La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y las principales instituciones multilaterales necesitan un ajuste profundo para reparar sus imperfecciones, entre ellas el déficit de democracia, dictaminaron expertos internacionales.
Sin la reforma de las instituciones existentes y la creación de otras es muy difícil prever cómo podrá afrontar la comunidad internacional los desafíos que surgen en la primera parte del siglo, advirtió el economista indio Deepak Nayyar, editor del libro Gobierno de la Globalización, que contiene ensayos sobre el futuro del sistema multilateral.
El estudio propone reformas, en algunos casos radicales, de la ONU, del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial y de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
La iniciativa se funda en la concepción de que los cambios en el mundo, en especial durante la última década, erosionaron la legitimidad, la eficacia y la credibilidad de la ONU. La institución planetaria aun tiene que adaptarse a las nuevas necesidades planteadas por el proceso de globalización.
El libro, resultado de una investigación encomendada por el Instituto Wider de la Universidad de las Naciones Unidas, da por sentado que en el campo del mantenimiento de la paz mundial, una de sus tareas básicas, la ONU no respondió a los desafíos de la década de 1990.
Las misiones de la organización en Bosnia-Herzegovina y en Ruanda han sido consideradas generalmente un triste fracaso. El Consejo de Seguridad de la ONU fue ignorado en el caso de la provincia serbia de Kosovo, lo que reforzó la impresion de que el papel de pacificación y seguridad del foro mundial había sido eclipsado, ejemplificó el estudio.
Por otra parte, la autoridad moral de la ONU ha sido seriamente menoscabada, porque sus normas y principios se aplican de manera selectiva, cuando conviene a los intereses de los ricos y de los poderosos, según el estudio de Wider (siglas en inglés del Instituto Mundial para la Investigación de las Políticas Económicas del Desarrollo).
El problema real es que, a menudo, la ONU actúa como un perro guardián sin colmillos. La cuestión está complicada por el déficit de democracia en el sistema multilateral, que se remonta a los orígenes de éste, hace más de medio siglo, y que no ha disminuido con el tiempo, describió Nayyar en una rueda de prensa de presentación del libro.
Los autores del estudio recomiendan que la ONU actúe de forma democrática al asumir representaciones y adoptar decisiones, mediante participación, transparencia y responsabilidad. También tendrá que adquirir independencia política con respecto a los actores geopolíticos poderosos.
El poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, que sólo es facultad de cinco países, debe limitarse.
El estudio examina la posibilidad de que la ONU alcance la independencia financiera, aunque sea de manera parcial. Con ese propósito, menciona la posibilidad de recurrir a una versión de la Tasa Tobin, un impuesto sobre las transacciones internacionales de divisas sugerido por el fallecido premio Nobel de Economía de 1981, James Tobin.
Sin embargo, uno de los autores del libro, Yilmaz Akyuz, director de globalización y estrategias de desarrollo de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo, opinó en la rueda de prensa de presentación de libro que esa tasa no sería una solución para los problemas de los países en desarrollo.
La aplicación universal de la Tasa Tobin ha sido reclamada en los últimos anos por organizaciones no gubernamentales, en particular de países industrializados, para contrarrestar las consecuencias del creciente flujo de capitales especulativos en el mundo y para destinar lo recaudado a fines sociales y ambientales.
En el plan de reforma de la ONU se incluye la idea de establecer una fuerza de paz voluntaria de alta eficacia para responder a los desafíos humanitarios.
Otra iniciativa sugiere la creación de una asamblea mundial de los pueblos, inspirada por el Parlamento Europeo, para remediar el déficit de democracia que el texto atribuye a la ONU. Este nuevo órgano sería paralelo a la Asamblea General de la institución y se convertiría en la voz de la sociedad civil global.
La última innovación para la ONU es la creación de un consejo de seguridad económico, como un medio para gobernar la globalización. La crisis financiera asiática de 1997 demostró, especialmente en Indonesia, como una rápida vulnerabilidad económica puede causar sufrimiento a grandes sectores de la población.
Con respecto al FMI, el estudio interpreta que ya no es capaz de manejar el sistema financiero internacional. El Fondo, dice, ha quedado al margen en el manejo del flujo de capitales y de las tasas de cambio, a pesar de que esos dos factores aumentan cada vez más su volatilidad.
El FMI debe redefinir su papel y dedicarse no sólo al manejo de las crisis, sino también a su prevención. El sistema de votos en ese organismo multilateral, basado en las cuotas del capital de la institución que retienen los países miembros, es demasiado desigual, sostiene la publicación, que propone una reestructuración de los derechos de voto.
El Fondo tendrá también que revisar su política de condicionalidad en el otorgamiento de los préstamos y las posiciones que sostiene con relación a la macroeconomía y a la liberalización.
El Banco Mundial, concebido originalmente para proveer financiación a proyectos de reconstrucción y de desarrollo, ha cambiado gradualmente de objetivos, al igual que el FMI, observa la investigación.
En cuanto a la OMC, el estudio señala que debe desempeñar su papel institucional en un amplio contexto del desarrollo. Los expertos convocados por el Instituto Wider critican el sistema de adopción de decisiones en círculos restringidos que se atribuye a la OMC.
Los principales protagonistas de la OMC toman las decisiones a puertas cerradas y presentan luego las conclusiones a la mayoría de los miembros como un hecho consumado, sostiene la publicación. (FIN/IPS/pc/ff/ip dv/02
