Los mercados emergentes de Asia oriental se encaminan hacia una moderada recuperación, pero las expectativas están en riesgo ante la desaceleración económica del Norte industrial y la eventualidad de guerra de Estados Unidos contra Iraq, dijo este jueves la rama regional del Banco Mundial.
A pesar del gris panorama mundial, las exportaciones y el crecimiento de la demanda interna guiaron a los siete países evaluados hacia la recuperación, iniciada en el primer trimestre de este año y acelerada en los dos siguientes, sostuvo el Banco de Desarrollo Asiático (AsDB).
El informe del AsDB, titulado Crecimiento y recuperación en 2002, pronostica que el crecimiento del producto interno bruto de Asia oriental será de seis por ciento al cabo de este año y de 5,9 por ciento en 2003.
China, la segunda economía de la región detrás de Japón, continuará siendo el país de mayor crecimiento, con 7,7 por ciento este año y 7,5 por ciento en el siguiente.
El informe prevé un crecimiento del flujo de capital privado a Asia oriental, en especial el año próximo. El ASB calculó que la radicación de inversiones privadas en los mercados emergentes del área Asia-Pacífico aumentará de los 53.400 millones de dólares de 2001 a 60.300 millones este año.
El crecimiento anualizado del producto de los países evaluados en el informe —China, Corea del Sur, Filipinas, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia— se aceleró, del 4,3 por ciento de 2001, a 5,3 por ciento en el primer trimestre de este año y a 6,2 por ciento en el segundo.
El incremento anualizado del segundo trimestre osciló entre el 3,5 por ciento en Indonesia, ante el 2,2 por ciento del primero, y el ocho por ciento de China, que había crecido 7,6 por ciento en los 12 meses anteriores a abril.
Corea del Sur logró un crecimiento de 6,3 por ciento anualizado en el segundo trimestre, frente al 5,8 por ciento del primero.
Pero la aceleración del crecimiento del segundo trimestre del año respecto del primero fue especialmente marcada en las economías más abiertas, como Singapur (de 1,5 a 3,7 por ciento) y Malasia (de 1,1 a 3,8 por ciento), según el informe del AsDB.
Los expertos de la rama regional del Banco Mundial aplaudieron los avances en la restructura de los sectores financiero y empresarial.
El informe, la mayor parte del cual fue redactado antes del atentado contra un centro turístico de la isla indonesia de Bali el sábado pasado, indica que este año el rendimiento económico de la región es mayor al del resto de los mercados emergentes y al de los mercados bursátiles de los países del Norte.
El atentado causó la muerte de 180 personas en una discoteca y sembró temor sobre las consencuencias de una eventual ola de violencia en la economía de Asia oriental.
El economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kenneth Rogoff, alertó en Singapur esta semana que persistían riesgos sustanciales para la economía de la región, en especial porque la violencia política enlentece los logros de la creciente globalización.
El atentado en Bali ocurrió cuando muchos países asiáticos estaban completando un prolongado periodo de recuperación tras la grave crisis económica iniciada en junio de 1997 en Tailandia.
Las autoridades de Indonesia ya prevén que el ataque reducirá las previsiones económicas del país, pues los turistas evitarán visitarlo y los inversores postergarán sus planes.
El informe indica que el crecimiento previsto para los países emergentes de Asia oriental podría reducirse por dos razones, la primera de las cuales es la desaceleración económica del Norte industrial.
Las perspectivas de las exportaciones asiáticas se reducirían, y, además, los mercados bursátiles de la región, que hasta ahora mostraron cierta resistencia a la caída de las bolsas mundiales, sufrirán mayor presión. Eso, al mismo tiempo, dañará la demanda interna, indica el informe.
El segundo riesgo que afrontan las economías emergentes de Asia oriental es la guerra prevista de Estados Unidos contra Iraq, que elevará la incertidumbre y, en consecuencia, los precios del petróleo.
Además de la incertidumbre ante el posible conflicto y a las consecuencias perjudiciales para los inversores en todo el mundo, la primera reacción (a una guerra) sería un gran aumento de los precios internacionales del petróleo, como ocurrió en 1990 cuando comenzó la guerra del Golfo, indica el informe.
El AsDB recomendó a los países seguir de cerca el ambiente externo y estar preparados para dar respuestas fiscales y monetarias apropiadas con el fin de impedir un deterioro de las exportaciones.
También aconsejó a los países seguir adelante con las reformas financieras y empresariales para aumentar la resistencia a los choques externos. (FIN/IPS/tra-eng/em/ml/mj/if/02