Indígenas de Estados Unidos se oponen al análisis científico del Hombre de Kennewick, un esqueleto de 9.000 años hallado en el noroccidental estado de Washington y cuyo estudio podría echar por tierra las teorías más aceptadas sobre el origen de la población norteamericana.
Los investigadores presentarán este mes su plan de estudio, luego de una larga batalla judicial de comunidades indígenas para las que los 350 huesos del Hombre de Kennewick deben descansar en paz sin que se los someta a pruebas científicas.
Las investigaciones sobre el esqueleto descubierto cerca del río Columbia, muy bien preservado, podría responder preguntas aún sin respuesta sobre el origen de la población norteamericana, aseguraron los científicos. Un tribunal federal les dio la razón y autorizó los experimentos.
Luego del descubrimiento del esqueleto el 28 de julio de 1996, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército estadounidense anunció que lo entregarían a seis comunidades nativas del cercano pueblo umatilla, de acuerdo con la Ley de Protección y Repatriación de las Tumbas de Nativos Americanos.
La Ley de Protección y Repatriación indica que todas las personas radicadas en América del Norte antes de 1492 y sus descendientes son considerados nativos.
El Cuerpo de Ingenieros no pudo cumplir con su compromiso porque un tribunal federal ordenó en septiembre de 1998 el traslado del Hombre de Kennewick al Museo Burke de Seattle, donde aún se encuentra.
Nuestra religión, nuestra cultura, nuestras instituciones y nuestro sistema de justicia nos indican que esta persona debe ser enterrada nuevamente lo más pronto posible, afirmaron los umatilla en una declaración.
Nuestros ancianos nos enseñaron que una vez que un cadáver es enterrado, debe quedar allí hasta el fin de los tiempos, y que no debe ser tratado como objeto de curiosidad científica, agregaron.
El esqueleto está, según los expertos, 90 por ciento intacto. Perteneció, al parecer, a una persona que tenía entre 45 y 55 años al fallecer. Algunos científicos afirmaron que sus características no concuerdan con las de los nativos americanos típicos.
Autoridades de la tribu umatilla negaron a los arqueólogos autorización para realizar pruebas con sustancias químicas y análisis de ADN que podrían haber determinado el origen étnico del Hombre de Kennewick.
De todos modos, el descubrimiento de eventuales diferencias no cambiará nuestra visión sobre los nativos americanos, dijo el director del Programa de Investigación Arqueológica de la Universidad Metodista Meridional, David Meltzer.
El hecho de que el Hombre de Kennewick no se parezca a un aborigen no significa nada en lo cultural, agregó Meltzer
I don't think this will change our view of Native American ancestry. The fact that Kennewick Man doesn't look to some like a Native American [skeletal type] doesn't mean anything.
Los científicos argumentaron que el esqueleto es parte de la herencia común de Estados Unidos y debería abrirse a todos la posibilidad de estudiarlo.
La demanda de los científicos de estudiar el esqueleto para investigar el origen de la población nativa de América es tan legítima como el interés de los nativos de seguir las costumbres de sus ancestros, dijo a IPS el antropólogo Donald Grayson, curador del Museo Burke.
Restos humanos hallados en América del Norte que datan de antes de 1492 no son aborígenes. En ese sentido, el principio general (de la Ley de Protección y Repatriación) no es correcto, dijo David Meltzer.
Los científicos confían en que los estudios sobre el Hombre de Kennewick dejen sin efecto la teoría de que los primeros pobladores de América del Norte cruzaron el estrecho de Bering desde el noreste de Asia, y que ayuden a probar que el proceso de población del continente fue mucho más complejo.
Los expertos creen desde hace 30 años que los primeros pobladores de América del Norte llegaron allí hace 12.000 años en tres oleadas independientes y desde tres zonas diferentes del planeta.
Pero nuevos descubrimientos sugieren que antes se había registrado un constante flujo de pequeños grupos humanos procedentes de otras regiones del mundo.
Los primeros nativos eran de Iberia, no de Siberia, dijo el antropólogo Dennis Stanford, del Instituto Smithsoniano de la ciudad de Washington, al asegurar que procedían de el norte de España y de Francia.
Esos pueblos cruzaban el mar. No hay razón para que no pudieran hacerlo, afirmó Stanford.
Todos tenemos algo importante que aprender del pasado. La decisión judicial nos permitirá conocer más detalles de uno de los esqueletos humanos más importantes hallados en los últimos tiempos, sostuvo Meltzer.
También nos ayudará a clarificar aspectos de la legislación relativa a los nativos norteamericanos y nos permitirá hallar pistas sobre las afinidades culturales y biológicas de los habitantes de América de tiempos lejanos, agregó.
Pero el antropólogo Tom Grayson Colooneese, de la Facultad de Estudios Nativos de la Universidad de Washington, no está de acuerdo en que los científicos tengan derecho a estudiar el esqueleto del Hombre de Kennewick.
Es como s alguien decidiera exhumar a mi tatarabuela y someterla a experimentos sin permiso de mi familia, dijo Grayson Coloneese.
La Institución Smithsoniana y su Museo Nacional de Historia Natural manifestaron interés en adquirir el Hombre de Kennewick en su colección. (FIN/IPS/tra-eng/dl/ml/mj/cr sc/02