MEDIO ORIENTE: La batalla propagandística

La ciudad de Jenín, en el norte de Cisjordania, es centro de la principal batalla propagandística de la segunda intifada (rebelión popular palestina contra la ocupación israelí), iniciada en septiembre de 2000.

Una investigación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) concluyó el miércoles que no hubo, como se afirmaba desde el bando palestino, una masacre de 500 personas en el campamento de refugiados de Jenín en abril, sino enfrentamientos que concluyeron con unos 75 muertos, 23 de ellos israelíes.

Israel fue acusada de la supuesta masacre cuando avanzaba en Jenín la operación Escudo Defensivo, ordenada por el gobierno de Ariel Sharon para desactivar a grupos que supuestamente organizaban atentados suicidas.

Funcionarios israelíes afirman que las versiones palestinas obligaron a Sharon a poner fin prematuramente a la operación.

Antes de la segunda intifada (la primera fue entre 1987 y 1993), los israelíes se habían acostumbrado a derrotar a los palestinos y al mundo árabe en el campo de batalla y también en el frente de propaganda.

Pero en el actual periodo de insurgencia, los palestinos lograron captar la atención de los medios de comunicación internacionales y los israelíes perdieron buena parte del crédito que habían obtenido en años anteriores.

El 22 de julio, un ataque aéreo contra un complejo de viviendas en Gaza logró el objetivo de matar al líder del ala militar del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), Salah Shehadah, pero junto a él murieron su guardaespaldas, su esposa, su hija y otros 12 civiles, ocho de ellos niños y niñas.

Israel manejó el asunto ante los medios de comunicación de manera confusa e ineficaz. Luego de que Sharon consideró que la operación había sido ”exitosa”, una declaración final del gobierno atribuía la muerte de civiles a un ”error”.

Sin embargo, los israelíes atribuyen sus problemas de imagen no a sus errores sino a un supuesto sesgo propalestino que prevalecería en los medios informativos extranjeros.

”El campo de juego no está nivelado. Nosotros jugamos con reglas democráticas y brindamos acceso abierto a la información y libertad de expresión, mientras nuestra contraparte no hace lo mismo”, dijo el director de la Oficina de Prensa del gobierno israelí, Danny Seaman.

Las restricciones al trabajo de los periodistas en los poblados palestinos no daña, para Seaman, la imagen de Israel. Tampoco que la Oficina de Prensa haya dejado de entregar acreditaciones a los periodistas palestinos que trabajan para medios extranjeros en Cisjordania y Gaza.

Los periodistas extranjeros dependen con frecuencia de sus colegas palestinos para traducir las declaraciones de sus informantes, obtener contactos y analizar los hechos cuando trabajan en Cisjordania y en Gaza.

El fotógrafo Imad Abú Zahra era uno de esos periodistas. Murió el 12 de julio, alcanzado por las balas en la septentrional ciudad cisjordana de Jenín mientras fotografiaba un tanque israelí. Los soldados israelíes que le dispararon aseguran haber respondido al fuego.

”Los periodstas palestinos estamos orgullosos de anunciar que nuestro hermano y colega Imad Abú Zahra se ha convertido en un mártir reportero”, indica un afiche impreso poco después de la muerte, siguiendo la costumbre de homenajear así a las víctimas del conflicto, estén o no involucrados en la lucha armada.

Las numerosas versiones sobre la muerte de Imad Abu Zahra demuestran, en cierto grado, la preocupación de los palestinos por lograr que los medios de comunicación internacionales presten atención a sus sufrimientos.

El fotógrafo de la agencia de noticias palestina Wafa Said Dahlah sostuvo que el tiroteo duró ”largo rato” y que, luego de resultar herido, Abú Zahra tardó 20 minutos en escabullirse del lugar donde lo alcanzó la bala hasta que logró subir a un taxi que lo llevó al hospital.

En cambio, el padre de Said Dahlah, Shawki Dahla, sostuvo que una ambulancia intentó asistir a Abú Zahra pero que no pudo acceder a él debido al tiroteo. Luego, Shawki Dahlah cambió esa versión y sostuvo que él mismo llamó a una ambulancia que nunca llegó al lugar.

Un conductor del servicio de ambulancias de Jenín dijo que no había ningún vehículo disponible cuando el periodista fue herido.

Esas versiones se contradicen con la de un médico del hospital de Jenín, quien afirmó que Abú Zahra no pudo haber sangrado durante 30 minutos, y que, por lo tanto, recibió, con seguridad, atención médica entre 10 y 20 minutos después de recibir el balazo.

Observadores extranjeros que llegaron al lugar donde Abú Zahra fue herido poco antes de que subiera al taxi aseguraron que no escucharon tiros entonces.

Said Dahlah afirmó que Abú Zahra estaba debidamente identificado como periodista. Pero la madre del periodista muerto afirmó que había salido de compras, aunque con su equipo fotográfico en el bolso. Poco antes de ser herido, llamó a su casa para anunciar que regresaría pronto.

Colegas suyos afirmaron que había decidido tomar fotografías de asentamientos judíos alrededor de Jenín.

Corroborar todas estas versiones para alcanzar una que se corresponda con la realidad es el trabajo de los periodistas, pero eso cada vez es más difícil en Palestina.

Eso no cambia el hecho de que soldados israelíes dispararon, con seguridad, contra una persona desarmada que representaba ninguna amenaza. Pero muchas historias se construyeron alrededor de esa historia, y de esas construcciones depende la percepción que el mundo tiene de Israel y de Palestina. (FIN/IPS/tra- eng/fb/ss/mj/ip/02

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