DESARROLLO: Atraso biotecnológico cuesta millones de vidas

Desarrollar una decena de biotecnologías para la prevención y el tratamiento de enfermedades salvaría millones de vidas cada año en el Sur en desarrollo, según un estudio internacional de 28 expertos en genética y salud pública.

El Sur no debe retrasarse en biotecnología como lo hizo durante la ”revolución verde” y luego en tecnología de la información, afirmaron los autores del informe, coordinado por el Centro Conjunto de Bioética de la canadiense Universidad de Toronto y publicado el lunes por la revista especializada Nature Biotechnology.

La ”revolución verde” aumentó la productividad agrícola en los años 50 y 60, mediante nuevas semillas de alto rendimiento, fertilizantes, maquinarias y sistemas de control de plagas.

Los autores del estudio identificaron los 10 proyectos biotecnológicos que consideran más promisorios para mejorar la salud pública mundial en una década, en especial en el mundo en desarrollo.

La lista incluye el desarrollo de vacunas más baratas, eficaces y seguras que las actuales contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), la malaria y la tuberculosis, e inmunizantes contra hepatitis de tipo B, cólera, sarampión y otras enfermedades, que se incorporarían a vegetales comestibles.

También la creación de bacterias y plantas capaces de eliminar contaminación de aire, agua y suelos, vacunas y microbicidas vaginales para proteger a las mujeres de enfermedades de transmisión sexual, y variedades con valor nutricional agregado de arroz, patatas, maíz, mandioca y otros vegetales comestibles.

El desafío es financiar la investigación necesaria, dijo a IPS el economista Jeffrey Sachs, profesor de la estadounidense Universidad de Columbia y asesor especial del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, sobre metas de desarrollo fijadas por la comunidad internacional.

Los recursos para investigación se concentran en los países industrializados, y en la actualidad 90 por ciento de la investigación médica se vincula con problemas que afectan a sólo 10 por ciento de la población mundial.

Expertos prevén que esa brecha se ampliará en el terreno de la genómica, o sea el estudio de la constitución y organización del material genético de las especies, y que eso aumentará la desigualdad sanitaria internacional.

”Los países donantes al mundo en desarrollo destinan escasa inversión a nuevas tecnologías que podrían mejorar mucho la vida de los pobres”, señaló Sachs.

Eso se debe ante todo a carencias de inversión pública y de mercados con escala adecuada en el mundo en desarrollo, afirmó.

No se trata de que en el Sur falten gobernanza o normas apropiadas sobre derechos de propiedad imtelectual, como alegan algunos especialistas y el gobierno estadounidense, ya que ”en Estados Unidos tampoco es posible el desarrollo científico que necesitamos sin sustancial inversión pública”, aseveró Sachs.

El Norte industrializado ”parece incapaz de reunir dinero para ayudar a miles de millones de personas pobres, pero cuando se trata de la guerra (contra Iraq que Washington prepara), el secretario del Tesoro estadounidense, Paul O'Neill, dice que no es problemático gastar 100.000 millones de dólares”, comentó.

Sachs se hizo famoso desde los años 80 por asesorar a gobiernos que aplicaron políticas liberalizadoras de choque, en América Latina y países ex socialistas. En los últimos años, el economista ha coooperado con activistas por el alivio de la deuda externa del Sur y otras causas humanitarias.

Los autores del estudio publicado por Nature Biotechnology opinan que la elaboración de su lista de prioridades para la inversión biotecnológica es un importante primer paso para evitar que aumente la ”brecha genómica” entre países ricos y pobres.

El estudio, denominado ”ejercicio prospectivo sobre biotecnología”, sigue a la difusión en junio de un informe de la Organización Mundial de la Salud titulado ”Genómica y salud mundial”, en el cual 14 expertos señalaron la creciente brecha en la materia entre Norte y Sur.

La investigación biotecnológica requiere inversiones de millones de dólares sólo en equipo, destacó Abdallah Daar, uno de los directores del Centro Conjunto de Bioética y coautor del estudio coordinado por esa institución.

Los pocos medicamentos desarrollados mediante biotecnología que se venden en la actualidad en el Sur están entre los más caros del mundo, a tal punto que tratamientos con ellos llegan a costar un millón de dólares anuales por paciente, explicó.

”Enormes problemas como el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) o la malaria exigen combinar inversiones públicas y privadas, como en los proyectos en curso de cooperación internacional para desarrollar vacunas contra esas enfermedades”, indicó.

En algunos casos, los costos se concentrarían en la etapa de investigación, y sería barato emplear los productos, por ejemplo reactivos para rápido y sencillo diagnóstico de enfermedades infecciosas, aseguró Daar.

Experiencias exitosas en la materia ya permiten disponer de eficaces tecnologías de diagnóstico de leishmaniasis y dengue en América Latina, añadió.

Pero la ingeniería genética (creación de variedades biológicas genéticamente modificadas) ya ha ”distorsionado en forma grave la agenda de investigación” en el Norte, porque exagera sobre el papel de los genes en las enfermedades, opinó el especialista en ecología social Brian Tokar, del Colegio Goddard del estado de Vermont, al noreste de Estados Unidos, opina.

Es importante comprender la constitucióm molecular de los organismos vivos, pero resulta lamentable que ”en el mundo actual de la medicina con alta tecnología, se crea casi siempre que los problemas residen en el genoma”, afirmó.

En Africa, donde más de 340 millones de personas viven con menos de un dólar diario (el indicador internacional de extrema pobreza), se llevan a cabo esfuerzos de cooperación para superar la brecha genómica.

A comienzos de este año, siete gobiernos de ese continente crearon el Foro de Políticas Genómicas Africanas, para presionar en forma conjunta por más recursos del Norte destinados a investigación biotecnológica.

Genoma Canadá, una agencia gubernamental canadiense, ayudó a organizar el foro y aportó 6,3 millones de dólares para financiarlo.

La Comisión Económica para Africa de la ONU, con sede en Etiopía, recomienda desarrollar políticas biotecnológicas locales, aumentar la inversión pública en la materia y procurar el desarrollo de proyectos en asociación con el sector privado.

Esas nuevas tecnologías implican graves riesgos para el ambiente y la salud, ”pero el mayor riesgo el de la inacción que marginaría a Africa de la revolución biotecnológica”, enfatizó el secretario ejecutivos de esa agencia, K.Y. Amoako.

”Los gobiernos africanos deben combinar sus recursos para crear instituciones regionales de investigación”, opinó el especialista Onesmo Ole MoiYoi, director del Instituto de Biología Celular y Molecular de Nairobi.

”Eso permitiría que africanos muy calificados residentes en otras partes del mundo regresen al continente y contribuyan a la búsqueda de soluciones para Africa”, agregó. (FIN/IPS/tra- eng/sl/ml/mp/dv he sc/02

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