DESARROLLO-AFRICA: Entre el hambre y los transgénicos

Gobiernos africanos deben elegir entre el hambre de sus pueblos o autorizar el ingreso de asistencia alimentaria que contiene organismos genéticamente modificados (OGM), que pueden tener impacto sanitario, ambiental y comercial.

Francis Nthuku, del fondo caritativo para Africa Biotechnology Trust of Africa, expreó su convicción de que el consumo de transgénicos puede ser letal, al plantear el dilema en estos términos: ”¿Morir de hambre ahora, o comer (alimentos genéticamente modificados) y morir luego?”.

”A veces, un país hambriento no puede elegir, y debe consumir OGM”, señaló Nthuku.

Otros técnicos y activistas sostienen que los OGM pueden reproducirse y causar daños ambientales de magnitud imprevisible.

El dilema de los gobiernos implicados también se vincula con cuestiones comerciales, ya que temen que la Unión Europea (UE), principal destino de sus exportaciones de alimentos y opuesta a los OGM, les cierre sus mercados.

Un reciente conflicto entre Zimbabwe y Estados Unidos destacó el problema.

El presidente Robert Mugabe rechazó en junio un cargamento de 10.000 toneladas de maíz donado por Washington para aliviar el hambre que afecta a la mitad de los 12 millones de habitantes de Zimbabwe. Mugabe alegó que la presencia de maíz transgénico en ese cargamento implicaba riesgos sanitarios.

Pero finalmente, aceptó a comienzos de este mes recibir el maíz estadounidense, con la condición de que sea molido apenas llegue a Zimbabwe, para que no pueda emplearse como semilla.

Sin embargo, las autoridades aún temen que parte del maíz transgénico sea usado como pienso, y que eso lleve a la UE a suspender compras a Zimbabwe de carne, leche o huevos.

El hambre amenaza al menos a 14 millones de personas en Africa austral, y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calculó que serán necesarios 285 millones de dólares para ayudar a Zimbabwe a sortear su mayor crisis humanitaria de los últimos 50 años.

”Los agricultores africanos no compran semillas para cada siembra, sino que reproducen sus propios cultivos. La asistencia alimentaria en granos será sembrada”, aseguró el científico Ellie Osir, del Centro Internacional de Fisiología y Ecología de los Insectos, con sede en Nairobi, que estudia el impacto ambiental de los OGM.

”Eso implica la introducción de transgénicos a ecosistemas sin los estudios previos necesarios”, indicó.

La institución en que trabaja Osir realiza ensayos con el maíz transgénico BT, de la transnacional Monsanto, modificado para que produzca la bacteria insecticida bacillus thuringiensis (BT).

Tal variedad de maíz se cultiva desde hace tiempo en Estados Unidos, y en los últimos tiempos en Sudáfrica, pero eso no significa que sea buena para Kenia, ya que puede haber perjuicios específicos para determinado ecosistema, alegó el investigador.

La continua producción de BT puede acelerar el desarrollo de resistencia por parte de los insectos. Países industrializados tratan de evitar eso al alternar la siembra de maíz transgénico y no transgénico en grandes áreas, pero tal estrategia es inviable en Africa, donde hay millones de pequeños agricultores, afirmó.

Osir enfatizó que experimentos de laboratorio en el Centro Internacional muestran el desarrollo de resistencia a BT en insectos en plazos breves, y arguyó que es demasiado peligroso estudiar el impacto en ambientes naturales, porque el maíz OGM podría diseminarse.

Además, el maíz BT puede afectar a insectos benéficos, e ”interferir con la cadena alimentaria”, advirtió.

Agricultores canadienses que producen sin fertilizantes ni pesticidas artificiales para lucrativos mercados, en su mayoría europeos, demandaron a las transnacionales Monsanto y Avantis por ”contaminación” de sus cultivos con polen de OGM transportado por el viento, que les hizo perder clientes.

Por otra parte, productoras de semillas transgénicas han demandado a agricultores en cuyas tierras crecen sus productos por no pagar las semillas, aunque no hubiera pruebas de siembra intencional.

Pese a los riesgos, el cultivo de OGM promete grandes beneficios. En la actualidad, la mitad de cada cosecha de maíz de Kenia se pierde debido a factores que serían eliminados con el uso de la variedad BT.

”Siempre hay riesgos imprevistos al usar una nueva tecnología”, señaló el científico Francis Nanga'ayo, de la Institución de Investigación Agrícola Keniata.

”Eso no se resuelve con histéricos debates y gente que dice 'La biotecnología es mala. Punto'. Hay que discutir en forma equilibrada cuestiones científicas y éticas”, sostuvo.

”En la medida en que hay capacidad científica para averiguar si los OGM son peligrosos, no veo cuál es el problema. Se debe permitir que los científicos investiguen, y luego informar a los consumidores”, alegó.

Sin embargo, algunos países africanos carecen de medios adecuados para realizar sus propios estudios, y no pueden esperar a contar con ellos cuando sus poblaciones comienzan a morir de hambre. (FIN/IPS/tra-eng/ks/mn/mp/dv/02

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