La Nueva Sociedad para el Desarrollo Africano (NEPAD, por sus siglas en inglés), ha logrado respaldo de jefes de gobierno y parlamentarios del continente, pero aún no está confirmado el indispensable apoyo del mundo industrializado.
El Foro de Parlamentarios Africanos, de 500 integrantes, expresó la semana pasada su apoyo a la NEPAD en Cotonou, y afirmó que es preciso reubicar a Africa en la economía globalizada, para combatir la pobreza y mejorar la calidad de vida de sus 600 millones de habitantes.
La NEPAD es una iniciativa de los presidentes Abdelaziz Bouteflika, de Argelia, Thabo Mbeki de Sudáfrica, Olusegun Obasanjo, de Nigeria, y Abdoulaye Wade, de Senegal, adoptada luego por la Unión Africana, lanzada el 9 y el 10 de julio por una cumbre continental en la oriental ciudad sudafricana de Durban.
Ese proyecto busca aumentar la inversión y la asistencia extranjeras, en especial en infraestructura, y la apertura de mercados de países industrializados a productos de Africa, a cambio de democratización, gobernanza y estabilidad, garantizadas por un mecanismo de revisión entre pares africanos.
La NEPAD constituye un nuevo marco de interacción con las naciones industrializadas y los organismos multilaterales, con base en una agenda elaborada por africanos para el futuro de Africa, sostuvo el Foro de Parlamentarios.
Esa iniciativa busca tender puentes sobre la brecha que separa a Africa del mundo industrializado, estimular a los países africanos a reforzar el imperio de la ley, y atraer inversiones para el desarrollo, según Wade.
Los gobernantes africanos esperan que gran parte de esas inversiones porvengan de los integrantes del Grupo de los Ocho, que reúne a los países más poderosos: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia.
En junio de este año, Bouteflika, Mbeki, Obasanjo y Wade fueron invitados a la cumbre del G-8 en el occidental complejo turístico canadiense de Kananaskis, ubicado en montañas cercanas a la ciudad de Calgary, y propusieron que la mitad de los incrementos de asistencia de ese grupo se destinaran a Africa.
Pero Estados Unidos y Japón vetaron la aprobación de esa propuesta, y el G-8 sólo aprobó un plan de acción mediante el cual 12.000 millones de dólares podrían ser destinados a naciones africanas gobernadas en forma justa, por decisiones independientes de cada uno de los ocho países que lo integran.
Las cinco áreas prioritarias de la NEPAD son información y comunicaciones, agricultura, preservación del ambiente, reducción de la pobreza y recursos humanos, que incluye frenar la fuga de cerebros, y combatir la malaria, la tuberculosis y el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
La tesis básica del proyecto es que Africa puede incrementar mucho su producción y sus exportaciones, si desarrolla infraestructura similar a la del mundo industrializado.
Los impulsores de la iniciativa plantean que las viejas metas de desarrollo nacional deben ser sustituidas por la prioridad del desarrollo regional, para aprovechar con mayor eficiencia limitados recursos.
La gran meta de la NEPAD es lograr que el producto bruto del continente crezca siete por ciento por año, en vez del actual 4,3 por ciento anual. Se espera que eso permita lograr en 2015 la reducción a la mitad del número de africanos que viven en la actualidad con menos de un dólar diario.
Según los cálculos de los gobiernos que promueven el proyecto, alcanzar esos objetivos requiere unos 64.000 millones de dólares anuales de asistencia e inversiones para programas de reducción de la pobreza, sanitarios y de reconstrucción.
La NEPAD es ante todo un programa, no un discurso filosófico, aseveró el presidente de Benin, Mathieu Kerekou.
El mayor atributo de la iniciativa es su enfoque pragmático de los problemas de nuestro continente, opinó el presidente del parlamento de Benin, Adrien Houngbedji, quien es también uno de los presidentes de la Asamblea Conjunta (parlamentaria) de Africa, el Caribe, el Pacífico y la Unión Europea.
De las 49 naciones calificadas de países menos desarrollados por la Organización de las Naciones Unidas, 37 son africanas, y los 27 países más pobres del mundo están en Africa subsahariana.
Africa es el único continente en que la pobreza y el analfabetismo de adultos aumentaron en vez de disminuir en los años 90, y el único en que las tasas de asistencia a la escuela y de vacunación de la población infantil disminuyeron en ese periodo.
En la actualidad, casi 60 por ciento de los adultos africanos son analfabetos, menos de la mitad de los niños del continente están vacunados, y 270 de los 300 millones de personas afectadas por malaria viven en Africa.
Desde 1990, el promedio de expectativa de vida al nacer en Africa cayó de 50 a 47 años. Sólo 55 por ciento de los africanos disponen de agua potable y saneamiento, 32 por mil tienen acceso a un teléfono, y apenas nueve por mil poseen una computadora, según el Foro de Parlamentarios.
La NEPAD intenta ofrecer esperanza a las actuales y futuras generaciones de africanos, según el presidente del parlamento de la Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental, Ali Nouhoum Diallo, legislador de Malí
Diallo señaló el fracaso de anteriores proyectos de desarrollo, como el Plan de Acción de Lagos, definido en 1979, o los programas de ajuste estructural recomendados por organismos financieros internacionales, y se preguntó si la NEPAD no ha llegado demasiado tarde.
Su enfoque pesimista de la cuestión tiende a dar la razón a organizaciones no gubernamentales africanas que acusan a la NEPAD de haber sido concebida tras puertas cerradas, sin participación de la sociedad civil, y de no reflejar las verdaderas prioridades africanas.
Es importante que no nos perdamos en una proliferación de programas y proyectos, todos bien intencionados, pero cuya suma exceda nuestra capacidad, advirtió el español Miguel Angel Martínez, vicepresidente de la Asamblea Conjunta de Africa, el Caribe, el Pacífico y la Unión Europea. (FIN/IPS/tra- eng/mb/sz/mn/mp/dv/02