Un ánimo febril se ha apoderado de libreros y lectores colombianos ante la aparición de Vivir para contarla, primer volumen de las memorias del novelista Gabriel García Márquez, que desde el miércoles estará a la venta en varios países de habla castellana.
La obra, de 579 páginas impresas en letra tipo Bembo de 12 puntos, sobre papel de color ahuesado de 70 gramos y de tonalidad especial para evitar o detectar la piratería, empieza con una frase corta: Mi madre me pidió que la acompañara a vender la casa.
Es un gran reportaje, en el que 'Gabo' (García Márquez) es el principal testigo, dijo a IPS Mauricio Vargas, director de la revista Cambio, empresa en la que el novelista tiene 49 por ciento de las acciones y con frecuencia influye en los contenidos periodísticos.
El semanario Cambio promociona hace dos meses la renovación o una nueva suscripción con el obsequio de un ejemplar autografiado del volumen inicial de las memorias del premio Nobel García Márquez, en estuche de lujo y con un suplemento de 32 páginas con fotos del escritor, por unos 64 dólares.
Hasta ahora, García Márquez firmó de su puño y letra 5.500 hojas que se han insertado en la edición especial y tiene pendiente otras tantas.
La narración de Vivir para contarla arranca en la infancia del escritor y termina cuando, a los 28 años, éste empieza a trabajar como periodista en el diario El Espectador, de Bogotá. Se ignora cuántos tomos insumirán estas memorias y cuándo se tendrá el segundo.
Nacido en 1928 en la localidad de Aracataca, departamento de Magdalena, e hijo de un telegrafista, García Márquez pasó sus primeros años con sus abuelos y asegura haber recibido entonces influencias decisivas para su carrera de escritor.
El realismo mágico de su literatura estaba en el ambiente en que García Márquez crecía y, especialmente, en las historias que oía de su abuela.
Según Vargas, el libro cumple todas las reglas que para un reportaje definió el Grupo de Barranquilla, círculo intelectual y literario de esa ciudad de la costa caribe colombiana al que García Márquez ha reconocido una influencia decisiva en su formación.
La edición es muy hermosa, con pasta dura y sobrecubierta, con una letra amable, señaló Hugo González, administrador de la Librería Lerner, la mas tradicional de Bogotá. Esa tienda de libros pidió inicialmente 200 ejemplares de las memorias de García Márquez que, según González, van a venderse en un ya.
Cuando González habló con IPS acababa de recibir el pedido en las bodegas de la Librería Lerner. Ya ojeé las primeras cinco páginas y me encantó, me atrapó, dijo el librero.
La meta es vender en Colombia 150.000 ejemplares antes de diciembre. González cree que no será fácil, pues si bien el precio de 18 dólares es razonable para lectores de cierta capacidad adquisitiva, la crisis económica está dura.
También se calcula en 150.000 ejemplares la venta del libro en los próximos meses en Argentina.
Moisés Melo, director del área de literatura de la casa editora Norma, informó a IPS que este miércoles entrarán en circulación simultánea 1,15 millones de ejemplares de las cuatro primeras ediciones en español de Vivir para contarla.
Norma tiene los derechos de García Márquez para Colombia y los otros países de la Comunidad Andina, y en Costa Rica y República Dominicana.
Las otras tres ediciones corresponden a las editoriales Mondadori, de España, Sudamericana, de Argentina, y Diana, de México. Todas las ediciones tienen las mismas características tipográficas y de impresión.
La cubierta, basada en una foto del álbum familiar del escritor, fue diseñada por la española Luz de la Mora.
Melo indicó que en España se hizo la última corrección tipográfica, que incluye por lo menos tres erratas. Los errores también se le pasaron al autor, que confía mucho en los correctores ortográficos, agregó.
Una de ellas es San Juan del César, nombre de un municipio del caribe colombiano, al que el corrector español erróneamente le puso tilde, sin tener en cuenta que se refiere al departamento del Cesar.
Ese gazapo fue descubierto por el periodista Juan Gossaín, director de noticias de la cadena radial RCN, que tuvo acceso anticipado a la obra.
El también colombiano Germán Santamaría leyó las 579 páginas del volumen en tres días con sus noches. Al final, al amanecer quedó sabiendo tanto de putas como de música clásica, según escribió en la revista Semana, que dedica su portada a la aparición de la obra.
Al explicar el múltiple carácter de las memorias de García Márquez, Santamaría dijo que en el primer tomo se narran no sólo los primeros 28 años de vida de Gabriel García Márquez, sino que (se) recogen más de cien años de historia colombiana.
El poeta William Ospina, a quien García Márquez entregó los originales antes de enviarlos a imprenta, señaló que los lectores encontrarán en Vivir para contarla el origen de algunos de los personajes creados por el escritor.
En los capítulos iniciales está todo el esplendor de 'Cien años de soledad' y luego el ritmo de la historia va cambiando a un tono más aventurero, hasta el capítulo quinto, en el que la vida del autor se enlaza con la gran tragedia colombiana, dijo Ospina.
Según Roberto Pombo, de la revista Cambio, el hilo conductor de la narración es la lucha (de García Márquez) por convertirse en escritor, en contra de todos los obstáculos existentes, desde las penurias económicas hasta su timidez.
En esa suerte de gabomanía que por estos días ha suscitado la aparición de las memorias del Nobel de Literatura (1982), la revista Diners, de la que Santamaría es director, también compite en primicias.
En Colombia, García Márquez es visto como motivo de orgullo, y algunos contestadores telefónicos incluyen por estos días mensajes con la voz del autor leyendo sus textos..
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo, se escucha en la grabación telefónica de la revista Cambio.
Se trata de las palabras iniciales de Cien años de soledad, la novela publicada en 1967 que dio fama universal a García Márquez. (FIN/IPS/mig/02)