DROGAS-PERU: El lado femenino del abismo

El consumo de drogas creció entre las mujeres de Perú, al punto de que la proporción respecto de los hombres pasó en últimos dos años de una a dos por cada 10 varones adictos.

El avance de la drogadicción entre la población femenina encuentra al país con graves carencias en la atención especializada, que requiere un particular enfoque de género, según expertos.

En un universo de casi 10.000 personas internadas por drogadependencia en centros de salud psiquiátrica o en institutos de rehabilitación existe un solo centro médico especializado en el tratamiento de mujeres.

”Los problemas de las mujeres consumidoras de drogas no son menores, iguales o superiores a los de los hombres consumidores sino que tienen características propias, que necesitan ser tratadas e investigadas desde su propio marco de referencia”, comentó la antropóloga Aymé Buitron.

El único centro asistencial para mujeres es el departamento de fármacodependencia femenina del hospital Hermilio Valdizán, de Lima, creado tras el primer foro científico realizado en Perú, en 1996, en el que se planteó la necesidad de un enfoque de género en el tratamiento del consumo de drogas en este país.

El seminario reunió en Lima al Grupo de Consulta sobre el Impacto del Consumo de Drogas en la Mujer y la Familia, en el que participaron expertos de varios países de América Latina y de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) y del Instituto Interamericano del Niño.

”En esa reunión se concluyó que el problema de abuso y dependencia de sustancias psicoactivas tiene características particulares en las mujeres, desde los distintos ángulos de análisis, ya sean biológicos, psicológicos, familiares, sociales, culturales y de género”, explicó la psicóloga Yolanda Sanez.

”Una visión de género sobre el problema de la drogadicción permite tomar en cuenta las características específicas de los patrones de consumo de las mujeres y, por ende, adoptar estrategias de prevención y tratamiento igualmente diferentes a los de los hombres”, añadió.

El psicólogo Milton Rojas, experto del grupo no gubernamental Cedro, en su ensayo ”Mujeres que consumen sustancias psicoactivas”, describe el perfil de la consumidora promedio de Perú como una mujer soltera, de nivel socioeconómico medio bajo y bajo, desempleada y con antecedentes de bajo rendimiento escolar.

Por su parte, la psiquiatra Marta Rondón, presidenta de la Asociación Peruana para la Salud Mental de la Mujer, anota otra característica en la mayoría de los casos femeninos de consumo de drogas, que es la baja autoestima en su apariencia física y en su nivel intelectual.

”Es cierto que no está claro aún si la baja autoestima es un factor condicionante de consumo o una consecuencia de dicho consumo. Aunque hay teorías al respecto, ese es uno de los temas de investigación pendientes” agregó Rondón.

Rojas apuntó que ”en las familias de las consumidoras suele encontrarse un déficit de comunicación, ausencia o debilidad en las normas y reglas de convivencia y el comportamiento del padre es reportado como básicamente disfuncional, ausente y o caracterizado como irresponsable, infiel, agresivo, proclive a la violencia física o psicológica”.

El estudio de Cedro, la organización no gubernamental más importante del país en el combate contra el consumo de drogas, indica que el patrón de inicio del consumo de mujeres es el alcohol, el tabaco y la marihuana.

En 25,19 por ciento de los casos, las mujeres adictas iniciaron el consumo entre los 10 y los 17 años, que abarca la etapa escolar, y en 9,35 por ciento entre los 18 y los 25 años.

El Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización de Drogas (Pnufid) señaló que una porción importante de los problemas que causan en las mujeres el consumo de estupefacientes no se reflejan en las estadísticas oficiales.

El Pnufid agregó que las mujeres, sobre todo las comprometidas con el comercio de la droga, tienen mayor riesgo que los varones de sufrir consecuencias desfavorables.

Rondón detalló tres grupos de mujeres, no necesariamente excluyentes entre sí, en relación con las sustancias prohibidas y son las consumidoras, las que tienen una pareja o un hijo drogadicto y las que están comprometidas en la producción o mercadeo de sustancias prohibidas.

”Las consumidoras suelen ser juzgadas más severamente que los varones, son percibidas como doblemente transgresoras, porque también se les acusa de incumplir el papel de madre, esposa o cuidadora, factores que agravan y suelen reforzar la compulsión al consumo”, puntualizó.

”No hay en la mayoría de países establecimientos para el tratamiento de mujeres consumidoras con niños pequeños o gestantes”, dijo.

Rondón señaló que ni siquiera existen para atender a las portadoras de VIH (el virus de inmunodeficiencia humana causante del sida). ”Si caen presas deben cumplir sus condenas con sus hijos en la prisión común, en ambientes desfavorables para los pequeños”, comentó.

”En cuanto a las mujeres que son parejas o madres de un drogadicto varón que no trabaja, suelen soportar responsabilidades sociales y económicas abrumadoras, suelen estar expuestas a violencia familiar, a crímenes menores o robos del consumidor o sus amigos”, expresó.

La presidenta de la Asociación Peruana para la Salud Mental de la Mujer destacó, además, que quienes se involucran en la producción de droga, en la cosecha de coca (la mayoría de recolectoras son mujeres) y en la distribución son utilizadas para el transporte clandestino de carga menor.

”Las mujeres comprometidas en la producción y comercio forman parte de los estamentos más bajos en el universo empresarial del narcotráfico y el sector más vulnerable a la represión policial y judicial, mientras que los dueños de las plantaciones y los traficantes están protegidos por las redes de la corrupción”, concluyó.

Por su parte, la médica ginecóloga Alicia García anotó, como otro aspecto destacable del impacto del consumo femenino de drogas, los riesgos de retardo mental de los niños en gestación.

”Estudios internacionales demuestran que los niños expuestos a la cocaína antes de nacer tienen el doble de posibilidades de sufrir retrasos significativos de sus destrezas mentales que los niños cuyas madres no consumieron drogas durante el embarazo”, resaltó la especialista.

García agregó que ”el desarrollo de los sistemas neuronales del cerebro del feto es afectado directa y adversamente por la exposición a la cocaína”.

Es posible que la sustancia constriña el sistema vascular, lo que disminuye la corriente sanguínea a través de la placenta y reduce los niveles de oxigeno en el feto”, explicó la ginecóloga. (FIN/IPS/al/dm/ip he/02

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