PAPUA-NUEVA GUINEA: Líder de la independencia al rescate

El nuevo parlamento de Papúa-Nueva Guinea eligió primer ministro por unanimidad a Michael Somare, líder de la independencia en 1975 y ocupante del cargo en dos periodos anteriores, quien afronta un grave panorama de crisis económica, corrupción y violencia.

Somare, de 66 años, tendrá dificultades para formar una alianza de gobierno, ya que los comicios del mes pasado, además de ser los más caóticos en la historia de su país, repartieron las bancas parlamentarias entre muchos pequeños partidos y legisladores independientes, a menudo enfrentados entre sí durante la violenta campaña.

El partido Papúa-Nueva Guinea Unida (PANGU), liderado por Somare, fue el más votado pero sólo logró 19 bancas en un total de 103. Se presentaron a los comicios 2.875 candidatos, postulados por 43 partidos o en forma independiente, en un país de cuatro millones de habitantes.

Seis bancas no han sido adjudicadas, debido a que grupos armados destruyeron urnas con votos de la central región de las Tierras Altas, además de matar a unas 30 personas durante los comicios, en un clima político enrarecido por numerosos episodios de violencia, intimidación y fraude.

El contenido de decenas de miles de urnas fue robado o adulterado en circuitos electorales de todo el país según las autoridades, que decidieron anular la votación en varias zonas.

En las Tierras Altas se habían registrado 760.000 votos, más que el total de adultos en esa región de casi un millón de habitantes, rica en petróleo y dominada por señores de la guerra. En la provincia de Enga, de esa zona, hubo 2,6 veces más votos que habilitados para votar.

Pero en otras áreas no hubo asistencia a las mesas de votación, y especialistas en asuntos electorales calculan que de un tercio a la mitad de quienes debían estar habilitados para sufragar no pudieron hacerlo, debido a deficiencias del padrón y actos de intimidación.

Gran cantidad de acusaciones de fraude involucran a policías, funcionarios electorales, candidatos y militantes de partidos.

El anterior primer ministro y principal rival de Somare, Mekere Morauta, había destinado dos millones de dólares asignados a la Comisión Electoral a otros fines, para paliar dificultades asociadas con un déficit fiscal de 54,3 millones de dólares en el primer semestre de este año.

Eso contribuyó a que los organizadores de los comicios fueran incapaces de asignar y trasladar funcionarios electorales a regiones alejadas de los principales centros urbanos.

El responsable de la Comisión Electoral, Reuben Kaiulo, no pudo anunciar todos los resultados de los comicios el 15 de julio, como estaba previsto por normas constitucionales, y el gobierno de Marauta le otorgó una prórroga de dos semanas para completar la tarea.

Somare fue designado primer ministro el lunes por 88 legisladores presentes en la sesión correspondiente del parlamento, y su anterior mandato había terminado hace 17 años.

El nuevo jefe de gobierno, líder del movimiento que separó a su país de Australia, prometió salvarlo de una crisis que ha llevado a observadores a calificarlo de ”Estado fallido”.

”Quiero asegurar al pueblo de este país, a sus amigos y a los inversores en él que hemos dado el primer paso hacia la estabilidad”, sostuvo ante el parlamento.

”Papúa-Nueva Guinea está en graves dificultades financieras. Todos deberán ajustarse el cinturón”, advirtió.

”Pensé que había pasado de moda, pero el pueblo aún piensa que puedo realizar una contribución”, añadió.

Morauta dijo en la misma sesión parlamentaria que ”pesa en los corazones de todos la violencia con que se ha ejercido presión en el proceso electoral, que es el sacramento central de nuestra democracia”.

El 14 de julio, cuando sólo se había escrutado parte de los votos y se registraba una escasa mayoría relativa para PANGU, Somare sostuvo que era ilegal extender el plazo para anunciar resultados oficiales.

Marauta replicó que su adversario intentaba ”en forma flagrante llegar al poder por medios no democráticos”, y Somare desistió de presentar una impugnación legal de la prórroga.

Una de las tareas más urgentes para el nuevo gobierno es afrontar el problema de los señores de la guerra que imponen su propia ley en las Tierras Altas y en otras regiones.

”La credibilidad de todo el proceso electoral está en tela de juicio”, dijo a la estatal radio australiana ABC Bill Standish, de la Universidad Nacional de Australia, especialista en las elecciones realizadas en Papúa-Nueva desde 1972.

”Muchos habitantes de Papúa-Nueva Guinea se preguntan si es posible llamar democracia a un país en el cual muchos legisladores llegaron a sus cargos mediante fraude, y algunos afirman que se ha elegido a un parlamento de criminales”, enfatizó.

Standish es el responsable de un estudio de los comicios de julio para el Proyecto de Investigación de Melanesia de su universidad, ubicada en Canberra.

El académico aseguró que había visto a personas de las Tierras Altas apoderarse de grandes cantidades de hojas de votación y marcar en todas ellas al mismo candidato.

El diario Post Courier de Papúa-Nueva Guinea predijo en un editorial que el gobierno de Somare deberá realizar severos recortes del gasto público para que el país sobreviva hasta fin de año.

”En 27 años de independencia, seis personas ocuparon el cargo de primer ministro y encabezaron 11 gobiernos. Esas personas son responsables de la ruina de la democracia, y la ausencia de crecimiento económico y desarrollo”, escribió este miércoles en ese diario Agogo Mawuli, del Instituto Nacional de Investigación. (FIN/IPS/tra-eng/ks/js/mp/ip/02

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