El ejército de Birmania es el que cuenta con más niños en sus filas, con 70.000 reclutas de entre 11 y 17 años, afirmó la organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), con sede en Nueva York.
Los niños soldados son sometidos a una vida de constante brutalidad, aseguró HRW. La sufren a manos de sus superiores y de sus camaradas y la infligen a los adversarios del gobierno, la mayoría civiles, con frecuencia mujeres, pertenecientes a minorías étnicas, agregó la organización.
Muchos niños tratan de desertar. Si son capturados, se los somete a tratos aun más crueles e incluso a ejecución, según un informe de 220 páginas elaborado por HRW y titulado Mi rifle era más alto que yo: niños soldados en Birmania.
Otros también piensan en escapar, pero terminan suicidándose por temor de que sus superiores cumplan con su amenaza de tomar represalias contra sus familias en caso de deserción, asegura el informe.
Birmania tiene malos antecedentes en materia de derechos humanos, pero su historial como reclutador de niños soldados es el peor del mundo, dijo la directora de la División de Derechos Infantiles de HRW, Jo Becker.
Las organizaciones insurgentes también reclutan niños, pero mucho menos que el ejército regular, que cuenta en total con 350.000 efectivos, el doble que en 1988, cuando la actual junta militar se hizo cargo del gobierno. HRW calcula que entre 6.000 y 7.000 menores revistan en filas rebeldes.
La comunidad internacional cada vez considera más inaceptable el enrolamiento de niños. Las Fuerzas Armadas de Birmania y las organizaciones (insurgentes) deben dejar de reclutar niños inmediatamente y desmovilizar a todos los que revisten en sus filas, dijo Becker.
El informe, basado sobre entrevistas realizadas este año a ex soldados, a refugiados birmanos en Tailandia y a representantes de organizaciones humanitarias, fue difundido en momentos en que la junta militar que gobierna el país inicia negociaciones con la líder opositora Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz.
Pero el diálogo con la oposición no altera los planes del régimen de aumentar la magnitud de las Fuerzas Armadas a medio millón de efectivos.
Con ese fin, según HRW, oficiales de reclutamiento suelen acudir a estaciones de tren, puestos de control en las carreteras y festivales para identificar a posibles niños soldados, a quienes solicitan documentos de identificación.
Si no los tienen, y generalmente es así, los ponen ante la alternativa de enrolarse o, de lo contrario, ser encarcelados. Si aun se resisten a las amenazas, los conducen a una base militar donde los golpean hasta que aceptar la oferta. En los documentos de reclutamiento se les registra siempre con una edad falsa.
Una vez reclutados, muchos son confinados en campamentos militares donde se los obliga a trabajar sin recibir compensación alguna y sin permitírseles ningún contacto con sus familias.
Otro mecanismo de reclutamiento es a través del programa Ye Nyunt (retoños valientes), por el cual los niños viven en bases militares y son enviados a la escuela. En toda Birmania existen entre 50 y 100 de esas bases, cada una con entre 50 y 200 niños.
Hasta hace un decenio, el programa se restringía a reclutar huérfanos o niños desplazados, pero ahora muchos de los así enrolados son secuestrados, según HRW.
Uno de estos niños, reclutado a los 12 años, dijo a los investigadores de la organización que en su hase había un centenar de soldados de cuatro a 16 años, que con frecuencia sufrían golpizas. Si uno intentaba desertar, todo el grupo era obligado a golpearlo.
Más tarde, luego de pasar una o dos semanas en las bases denominadas Su Saun Yay, donde se los somete a un duro entrenamiento militar básico, son empleados como mano de obra gratuita para el mantenimiento del campamento o para las empresas de los oficiales superiores.
Los más jóvenes sufren más golpizas que los reclutas mayores en el periodo de entrenamiento, según el informe. Uno de los entrevistados afirmó que tres camaradas suyos murieron a los 16 años en accidentes durante ejercicios militares con armas de fuego cargadas.
Por otra parte, los menores de 15 son obligados con frecuencia a dar masajes a los comandantes de noche, agregó HRW.
La frecuencia y severidad de las golpizas y de otros castigos y las malas condiciones sanitarias y la superpoblación de las bases redundan en numerosas muertes, sostiene el informe.
Una vez que son destinados a batallones en todo el país, los niños reclutas continúan sufriendo un trato inhumano por parte de los comandantes y, al mismo tiempo, son obligados a cometer brutalidades contra los civiles.
Los comandantes los golpean por causas nimias o por ninguna razón, les roban la paga y el rancho y los obligan a robar comida en poblados vecinos para alimentarse, así como a secuestrar civiles para cumplir trabajos forzados, afirmó HRW.
Un niño dijo a los investigadores que sufrió una golpiza cuando tenía 14 años por negarse a ejecutar a un civil. Uno de 13 años y otro de 15 afirmaron haber sido obligados a participar en la masacre de 15 mujeres en el estado de Shan.
Los ejércitos insurgentes también reclutan niños, según el informe. Los investigadores calculan que se trata de entre 6.000 y 7.000 menores, la mayoría en el Ejército Unido del Estado de Wa, la principal organización rebelde. El también insurgente Kachin es el único que recluta niñas, afirmó HRW. (FIN/IPS/tra-eng/jl/mj/hd pr/02