La reapertura esta semana de la frontera entre Tailandia y Birmania tras una disputa de cinco meses es un paso clave hacia la normalización de los vínculos bilaterales, pero la falta de un acuerdo claro hace temer nuevos cierres.
Esta apertura producirá enormes beneficios económicos sociales y políticos, destacó Chayachoke Chulasiriwongs, director del departamento de relaciones internacionales de la Universidad de Chulalongkorn, de Bangkok.
Sin embargo, activistas y observadores birmanos señalaron que las negociaciones que resultaron en la apertura el martes de los puestos fronterizos de control a lo largo de la línea limítrofe de 2.400 kilómetros no fueron transparentes y por tanto no garantizan el fin de la tensión fronteriza.
Birmania había cerrado su frontera con Tailandia a fines de mayo, luego de acusar al ejército tailandés de apoyar a los rebeldes birmanos de la etnia shan, incluso mediante disparos mientras los insurgentes avanzaban sobre el ejército de Rangún en la frontera.
Bangkok negó la acusación y sostuvo que sus tropas sólo realizaron disparos de advertencia para impedir que el conflicto se propagara hacia territorio tailandés.
Ahora, la reapertura indica que ambos gobiernos quieren retornar a la normalidad, y eso es bueno, comentó Somchai Homlaor, secretario general de Forum-Asia, un grupo regional de derechos humanos con sede en Bangkok.
No obstante, señaló, es necesario que el acuerdo para abrir cuatro cruces de frontera en las provincias tailandesas de Chiang Rai, Talk, Ranong y Kanchanaburi se conozca en detalle, por dos razones.
En primer lugar, dijo, es necesario saber qué hizo a Rangún cambiar de idea y abrir la frontera cuando durante cinco meses varios intentos por solucionar el problema habían fracasado.
En segundo lugar, más información sobre las últimas tensiones fronterizas ayudaría a evitar nuevos cierres de frontera en el futuro.
No conocemos los términos acordados por ambos gobiernos para abrir la frontera, y eso es preocupante, declaró So Aug, director de asuntos externos de la Red para la Democracia y el Desarrollo, un grupo integrado por birmanos exiliados en Tailandia.
El alto diplomático tailandés que participó de las negociaciones brindó escasa información a la prensa sobre qué argumentos convencieron al gobierno militar de Birmania de abrir los puestos fronterizos a lo largo de la frontera.
Este mes surgieron señales de reconciliación cuando el canciller birmano Win Aug visitó Bangkok y se reunió con su homólogo Surakiart Sathirathai, que antes había visitado Rangún.
El cierre de la frontera por Birmania dañó las relaciones entre los dos vecinos del sudeste asiático y fue interpretado por Tailandia como una violación del acuerdo bilateral sobre formas de evitar cierres repentinos.
La última vez que el gobierno militar birmano había ordenado el cierre de frontera fue hace dos años, luego que disidentes birmanos tomaron el control de la embajada de Birmania en Bangkok.
Ambos países alcanzaron luego un acuerdo para evitar problemas fronterizos mediante comisiones especiales, tendente a evitar cierres unilaterales que perjudican el comercio transfronterizo.
Funcionarios birmanos y tailandeses, militares y civiles, iban a formar parte de esas comisiones.
Pero la falta de evidencia del cumplimiento de ese mecanismo antes de la reapertura de la frontera esta semana podría amenazar a Tailandia en el futuro, advirtió Somchai.
Puede significar que esta vez no hay garantías para encontrar soluciones aceptables a ambas partes, y entonces la junta militar birmana podría cerrar la frontera de nuevo, previno.
Comerciantes de ambos lados de la frontera sintieron el impacto económico del cierre en los últimos meses.
El cierre costó a Tailandia unos 42,8 millones de dólares en oportunidades de exportación perdidas, y a Birmania cerca de 7,1 millones, afirmó el jefe de aduanas del distrito fronterizo de Mae Sot, citado el miércoles por el diario de lengua inglesa The Bangkok Post.
Según estimaciones, el comercio transfronterizo supera 3,2 millones de dólares por día, y el turismo transfronterizo representa 9,17 millones de dólares diarios.
Por otra parte, el cierre de fronteras redujo la entrada desde Birmania de píldoras de metanfetaminas, para satisfacción de Bangkok.
Durante el cierre, disminuyó sustancialmente la cantidad de anfetaminas que entraron a Tailandia, pero ahora con la apertura, aumentará nuevamente, observó Soe Aung, un exiliado birmano. (FIN/IPS/tra-en/mmm/aag/js/mlm/ip/02