus emisiones.
El Centro Pew sobre Cambio Climático Mundial, organización con sede en Washington, indicó en un informe de 46 páginas que las iniciativas locales de control y reducción de la emisión de gases invernadero subrayan posibles elementos de una estrategia de largo plazo a nivel nacional en la materia.
La ampliación de esas innovaciones de un estado a otros ya se ha constatado, y estados vecinos comienzan a considerar esfuerzos de cooperación, para reducir sus emisiones de gases invernadero.
El Centro Pew sobre Cambio Climático Mundial es dirigido por la principal funcionaria del gobierno de Bill Clinton (1993-2001) en materia de ambiente, Eileen Clausen. El experto Barry Rabe, de la Universidad de Michigan, fue el redactor del informe, titulado Greenhouse and Statehouse.
El informe indica que muchas innovaciones para reducir la emisión de gases invernadero tienen apoyo de los dos principales partidos de Estados Unidos, el Republicano que lidera Bush y el Demócrata, al que pertenece Clinton.
El Protocolo de Kyoto, apoyado por los demócratas y rechazado por los republicanos, obliga a 38 países industrializados a reducir para 2012 sus emisiones de gases invernadero 5,2 por ciento respecto de las de 1990.
Estados Unidos, principal emisor del mundo, con 25 por ciento del total, no ratificará el acuerdo, lo cual deja en duda su eficacia. Clinton había firmado el protocolo cuando fue aprobado por las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, en 1998.
Los gases invernadero son producidos por la quema de combustibles fósiles, como los derivados del petróleo, el gas y el carbón, y por eso su emisión aumenta con la intensificación de la actividad industrial, la producción de energía y el transporte.
Clausen advirtió que las políticas de los estados o regionales no son sustitutivas de una política nacional global que incluya reducciones obligatorias de la emisión de gases invernadero. Sin embargo, consideró que la proliferación de leyes y regulaciones locales constituye un medio de presión sobre el gobierno central.
En la actual situación, los emprsarios tendrán un gran dolor de cabeza, pues deben cumplir con numerosas regulaciones y criterios estaduales y no con un criterio nacional único, explicó Clausen.
Bush pidió al sector industrial acciones voluntarias que mejoren la eficiencia en el uso de energía, para que futuras reducciones en la emisión de gases invernadero no afecten el crecimiento económico.
Pero diversas firmas encuestadoras advierten que el público está preocupado por el cambio climático, manifestado en tormentas violentas, elevación del nivel del mar, daños ambientales y reducción de la productividad agrícola.
El estudio del Centro Pew destaca cierta variedad de motivaciones detrás de las iniciativas locales contra los gases invernadero.
En el nororiental estado de New Hampshire, por ejemplo, el estado y el público muestran preocupación de los daños que el cambio climático ocasiona a la industria del jarabe de arce, mientras en el de Nueva Jersey la elevación del nivel del mar y el aumento de las tormentas erosiona costas e islas cercanas.
En el central estado agrícola de Nebraska existe temor por las consecuencias financieras de las tormentas. Además, las autoridades estaduales pretenden aprovechar los beneficios del sistema de créditos de carbono previsto en el Protocolo de Kyoto, gracias a su gran forestación.
Leyes aprobadas por el sudoccidental estado de California ordenan una reducción drástica de las emisiones de dióxido de carbono, el principal de los gases invernadero, en los vehículos circulantes. Se trata del estado más extenso y poblado, por lo que muchos expertos creen que otros seguirán su ejemplo.
En el meridional estado de Texas, que emite más gases invernadero que toda Francia, se ha registrado un gran desarrollo de la energía eólica, incluso alentado por leyes firmadas por Bush cuando era gobernador.
Pero también las ciudades toman medidas. Seattle, en el noroccidental estado de Washington, renovó su transporte público con vehículos híbridos (que utilizan combustibles fósiles pero también electricidad), alentó nuevas tecnologías de construcción y deposición de residuos e inauguró reservas forestales. (FIN/IPS/tra-eng/jl/mj/en/02