Las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares, que matan por año a 12 millones de personas en el mundo, podrían ser controladas rápidamente con acciones preventivas, advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La directora general de la OMS, Gro Harlem Brundtland, dijo que más de 50 por ciento de los decesos y de las discapacidades por dolencias cardiovasculares pueden ser evitados mediante una combinación de esfuerzos nacionales simples y eficaces, pero también de acciones individuales.
De esa manera se reducen los principales factores de riesgo para la enfermedad, que son la hipertensión, la hipercolesterolemia, la obesidad y el hábito de fumar, explicó. El ahorro de vidas podría ser enorme, subrayó.
Brundtland presentó el informe sobre las enfermedades cardiovasculares en una reunión abierta al público, este viernes, del órgano intergubernamental que negocia en Ginebra la redacción del texto de un convenio marco internacional para la lucha contra el tabaco.
El capítulo sobre los ataques cerebrovasculares y las cardiopatías forma parte del Informe sobre la salud en el mundo 2002: reducir los riesgos y promover una vida sana, que la OMS lanzará el 30 de octubre en Londres, en una versión integral que presentará una descripción de los principales factores de riesgo mundiales y de las medidas simples y eficaces para reducirlos.
Esas intervenciones, en el caso de los males cardiovasculares, pueden arrojar beneficios al cabo de unos cinco años, porque el avance de ese tipo de enfermedades se detiene con facilidad relativa.
En cambio, la inacción en ese terreno mantendrá la tendencia actual que predice para 2020 una pérdida en todo el mundo de un 25 por ciento más de años de vida sana debido a las enfermedades cardiovasculares.
La Federación Mundial del Corazón, una entidad independiente con sede en Ginebra, urgió a los países a promover campañas en favor de la reducción de la sal en los alimentos procesados, de las grasas saturadas de las dietas nacionales, y también a alentar los ejercicios físicos, el consumo elevado de frutas y legumbres, y una reducción radical del hábito de fumar.
Brundtland resaltó que el informe demuestra que la mayor parte de la carga mundial ocasionada por los riesgos cardiovasculares recae sobre los países en desarrollo.
El fenómeno obedece a los crecientes niveles de riesgo, como el elevado colesterol, y al gran tamaño y envejecimiento de las poblaciones.
En los países industrializados, los principales riesgos provienen del tabaco, la tensión arterial y el colesterol, que en conjunto son responsables de más de una cuarta parte de la pérdida de años de vida sana.
Pero esos factores ya ocupan también un lugar prominente entre los riesgos mayores de los países de ingresos medios y comienzan igualmente a aparecer entre los principales peligros en los países en desarrollo más pobres.
Uno de los autores del informe, Anthony Rodgers, de la neocelandesa Universidad de Auckland, observó que el mundo llegó a pensar que las enfermedades cardiovasculares eran un problema occidental. Pero está claro que no es así, apuntó.
Brundtland advirtió que la necesidad de luchar contra las enfermedades cardiovasculares es especialmente importante en los países pobres, porque imponen una doble carga a los sistemas nacionales de salud, ya abrumados por la responsabilidad de atender las enfermedades infecciosas que afectan principalmente a esos países.
En las nuevas megalópolis crecidas en los países en desarrollo conviven cantidad de enfermedades infecciosas, originadas en la desnutrición, junto con enfermedades cardiovasculares, describió.
El informe sostiene que el aumento de esas dolencias cardiovasculares en los países en desarrollo puede representar una tendencia peligrosa para los sectores más pobres de la población.
En contraste, en su momento esas enfermedades afectaron de manera desproporcionada a las poblaciones de mayores recursos de los países industrializados. Pero la frecuencia con que aparecían en los sectores pudientes disminuyó con la mayor divulgación de conocimientos. En cambio, aumentaron entre los sectores más pobres y las minorías.
La OMS previno que, si esa tendencia se repite en los países en desarrollo, los más expuestos al riesgo serán los más pobres de los pobres del mundo.
Las condiciones de la vida moderna determinan con frecuencia que las personas, en particular los pobres en las ciudades de los países en desarrollo, tengan escaso control de los principales factores de riesgo.
El informe cita el caso de los pobres de las zonas urbanas que por lo general pueden comprar sólo alimentos elaborados, muy grasos y salados.
Muchos alimentos elaborados, como el pan, las sopas, las carnes y otros presentan concentraciones de sal que se aproximan o exceden al contenido salino del agua de mar.
La institución sanitaria internacional lamenta que pocos gobiernos hayan establecido una relación fructífera con la industria alimentaria para reducir el contenido de sal y el alto porcentaje de grasas de los alimentos elaborados
La OMS recuerda que existen, incluso en los países más pobres del mundo, varios métodos de gestión de los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares que cumplen cabalmente con las normas internacionales en lo que respecta a la eficacia en función del costo.
Uno de los expertos de la OMS, Christopher Murray, citó como ejemplo de ello los impuestos al tabaco.
Los países que aumentan de manera drástica sus impuestos al tabaco observan una reducción casi inmediata del hábito de fumar y experimentan muy rápidamente las correspondientes mejoras en la salud cardiovascular.
Murray estimó que un paquete de cigarrillos a siete dólares será muy eficaz para persuadir a los fumadores de que abandonen el hábito y a los no fumadores para que no lo contraigan.
Brundtland remarcó que los gobiernos, la industria y la sociedad civil pueden trabajar juntos para favorecer los cambios de comportamientos que reduzcan los riesgos en poblaciones enteras. Los enfoques diferirán de un país a otro, pero los beneficios igualmente serán enormes, comentó. (FIN//IPS/pc/dm/he/02