CUBA: De huracán en huracán

El paso de dos huracanes por Cuba con solo 11 días de diferencia confirma el inicio de una intensa actividad ciclónica que puede prolongarse 20 o 25 años.

El huracán Lili siguió el martes casi la misma trayectoria por el occidente de Cuba que el 20 de septiembre había tomado el Isidore y dejó a su paso más familias sin techo y nuevos daños a la economía, pero no hubo muertos.

Los dos huracanes alcanzaron vientos máximos sostenidos de 160 kilómetros por hora y fueron catalogados de categoría dos en la escala de Saffir-Simpson, de un máximo de cinco.

”Ojalá sea el último”, dijo José Rubiera, director del Instituto de Meteorología, al informar a la población sobre el Lili. ”No sabemos” que pasará, ”pero estamos vigilantes”, añadió el especialista.

La temporada ciclónica en el mar Caribe se extiende desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre y Cuba es vulnerable, dada su situación geográfica. Pero desde 1966 no sufría el ataque de dos huracanes en un mismo año.

Entre 1799 y 2001, la población cubana vivió en 21 ocasiones el embate directo de dos o más huracanes en una misma temporada. Se reportaron cuatro huracanes anuales en 1886 y en 1909 y tres en 1895, 1906 y 1933.

Luego de tres décadas de ”relativa calma”, Isidore y Lili confirmaron que estamos ante una nueva etapa de renacimiento de la actividad ciclónica, sobre todo en la zona del mar Caribe, dijo Ramón Pérez, especialista del Centro Nacional del Clima.

Pérez es el autor principal de un estudio sobre los huracanes que azotaron al archipiélago cubano en los últimos 200 años. Según los estimados especializados, el actual renacimiento ciclónico puede continuar hasta 2020 o 2025.

El huracán Lili obligó a evacuar a más de 362.000 personas y a trasladar a sitio seguro a 410.000 animales, aunque aún no se tiene el cálculo de daños económicos.

Los perjuicios causados por Lili se sumaron a los que había dejado Isidore, aunque se consideran mínimos en comparación con las pérdidas provocadas por el huracán Michelle, en noviembre, que llegaron a 1.800 millones de dólares.

”Aquí todos sabemos qué hacer ante un huracán y la televisión lo repite hasta el cansancio. De todas formas se le tiene respeto, sobre todo por los derrumbes”, dijo a IPS Mercedes Ramírez, residente en un edificio de apartamentos de La Habana.

Las lluvias provocadas por Isidore en el occidente del país no fueron intensas en La Habana, aunque hubo más de 50 derrumbes parciales, según José Luis Columbié, funcionario del sector de la vivienda en la provincia.

Los ciclones tropicales han sido identificados como el mayor peligro de origen hidrometeorológico que afronta Cuba.

La isla fue azotada durante el siglo XX por unos 100 ciclones tropicales, de acuerdo con el Informe Nacional presentado a una conferencia sobre gestión local y reducción de riesgo en la cuenca del Caribe, realizada del 17 al 19 de septiembre en La Habana.

Datos del Estado Mayor de la Defensa Civil citados por el Informe Nacional indican que 2,15 millones de los 11 millones de habitantes del país integran la llamada ”población vulnerable en áreas de peligro”.

Del total, 920.000 habitantes son vulnerables a la ruptura de los embalses artificiales, 650.000 se enfrentan al peligro de derrumbe de sus viviendas, 540.000 están amenazadas por inundaciones y 45.000 por deslizamientos de tierra.

En tanto, un estudio realizado sobre inundaciones costeras identifica diferentes niveles de peligro, vulnerabilidad y riesgo para 244 núcleos de población (63 urbanos y 181 rurales) en los que viven 1,4 millones de personas en 350.117 viviendas.

”Estos asentamientos se localizan por debajo de un metro de de altura sobre el nivel medio del mar y a una distancia inferior a los mil metros de la línea de costa”, según el Informe Nacional.

Mientras en zonas urbanas la mayor preocupación se refiere a la vivienda, en las áreas rurales se concentra en la cosecha, amenazada año tras año por largos períodos de sequía que son seguidos de lluvias intensas o vientos fuertes.

”Vivimos de lo que sembramos. El año pasado perdimos toda la cosecha de arroz y frijoles con el huracán. Primero fue la sequía y después Michelle. La tierra no da y lo que da no sirve”, dijo María García, habitante de una pequeña localidad del centro del país.

La situación económica llevó a García y a su esposo, por primera vez en la vida, a pasar una temporada en La Habana. ”Mi hija quiere que vengamos a vivir con ella, pero qué vamos a hacer nosotros en la ciudad”, comentó la mujer, de 74 años. (FIN/IPS/da/ff/en/02

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