Un principio centenario, el del servicio de correos para todos a precio asequible, está amenazado ante el avance de la liberalización, admitieron expertos en una conferencia de la Unión Postal Universal (UPU).
Hasta la venerable UPU, con 128 años de existencia, o por lo menos su carácter de entidad intergubernamental, corre peligro de desaparecer ante el avance de los grupos privados en busca de la explotación de los servicios postales.
El director general de la UPU, Thomas E. Leavey, identificó a la tecnología como uno de los factores que amenaza los cimientos financieros del servicio postal y, en consecuencia, la capacidad de respaldar la red del servicio universal.
La tecnología, a través de la sustitución y de precios cada vez más bajos, sigue haciendo disminuir la demanda de cartas, que continúa siendo la actividad esencial del servicio postal, explicó.
Con las nuevas tecnologías surgió una gran corriente de comunicación alternativa, con variantes que muchas veces son más rápidas, convenientes y económicas que la carta física, reconoció el jefe de la organización fundada en 1874 para congregar a los correos de todo el mundo.
Las cifras suministradas por la UPU, organización que integra el sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), reflejan la contracción del correo tradicional, como ocurre con las oficinas postales esparcidas en el mundo, con preponderancia en países en desarrollo, que disminuyeron de 712.000 en 1995 a 660.000 en 2001.
También se redujo la cantidad de empleados postales, que en el mismo periodo pasó de 6,1 millones a 5,2 millones. El tráfico de cartas creció a 8.540 millones en 1990, cayó a 8.169 millones en 1995 y se ubicaba en 7.476 millones en 2001.
En tanto, el tráfico interno de encomiendas registró un movimiento de 3.198 millones de paquetes en 1990, de 4.295 millones en 1995 y de 4.740 millones en 2001. A su vez, las encomiendas internacionales sumaron 53,7 millones en 1990, 41,9 millones en 1995 y 38,1 millones en 2001.
En esos datos no figuran los del tráfico de operadores privados, muy activos en el mercado de las cartas postales en más de 50 países y también en el de encomiendas, en más de dos tercios de las naciones.
Leavey, en su informe a un congreso convocado esta semana en Ginebra para examinar la estrategia de la UPU, reconoció que el método tradicional de servicio postal igual para todos ya no es apropiado.
Los gobiernos y los operadores postales aceptan que deben ir más allá en la prestación de un servicio universal básico, predominantemente uniforme, comentó.
Por otra parte, también en el acceso a los servicios postales de calidad se registra una brecha entre los países industrializados y el mundo en desarrollo.
No sólo el acceso a los servicios postales es mucho menor en los países en desarrollo, sino que los existentes muchas veces no son de buena calidad, insistió el director la UPU, que tiene su sede en Berna.
Incluso, en muchos países la infraestructura postal no existe o necesita urgente reparación.
En 2001 se despacharon un promedio de 73 unidades por habitante en el mundo. Sin embargo, 415 unidades por habitante correspondieron al Norte industrializado y sólo 17 a los países en desarrollo.
Esa diferencia se refleja también en la estructura creada por los países de las dos áreas. Mientras el Sur procura reforzar la función de la UPU, las naciones industrializadas de Europa y América del Norte se han agrupado en la Corporación Postal Internacional (CPI) por defender sus intereses.
Paul Jackson, presidente de Triangle Group, una compañía privada que presta asesoramiento en el sector postal, declaró en el congreso de Ginebra que la UPU y la CPI deberían fusionarse.
La CPI presta cooperación a las 22 operadoras nacionales que la integran, que movilizan 65 por ciento del tráfico postal internacional, lo cual equivale a casi 290.000 millones de cartas por año.
Pero entre esas operadoras hay algunas empresas de correos tradicionales que han adoptado las leyes del mercado y se expanden hacia otros países, sin renunciar todavía al carácter estatal de su propiedad.
Las cuatro empresas más grandes de Europa son la alemana Deutsche Post, la holandesa TNT Post Group, la francesa La Poste y la británica Consignia. Además de los servicios postales explotan otros renglones más rentables, como encomiendas, exprés, logística y servicios financieros y bancarios.
Los servicios logísticos prestan atención en el campo administrativo, a través del manejo de existencias y del procesamiento de órdenes, y en el nivel físico, con tareas de empaque, despacho, transporte y distribución.
Uno de los directores de Deutsche Post, Gunther Bohm, estimó que en pocos años la mayoría de los países miembros de la UPU habrán seguido el ejemplo de europeos y norteamericanos reformando los servicios postales para adaptarlos a las leyes de mercado.
En ese momento, la UPU ya no podrá seguir funcionando como organización protectora de las compañías postales que operarán conforme a la economía liberal, sostuvo Bohm.
Jackson afirmó que la UPU no debería seguir formando parte de la ONU porque el correo internacional ya no es operado por organizaciones gubernamentales nacionales.
Los correos nacionales ya han perdido en promedio de 30 a 40 por ciento de su tráfico de salida. Por tanto, los gobiernos ya no tienen ningún papel concreto que desempeñar, dijo el empresario postal.
Bohm observó que la UPU no obtiene ventajas por pertenecer al sistema de la ONU, pues no la toman muy en serio otras organizaciones internacionales.
El representante alemán mencionó el caso de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que no ha aceptado a la UPU como participante de las sesiones en que se negocian la liberalización del Acuerdo General sobre Comercio de Servicios.
En la OMC comenzó en enero de 2000 la negociación para profundizar la apertura de los mercados en la actividad de servicios, que comprende rubros como telecomunicaciones, finanzas y bancos, turismo, transporte, salud y educación, entre otros.
El secretario general de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), Rubens Ricupero, advirtió a los miembros de la UPU que no podrán discutir el futuro de los servicios postales sin examinar los vínculos entre esa actividad y las negociaciones de la OMC sobre servicios.
Ricupero observó que, además de prestar servicios, las empresas postales utilizan también servicios de otros sectores, como los transportes marítimo y aéreo.
Sin embargo, esas dos actividades se encuentran entre las más atrasadas en la apertura comercial. En el caso del transporte aéreo, existe una serie de acuerdos aeronáuticos paralelos que regulan la actividad.
En cuanto al transporte marítimo, se verifica una situación curiosa pues uno de los líderes de la liberalización del comercio, Estados Unidos, constituye el mayor obstáculo para la apertura del tráfico marítimo en razón de leyes internas que lo prohiben, dijo Ricupero. (FIN/IPS/pc/dm/ic/02