La credibilidad de la ONU está en juego ante una probable acción militar unilateral de Estados Unidos contra Iraq, advirtieron diplomáticos del foro mundial, académicos estadounidenses y expertos en asuntos de Medio Oriente.
Si el gobierno de George W. Bush decide lanzar la guerra contra Iraq en forma unilateral, el Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) quedará reducido a un organismo políticamente impotente, previnieron.
Esta será una prueba crucial para la supervivencia del foro mundial, vaticinó un veterano diplomático asiático, y agregó que la determinación de Estados Unidos de actuar por sí mismo si es necesario desafía las propias bases de la ONU.
Bush amenazó con lanzar la guerra con o sin autorización del Consejo, el único organismo internacional facultado para declarar la guerra o la paz, a menos que Iraq permita el reingreso de los inspectores de armas de la ONU y cumpla las resoluciones adoptadas por el foro mundial luego de la guerra del Golfo (1991).
Luego de la invasión iraquí a Kuwait, en 1990, el Consejo impuso a Iraq un embargo comercial internacional y posteriormente decidió que las sanciones no se levantarán hasta que los inspectores de la ONU verifiquen la destrucción de todas las armas o medios para fabricar armas nucleares, químicas y biológicas.
Pero la decisión de Iraq el mes pasado de recibir nuevamente a los inspectores no hizo cambiar de idea a Bush, que reiteró su intención de derrocar al régimen de Saddam Hussein.
La semana pasada, Estados Unidos y Gran Bretaña presentaron al Consejo una nueva moción de resolución que permitiría una invasión de Iraq si Saddam Hussein no cumple con las exigencias del foro mundial. La moción no fue publicada todavía.
La ONU corre el riesgo de volverse irrelevante, advirtió John Quigley, profesor de derecho internacional de la Universidad del Estado de Ohio.
Si el Consejo de Seguridad cede a la presión de Estados Unidos y adopta una resolución que ese país pueda interpretar como una autorización para la acción militar, habrá hecho lo que la mayoría de los miembros consideran incorrecto, y facilitado la matanza masiva de iraquíes por Estados Unidos, dijo a IPS.
Lo mejor sería que la ONU se negara a adoptar la resolución redactada por Washington, ya que sólo de esa forma podría mantener su integridad, opinó Quigley.
Dado que la Asamblea General de 191 miembros, y no el Consejo, es la que realmente representa la voluntad de la comunidad internacional, la Asamblea debería invocar la resolución Unidos para la Paz de 1950, que le permite hacer recomendaciones sobre acciones de uno o varios estados miembros contra otros, señaló el académico.
Pero como la comunidad internacional se opone por abrumadora mayoría a una acción militar contra Iraq, es improbable que Estados Unidos se arriesgue a someter la cuestión al voto de la Asamblea General, agregó.
Como resultado, el Consejo de Seguridad de 15 miembros está bajo intensa presión de Washington para aprobar una resolución que le otorgue un virtual cheque en blanco para un cambio de régimen en Iraq.
Por ahora, Estados Unidos sólo tiene el respaldo de Gran Bretaña, otro de los cinco miembros permanentes del Consejo, con poder de veto.
Los otros tres miembros permanentes, Francia, China y Rusia, expresaron fuertes reservas sobre el proyecto de la resolución presentado por Washington.
Francia, un antiguo aliado de Estados Unidos, declaró el lunes que cualquier acción cuyo objetivo declarado desde el comienzo sea el cambio de régimen atentaría contra el derecho internacional y abriría el camino para todo tipo de abusos.
De los 10 miembros rotativos del Consejo, se prevé que Washington obtendrá el apoyo de Noruega, Bulgaria, Singapur, Colombia e Irlanda.
Los otros cinco miembros rotativos (México, Mauricio, Camerún, Guinea y Siria) están bajo intensa presión de Estados Unidos en sus respectivas capitales.
Washington precisa cinco votos positivos para que el Consejo adopte la resolución, pero también debe evitar cualquier veto.
La situación tiene peligrosas implicaciones que trascienden la región de Medio Oriente, advirtió Chinmaya Gharekhan, ex embajador de India ante la ONU y asesor del ex secretario general Boutros Boutros-Ghali.
Nadie en Estados Unidos considera la guerra propuesta como una acción de la ONU en base al capítulo siete de la Carta de la organización, que autoriza el uso de la fuerza militar si el Consejo de Seguridad lo aprueba, afirmó Naseer Aruri, profesor emérito de ciencia política de la Universidad de Massachusetts.
En cambio, la consideran una guerra de Estados Unidos, o incluso de Bush. Esto representa un gran desafío a la credibilidad del sistema de la ONU y a la oficina del secretario general Kofi Annan, dijo a IPS.
La ONU es vista cada vez más como un instrumento de la política exterior de Washington, si no un instrumento en manos de Bush para ayudarle a distraer la atención pública nacional de los problemas domésticos hacia la guerra y el patriotismo, sostuvo Aruri.
El esfuerzo actual de Estados Unidos por obtener el apoyo del Consejo incluye el tipo de sobornos y amenazas que caracterizaron el proceso previo a la aprobación de la resolución 678, que autorizó la guerra contra Iraq a fines de 1990, afirmó Phyllis Bennis, miembro del Instituto de Estudios Políticos, con sede en Washington.
En esa ocasión, Arabia Saudita y miembros exiliados de la familia real de Kuwait ofrecieron petróleo gratis o muy barato a los miembros más pobres del Consejo de Seguridad, que en ese entonces incluían a Zaire, Etiopía y Colombia.
Etiopía y Colombia también obtuvieron nuevos paquetes de ayuda militar a cambio de su voto, recordó Bennis.
Los únicos dos miembros del Consejo que votaron contra la autorización de la guerra contra Iraq en 1990 fueron Cuba y Yemen.
Minutos después del no de Yemen, el embajador estadounidense se dirigió a su par yemení en el Consejo y le dijo: Este será el voto más caro que jamás hayan emitido.
Tres días después, Estados Unidos le cortó a Yemen todos los fondos de ayuda para el desarrollo, que sumaban 70 millones de dólares. (FIN/IPS/tra-en/td/ml/mlm/ip/02