El complejo proceso de elecciones parlamentarias en el septentrional estado indio de Jammu y Cachemira concluyó con relativo éxito este martes, según las autoridades, a pesar de los atentados cometidos por fuerzas separatistas para distorsionar los comicios.
La cuarta y última etapa de las elecciones en este estado de mayoría musulmana, iniciadas el 16 de septiembre, fue la más difícil.
La etapa de este martes se concentró en el distrito de Doda, donde francotiradores de las fuerzas de seguridad de India solían combatir desde helicópteros a los combatientes separatistas ocultos en las montañas.
A pesar de las dificultades, en Doda, donde viven 525.000 de los 10,3 millones de habitantes de Jammu y Cachemira, 52 por ciento de los ciudadanos habilitados acudieron a las urnas.
La jornada había comenzado con una batalla a tiros frente a la alcaldía de la ciudad de Doda, en que murieron dos policías y un militante separatista.
Las cuatro fases de las elecciones concluyeron, según las autoridades indias, con una asistencia a las urnas de 45 por ciento de los habilitados, una proporción considerada elevada dadas las amenazas de violencia realizadas por organizaciones separatistas.
Cincuenta y cuatro por ciento de los habilitados habían participado en las últimas elecciones parlamentarias, en 1996, rodeadas de denuncias de fraude a favor del partido gobernante, la proindia Conferencia Nacional.
Las elecciones que concluyeron este martes también sirvieron de marco para la muerte de al menos 140 civiles y 88 policías y militares a manos de combatientes separatistas. En las tres semanas de campaña electoral murieron unas 450 personas en hechos de violencia política.
La Conferencia Hurriyat, principal alianza separatista, había llamado a la abstención. Por otra parte, las organizaciones islámicas Lashkar-e-Toiba (Soldados de Dios) y Jaish-e-Mohammed (Ejército de Mahoma) advirtieron que atacarían a quienes se acercaran a las urnas con la intención de votar.
Algunos dirigentes separatistas resolvieron presentarse como candidatos, de todos modos.
El gobierno indio asegura que los militantes separatistas son apoyados por el vecino Pakistán, que se repartió Cachemira con India cuando ambos países se independizaron en 1947. Ambos países se disputan el territorio desde entonces.
Entre los asesinados durante las elecciones figura el ministro de Justicia del estado Mushtaq Ahmed Lone, alcanzado por disparos en un acto electoral.
La violencia no fue inesperada, dado el éxito de la convocatoria electoral y la desesperación de los militantes para detenerla, dijo el viceprimer ministro de India, Lal Krishna Advani, en una convención del gobernante partido Bharatiya Janata (BJP) en Gandhinagar, capital del occidental estado de Gujarat.
Noventa mil soldados y policías se apostaron en Doda poco antes de la jornada electoral, entre otras medidas de seguridad adicionales que respondían a la gran presencia de separatistas en el distrito, dijo Advani, también a cargo del Ministerio del Interior.
El analista Yogendra Yadav, del Centro de Estudios sobre Sociedades en Desarrollo, atribuyó la relativamente alta votación en Cachemira a la creciente oposición al gobierno local encabezado por la Conferencia Nacional, socio de la coalición nacional que respalda en India al primer ministro Atal Bihari Vajpayee.
Numerosos votantes de Cachemira también reaccionaron al hecho de que la Conferencia Nacional no condenó con energía la matanza en febrero de unos 2.000 musulmanes en el occidental estado de Gujarat, cometida por extremistas hindúes, sostuvo el dirigente del laico Partido del Congreso en Cachemira Saifuddin Soz.
El presidente de Pakistán, Perfez Musharraf, sostuvo ante la Asamblea Nacional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que las elecciones en Jammu y Cachemira serían otra vez fraudulentas.
La Comisión Electoral india invitó a medios de prensa internacionales a cubrir los comicios en Cachemira y facilitó a diplomáticos su presencia en el estado, si bien no hubo misiones formales de observadores.
Para el gobierno de India, la gran asistencia a las urnas demuestra la legitimidad de su soberanía sobre Jammu y Cachemira. Mientras, Pakistán pretende desacreditar el proceso electoral.
Funcionarios indios afirman que Pakistán, luego de fracasar en sus intentos de separar Jammu y Cachemira de India en tres guerras libradas desde 1947, promueve ahora a los combatientes secesionistas, algunos vinculados con la red islámica Al Qaeda, que están radicados en su territorio.
Los resultados de la votación en Jammu y Cachemira serán la clave para la reanudación del diálogo directo entre India y Pakistán, suspendido desde la guerra no declarada en Kargil en 1999. Nueva Delhi condiciona una nueva ronda de conversaciones a que en los comicios impere la paz.
Pakistán fue creado en 1947 para albergar a los musulmanes del subcontinente indio tras su indepencia de Gran Bretaña. Pero en su territorio no se incluyó el estado de Jammu y Cachemira, cuyo gobernante hindú declaró entonces la anexión de este territorio de mayoría musulmana a India.
Los dos países se enfrentaron en una guerra en 1947, hasta que la Organización de las Naciones Unidas intervino y delineó la denominada línea de control, que opera como frontera entre la Cachemira india y la pakistaní.
Nuevas guerras se sucedieron, en 1965 y 1971, que fortalecieron la línea de control como virtual frontera. Pero en 1999, incursiones de militantes islámicos a través de la línea originaron varios enfrentamientos armados que llevaron a India y Pakistán cerca de una guerra declarada en el distrito de Kargil.
Además de las fuerzas de seguridad dentro de Jammu y Cachemira, India mantuvo 700.000 soldados en la línea de control y en la frontera formal con Pakistán desde un ataque cometido por combatientes islámicos contra el parlamento en Nueva Delhi en diciembre. (FIN/IPS/tra-eng/rdr/js/mj/ip/02