Una polémica áspera se declaró en la ONU en torno al empleo de alimentos genéticamente modificados para socorrer a países de Africa austral, amenazados por una severa hambruna.
El representante de Estados Unidos ante el Consejo Económico y Social de la ONU, embajador Sichan Siv, intercambió acusaciones con el relator especial de la Comisión de Derechos Humanos para el derecho a la alimentación, el suizo Jean Ziegler.
La mayor parte de las donaciones de cereales, principalmente de maíz, que Estados Unidos envía la zona, provienen de cultivos tratados genéticamente.
Siv acusó a Ziegler de cuestionar los alimentos ofrecidos por el pueblo estadounidense para impedir el azote del hambre y de alentar a los gobiernos de Africa austral para que nieguen esos víveres a sus hambrientos ciudadanos.
Unas 14 millones de personas se encuentran en peligro a causa del hambre en Lesotho, Malawi, Mozambique, Suazilandia, Zambia y Zimbabwe.
El relator de la comisión humanitaria de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) replicó a Siv que el empleo masivo de alimentos objetados amenaza con someter a los agricultores que los usan a una dependencia de las firmas transnacionales que elaboran y venden productos genéticamente modificados.
Ziegler defendió el principio de precaución al sostener que los organismos transgénicos pueden acarrear peligros mayores a mediano y largo plazo para los humanos y para la salud pública, y observó que la comunidad científica internacional está profundamente dividida en este asunto.
El principio de precaución se alega principalmente en cuestiones de medio ambiente relacionadas con el comercio para obstaculizar las transacciones de bienes sospechosos de crear riesgos a la población, a la vida animal y a la ecología en general.
El argumento de que esos alimentos tratados genéticamente son indispensables para vencer la desnutrición y el hambre, no es convincente, insistió Ziegler,
En cambio, Siv apuntó que los cereales cuestionados son los mismos que consumen desde hace años millones de estadounidenses, canadienses, australianos, sudafricanos y otros en el mundo.
El diplomático estadounidense se apoyó en opiniones divulgadas en agosto por la Organización Mundial de la Salud, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación y el Programa Alimentario Mundial (PMA).
Esas tres agencias de la ONU estimaron que el consumo de los alimentos genéticamente modificados que se distribuyen en Africa austral no representan un riesgo probable para la salud humana.
En ese punto intervino también en la polémica la portavoz del PMA en Ginebra, Christiane Berthiaume, quien sostuvo que Ziegler carece de títulos para opinar sobre el particular. El no es un científico, declaró.
Las primeras reacciones de las organizaciones no gubernamentales que más se interesan en la agricultura transgénica fueron de respaldo a Ziegler.
Cecilia Oh, de la Red del Tercer Mundo (RTM), una organización con sede en Penang, Malasia, opinó que la posición estadounidense equivale a chantajear a un pueblo que se encuentra en crisis. También es una descarada promoción de los intereses de las empresas, dijo.
La representante de RTM compartió el criterio de Ziegler a favor de la aplicación de principio de precaución. Evidencias científicas suficientes sugieren que los alimentos genéticamente modificados son inseguros, dijo Oh.
Un grupo de organizaciones no gubernamentales, entre las que se incluye RTM, se dirigió en septiembre al gobierno de Estados Unidos para criticarle por su implacable presión a los países de Africa austral para que acepten los productos transgénicos en forma de ayuda alimentaria y a través de asistencia crediticia.
Las entidades de la sociedad civil manifestaron su respaldo a la posición del gobierno de Zambia, que rechazó la ayuda mediante alimentos modificados con el objetivo de proteger la agricultura del país y sus perspectivas de exportación.
Entre las instituciones firmantes del mensaje a Washington figuran también la Asociación de Consumidores de Penang, Amigos de la Tierra de Malasia, de Nigeria, de Uruguay y de Noruega, Konphalindo de Indonesia, Fundación Tebtebba de Filipinas y Acción Ecológica, de Ecuador.
La lista incluye además al Institute of Science in Society de Gran Bretaña, a Ecoropa Europa y al Edmonds Institute de Estados Unidos. (FIN/IPS/pc/dm/en if/02