La autorización de una venta única de marfil de tres países de Africa austral en una conferencia internacional en curso en la capital de Chile preocupó a los ambientalistas que intentan salvar al elefante asiático.
La conexión entre la caza ilegal de elefantes asiáticos y la venta legal de marfil africano es mucho más estrecha de lo que pensamos, advirtió Belinda Wright, directora ejecutiva de la Sociedad para la Protección de la Fauna de India (WPSI).
La presión de delegados africanos en la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que concluirá este viernes en Santiago, logró el martes que se permitiera a Botswana, Namibia y Sudáfrica vender 60 toneladas de marfil ya almacenadas en 2004.
Se trata de una solución africana para un problema africano, que toma en cuenta el desafío de conservar las manadas de elefantes en una era de crecimiento de la población humana y sus necesidades, declaró el secretario general de la CITES, Willem Wijnstekers.
Pero ecologistas de India, uno de los últimos refugios del elefante asiático, advirtieron que la liberación de las reservas africanas de colmillos de elefante abrirá brechas legales que permitirán a los cazadores furtivos abastecer a la renaciente industria india de la talla de marfil.
Aunque los colmillos de los elefantes africanos son de mayor tamaño y pueden usarse para grandes esculturas, los de los elefantes asiáticos permiten trabajos intrincados, porque no tienden a romperse bajo el cincel, señaló Wright.
Esta característica vuelve al marfil asiático especialmente atractivo para los compradores de Japón, considerado el mayor importador de colmillos y productos de elefante.
En Japón, el marfil se utiliza principalmente para fabricar hankos, pequeños sellos tallados para validar documentos que se adquieren como souvenir, pero también para confeccionar alhajas y teclas de piano, entre otros artículos.
Wright y otros ambientalistas opinaron que Japón, que busca proteger su propia industria tradicional de la talla de marfil, tuvo mucho peso en la decisión adoptada el martes en la conferencia.
El levantamiento parcial de la prohibición requiere la confirmación del plenario este viernes, y la venta única de colmillos sería supervisada a través de un riguroso sistema de control, declararon los miembros de la CITES.
Sin embargo, la única esperanza para el elefante asiático sería cumplir la prohibición completa y quemar las reservas de marfil, opinó Tariq Aziz, de la oficina india del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), una organización ambientalista internacional.
Uno de los muchos problemas de la venta única autorizada por la CITES es que los sistemas de vigilancia de la caza ilegal son defectuosos y propensos a la manipulación, según Aziz.
El comercio internacional de marfil fue prohibido por la CITES en 1989. Desde ese año, la población de elefantes africanos se recuperó de un mínimo récord de 300.000 a 600.000 en 1998.
Aziz recordó estudios realizados por el Sistema de Información sobre Comercio de Elefantes, establecido por la propia CITES, según los cuales el tráfico ilegal de marfil está en aumento desde 1998.
El mejor argumento contra cualquier levantamiento de la prohibición es la experiencia de 1999, cuando las partes de la CITES también permitieron a Botswana, Namibia y Zimbabwe vender 50 toneladas de marfil acumulado a Japón, lo que les deparó cinco millones de dólares.
Grupos conservacionistas afirmaron que la operación condujo a un resurgimiento de la caza furtiva.
Lo que preocupa a los ambientalistas de India es el resurgimiento nacional del antiguo arte de la talla de marfil, que interpretan como señal de que la prohibición de la CITES no está funcionando como debería.
Recientes estudios y confiscaciones demostraron que hay marfil de valor agregado disponible en destinos turísticos como el meridional estado de Kerala, el occidental Rajastán y el oriental Orissa, señaló Aziz.
En base a datos proporcionados por WPSI, las autoridades de Kerala confiscaron en mayo cuatro grandes esculturas de marfil a un comerciante.
Una de las piezas pesaba más de 40 kilogramos y medía 1,20 metros de largo, y se sospecha que procedía de uno de tres elefantes machos cazados en los bosques del sur de India.
Antes de la confiscación, el comerciante dijo a nuestros investigadores que también tenía acceso al marfil africano, aparentemente introducido en el país a través del occidental estado de Gujarat, fronterizo con Pakistán, relató Wright.
Las confiscaciones sugirieron a Wright y Aziz la existencia de una red bien organizada de cazadores, comerciantes y escultores, no sólo entre estados indios sino también con vínculos internacionales.
Investigadores de WPSI hallaron hace poco una gran cantidad de piezas de marfil para tallar en Jaipur, capital del estado de Rajastán, listas para enviar a artesanos que las convertirían en hankos personalizados.
Las principales rutas de tráfico desde India hacia Japón pasan a través de aduanas laxas en Nepal y Bután y del triángulo del marfil formado por China, Hong Kong y Macao. (FIN/IPS/tra-en/rdr/js/mlm/en/02