El juez español Baltasar Garzón denunció este miércoles el terrorismo ejercido desde el Estado, al intervenir en la jornada final de la conferencia internacional Paz en la Paz, que reúne a personalidades políticas y culturales y a activistas de derechos humanos de todo el mundo.
Garzón, que cobró renombre internacional al solicitar el arresto del ex dictador chileno Augusto Pinochet en Londres en 1998, fustigó las represalias contra la población civil en Palestina y dijo que aún no se formularon cargos contra los afganos, supuestos guerrilleros talibanes, detenidos desde enero por Estados Unidos en la base naval de Guantánamo, oriente de Cuba.
La primera Conferencia Inernacional sobre la Paz y el Desarrollo Paz en la Paz, inaugurada el lunes, fue organizada por el Senado de Puerto Rico y la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, del ex presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz Oscar Arias.
Garzón fue el expositor principal de la primera sesión del panel Guerra en la paz: las víctimas inocentes, en el cual intervinieron también la religiosa Mary Ann McGivern y los economistas Robert Schwartz y Lloyd Dumas, todos ellos de los Estados Unidos.
El magistrado español exhortó a la conferencia de Puerto Rico a dar un apoyo franco al Tribunal Penal Internacional, al que calificó como la primera gran iniciativa a favor de la justicia y la paz desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La creación de esa corte, ratificada por la Organización de las Naciones Unidas este año, no ha sido aceptada por Estados Unidos.
El siglo XX tuvo una historia común de violencia, expresada en guerras, movimientos guerrilleros y terroristas de cualquier signo, señaló Garzón, quien advirtió el factor casi generalizado de impunidad que cubrió los crímenes contra la humanidad.
Fue también, añadió, fue un siglo de contradicciones, con respuestas internacionales frente a estos fenómenos desde la II Guerra Mundial, que crearon tres excepciones en ese marco de impunidad.
Esas excepciones fueron el tribunal militar de Nuremberg, que juzgó a jerarcas y criminales de guerra de la Alemania nazi luego del conflicto mundial, y posteriormente los tribunales especiales para crímenes de lesa humanidad en Ruanda y en la ex Yugoslavia, explicó el jurista.
En el escalón inferior de la violencia está el terrorismo, como fenómeno generalizado característico del siglo XX, aunque nació antes. Es más intenso en algunos países que en otros, como en España, donde constituye una lacra desde hace más de 30 años, dijo el juez.
El terrorismo, como defensa de ideas políticas desde las armas es una característica de todos los países, pero nadie parecía darse cuenta de ello hasta (los atentados de) el 11 de septiembre (de 2001) en Estados Unidos, indicó.
En tanto no se veía, o no se quería ver, el terrorismo era ignorado igual que la guerra y la pobreza y se le consideraba un producto autóctono de algunos pocos países. Hasta que, agregó Garzón, con los atentados a las Torres Gemelas y el Pentágono, se asume que es un fenómeno global, que incluso puede alcanzar al país más protegido, como Estados Unidos.
Este descubrimiento del terrorismo se dio también en un marco de crisis de la confianza de los ciudadanos en las instituciones, aún en aquellos países de economía más sólida y alineados en la defensa de los derechos humanos, acotó el juez.
Desde el 11 de septiembre de 2001 está presente otra situación menos evidente en el contexto de las respuestas de los gobiernos ante el terrorismo, que tiende a ignorar los derechos humanos, advirtió Garzón.
Ni siquiera los atentados más atroces pueden hacer que cambiemos el discurso, que traspasemos la línea del estado de derecho, que es la que diferencia a un bando (el terrorista) del otro (el institucional). El discurso de los derechos humanos no admite fisuras. O se respeta o nos echamos a la selva, subrayó el magistrado.
Estos aspectos deberían estar claros, pero día a día se descubre que no lo están, afirmó.
Resulta extraño tal vez que los medios de prensa hablen de caza física de los hombres, observó el juez.
Sin embargo -continuó- para luchar contra el terror de terroristas suicidas se ataca a sus familiares y se destruye a toda una aldea o ciudad, donde se supone que están esos terroristas.
O estamos luchando contra el terrorismo desde la legalidad o nos convertimos en lo que queremos perseguir, sentenció el magistrado, fustigando a aquellos gobernantes que permiten la existencia de escuadrones de la muerte o de bandas paramilitares.
El terrorismo desde el Estado es tan grave y pernicioso como el terrorismo contra el Estado, subrayó Garzón.
El juez español dijo que las normas internacionales impuestas desde Estados Unidos tras los atentados de Nueva York y Washington divide al mundo en buenos y malos y lamentó que la convención sobre el terrorismo adoptada este año por la Unión Europea caiga en esa misma dicotomía.
No es aceptable que hasta el día de hoy no se sepa cuáles son los cargos contra las personas que están en (la base de Estados Unidos en) Guantánamo, por su pertenencia a Afganistán o supuesta pertenencia al Talibán. No hay calificación jurídica de esas personas, no se sabe de qué se les acusa, dijo Garzón.
El magistrado explicó que aceptó venir a esta conferencia porque cree que la lucha contra la impunidad, por el derecho y la paz, no es la labor de un gobierno o un juez, sino de toda la sociedad civil.
Es el silencio el que permite que se produzcan situaciones como las que estoy denunciando, insistió Garzón.
Pese a la herencia de violencia e impunidad del siglo XX y a las críticas condiciones en que nació este milenio, Garzón cree que hay soluciones, en la medida de que la paz se asuma como un concepto integral, por derechos equitativos entre hombres y mujeres y bajo la voluntad de luchar contra el armamentismo atroz y sin sentido.
En esa línea, el juez llamó a apoyar la Corte Penal Internacional, como un instrumento eficaz para aplicar el derecho contra de la violencia y confirmar la justicia como la base de la paz. (FIN/IPS/ggr/ff/hd/02
