El opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI) responde en México a acusaciones de corrupción con la amenaza de una huelga el 2 de octubre en la compañía petrolera estatal Pemex, cuyo sindicato controla.
La posibilidad de que se realice la primera huelga de Pemex en los últimos 64 años originó en las últimas dos semanas signos de nerviosismo en este país, en que el petróleo financia un tercio del presupuesto del Estado.
Ante la presión inflacionaria, el Banco Central tomó medidas para restringir el dinero circulante en el mercado, mientras la moneda local cayó alrededor de siete por ciento respecto del dólar en el último año.
Además, el riesgo país, indicador de la seguridad de las inversiones que calcula el banco estadounidense J.P. Morgan, subió de 382 puntos el 11 de este mes a 435 este martes, el más alto desde octubre de 2001.
El gobierno de Vicente Fox inició acción penal contra sindicalistas de Pemex por el desvío de más de 150 millones de dólares de la compañía a las cuentas del PRI, dinero con que se habría financiado parte de la campaña presidencial del candidato Francisco Labastida en 2000.
Al principio, el sindicato indicó que su único motivo para amenazar con una huelga en Pemex a partir del 2 de octubre era el pedido de un aumento salarial. Pronto añadieron la defensa de sus dirigentes, dos de los cuales son diputados del PRI que se amparan en sus fueros para negarse a comparecer ante la justicia.
En caso de huelga, el gobierno dejaría de recaudar 35 millones de dólares diarios en concepto de impuestos a la actividad petrolera y 40 millones de dólares por exportaciones de crudo, que suman 1,7 millones de barriles por día, la mayoría dirigidos a Estados Unidos.
También se vería afectada la generación de electricidad y en menos de 48 horas se agotaría la disponibilidad de combustible para vehículos automotores. Pemex es una de las siete principales compañías petroleras del mundo y allí trabajan 100.000 personas.
Con su resistencia, el PRI ha puesto en aprietos al gobierno de Fox y a la economía nacional, dijo a IPS el investigador Carlos Bolaños, de la Facultad de Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México.
El PRI, que gobernó México entre 1929 y 2000, calificó de patraña las acusaciones de corrupción presentadas por el gobierno de Fox contra el sindicato de Pemex.
Pemex monopoliza desde 1938 la exploración, extracción y comercialización de petróleo, aunque para cumplir varias de sus actividades contrata a firmas privadas.
Uno de los puntos nodales del sistema construido por el PRI en sus 71 años era el desvío de recursos públicos al partido gubernamental, y esa es la nuez del asunto en la posible huelga en Pemex, sostuvo el columnista del diario Reforma Miguel Angel Granados.
En un hecho inédito en el último medio siglo, miles de trabajadores de Pemex salieron el miércoles pasado y el lunes a las calles de varias ciudades del país, incluida la capital, para reclamar aumentos salariales y en apoyo a sus dirigentes.
Dirigentes del PRI se reunieron varias veces en los últimos días con el presidente Fox en busca de un acuerdo sobre el caso Pemex. Sin embargo, hasta la fecha no han definido ninguna fórmula de solución.
Portavoces del gobierno insisten en que no dejarán en la impunidad los casos de corrupción, mientras el PRI sostiene que el gobierno mezcla un problema laboral, como el pedido de aumentos salariales en Pemex, con uno penal, las acusaciones de corrupción.
Dirigentes priístas afirman que la acusación judicial presentada por el gobierno es parte de una campaña contra su partido.
El proceso penal sobre el presunto desvío de fondos al PRI no concluyó aún, porque los diputados priístas Carlos Romero, secretario general del sindicato de Pemex, y Ricardo Aldana, tesorero de la organización, se niegan a renunciar a su fuero parlamentario para comparecer ante la justicia.
El PRI es la principal fuerza del Congreso legislativo, pero carece de mayoría. De todos modos, se niega a permitir el desafuero de sus diputados acusados de corrupción.
Uno de los pilares sobre los que operaron los sucesivos gobiernos del PRI fueron los sindicatos, con los que forjaron una alianza estratégica. El hecho impidió que en 71 años se convocaran huelgas generales, medidas de lucha habituales en otros países de América Latina.
Hoy, cuando el gobierno es encabezado por un presidente ajeno al PRI, México afronta la amenaza de la primera huelga de Pemex desde que esa firma fue expropiada a empresas británicas y estadounidenses en 1938. (FIN/IPS/dc/mj/ip/02