Los futbolistas profesionales de Chile acataron disciplinadamente este fin de semana la huelga ordenada por su sindicato, que marca al punto culminante de una crisis de largo aliento, intensificada por la eliminación del seleccionado nacional de la última Copa del Mundo.
Solo los árbitros llegaron el sábado y domingo a los estadios, mientras los jugadores y los técnicos de los 16 equipos de la serie A y los 16 de Primera B (ascenso) desafiaban las amenazas de los dirigentes y dejaban a la afición sin el habitual espectáculo deportivo.
La Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) de Chile, que está encabezada por el empresario de buses Reinaldo Sánchez, tiene prácticamente rotas las conversaciones con el Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup), cuyo líder es el ex jugador Carlos Soto.
El Colegio de Técnicos, presidido por Leonardo Véliz, otro ex jugador, se alineó decididamente junto al sindicato, impidiendo así que se boicoteara la huelga haciendo comparecer en las canchas a los equipos juveniles, como ocurrió en el anterior paro, de 1999.
Los futbolistas exigen soluciones a la ANFP frente a la acumulación de sueldos no abonados en por lo menos la mitad de los 32 clubes profesionales. La mora supera en algunos casos los tres meses.
Las deudas que los dirigentes de los clubes mantienen de manera casi generalizada con las entidades de fondos de pensiones es aún mayor, y constituye otro de los motivos de la paralización ordenada por el Sifup.
La crisis financiera de los clubes entrega ejemplos dramáticos, como el caso de Huachipato, del puerto del mismo nombre, 500 kilómetros al sur de Santiago, y Deportes Temuco, de la meridional ciudad homónima, distante 750 kilómetros de la capital.
Algunos jugadores de Huachipato y de Deportes Temuco han sido expulsados por falta de pago de las pensiones o residenciales en que se alojaban y han debido ser hospedados por compañeros de club.
Pero aún la Universidad Católica, un club con fuerte apoyo de sus socios empresarios y considerado hasta ahora un modelo de buena administración, mantiene deudas con su plantel por concepto de premios, calculadas en unos 500.000 dólares.
La crisis tuvo su episodio más espectacular en enero, cuando Colo-Colo, uno de los dos equipos con más adeptos, fue declarado en quiebra e intervenido por la justicia, que entregó su administración al síndico Juan Carlos Saffié.
El síndico logró mantener a flote el club con un riguroso programa de austeridad, mientras renegocia las deudas con los acreedores.
La Universidad de Chile, que compite con Colo-Colo en cuanto a arrastre popular, también está en una crítica situación financiera, asediada por sus acreedores, y sus jugadores reclaman el pago de primas y salarios pendientes.
El gobierno de Ricardo Lagos reiteró el fin de semana que no intervendrá en la huelga del fútbol, por tratarse de un conflicto entre dos entidades de derecho privado -la ANFP y el Sifup-, aunque no descartó una mediación, siempre que ambas partes se lo soliciten.
Heraldo Muñoz, ministro de la Secretaría General de Gobierno, de la cual depende Chi-Deportes, entidad con rango de viceministerio, señaló que el Poder Ejecutivo seguirá promoviendo, independientemente del curso de la huelga, la aprobación legislativa de dos leyes que a su juicio atacan las causas estructurales de la crisis.
Se trata de un proyecto que permitirá transformar a los clubes en sociedades anónimas, para profesionalizar la tarea de los dirigentes y sobre todo la administración financiera, y del Estatuto de Garantías Laborales para los jugadores del fútbol profesional.
El viceministro de Deportes, Arturo Salah, también ex jugador y ex director técnico, fustigó la semana pasada a Sánchez y a los demás dirigentes, afirmando que conducen los clubes con criterios personalistas, de hace 40 o 50 años.
Salvador Calera, presidente de Unión Española, equipo de la serie A, dio en alguna medida la razón a Salah, al manifestar que todos los clubes de fútbol (profesional) son inviables (financieramente) en estos momentos.
Calera admitió que su club no tiene ya ingresos por cobrar sino hasta junio de 2003 y se ha salvado de la quiebra gracias a generosas donaciones y renegociaciones preferenciales con empresas productivas y financieras vinculadas a la colonia de inmigrantes españoles.
No todos los equipos tienen ese respaldo, y por eso se considera que es necesario buscar soluciones de fondo. Pero la mayoría de los presidentes de los clubes se oponen a la transformación de éstos en sociedades anónimas, con el argumento de que ello no es de por sí una garantía de solvencia.
Una sociedad anónima no garantiza una buena administración ¿Por qué quebró la (empresa estadounidense) Enron, entonces?, se preguntó Calera.
Muchos analistas deportivos sitúan los orígenes de la crisis del fútbol chileno en el progresivo alejamiento del público de los estadios, que se revirtió parcialmente entre 1996 y 1998, cuando el seleccionado nacional se clasificó para la Copa del Mundo de Francia.
La clasificación hizo que el fútbol de Chile aumentara su cotización y que la ANFP pudiera negociar en mejor pie con las empresas televisivas los derechos de transmisión de los partidos, lo cual se convirtió en la primera fuente de ingreso para los clubes.
Ahí comenzaron las cuentas alegres y varios equipos se comprometieron en millonarias contrataciones de jugadores, pensando que la bonanza sería interminable.
Pero desde el inicio de las eliminatorias para el Mundial Corea- Japón 2002 se hizo ostensible un ciclo de decadencia futbolística, graficado en el hecho de que Chile resultó último en la ronda clasificatoria sudamericana.
Las millonarias inversiones hechas a cuenta de hipotéticos retornos por la presencia en el mundial Corea-Japón se transformaron en deudas prácticamente impagables.
La ANFP debió renegociar este año los derechos de televisación bajo modestas condiciones con las cadenas de cable, lo cual trajo la hora de la verdad para los clubes, que redujeron drásticamente sus nóminas, lanzando al desempleo a unos 200 jugadores profesionales.
A la ANFP le llueve sobre mojado, porque Sánchez podría enfrentarse esta semana, además de la huelga, a una demanda judicial de la empresa Sky por incumplimiento de contrato, ya que no hubo partido para televisar este último fin de semana.
Soto, el presidente del Sifup, exige un trato digno para sus compañeros y que se ponga término a la discriminación que él mismo sufrió en su antiguo club, la Universidad Católica, que le redujo las condiciones salariales porque en 1988 apoyó públicamente la campaña del NO a la reelección del dictador Augusto Pinochet.
Años después, Soto abrazó la fe evangélica y hoy niega cualquier vínculo con posiciones políticas de izquierda. Este es un movimiento puramente gremial, afirma. (FIN/IPS/ggr/ff/cr lb/02