(Arte y Cultura) TEATRO-CUBA: La inquietante voz de Virgilio Piñera

Las modas van y vienen, pero no pasa lo mismo con Virgilio Piñera, el mayor dramaturgo cubano del siglo XX, fallecido en 1979 y cuyas obras, censuradas hasta mediados de los años 80, se suceden ahora una y otra vez en las salas de teatro.

Piñera, censurado en vida por su homosexualidad y sus verdades expresadas a voces, es quizás el autor más estudiado y publicado en Cuba desde el inicio de su rehabilitación, hace más de 10 años.

Hasta el diario Granma, órgano oficial del gobernante Partido Comunista, anunció como una fiesta para los meses de julio y agosto la puesta en escena por el grupo Teatro de La Luna de cuatro piezas ”nada envejecidas de Piñera”.

Entre las grandes novedades, aparece la representación de ”Los Siervos”, una polémica obra escrita por Piñera en 1951. El texto presenta un mundo en el que todos llegaron a la felicidad, identificado con el comunismo.

Paradójicamente, en ese ”mundo feliz”, donde los personajes tienen nombres rusos en una clara alusión a la entonces Unión Soviética, hay una persona que quiere seguir siendo un siervo.

”'Los Siervos' es una obra súper difícil e iconoclasta. Su puesta en escena es un ejemplo de la apertura que ha vivido el teatro cubano en los últimos años”, dijo a IPS el dramaturgo Amado del Pino.

Así van y vienen los personajes de Piñera. Un pacífico hombre se convierte en un asesino, un humilde barbero es consagrado como si fuera Jesús, lo que debía ser un coro griego se convierte en una guajira bien cubana.

”Aunque yo te quiera más que a nada en el mundo, no vuelvas a este maldito país. ¡Calores, políticos y cucarachas!”, grita uno de los personajes de Aire Frío, una obra de 1959 en la que el autor volvió sobre una de sus obsesiones: la insularidad vista como cárcel.

Sin embargo, según Del Pino, ”este regreso constante a Piñera empieza a agotarse. Sin dejarlo a un lado, sería hora de ver puestas contemporáneas tan inquietantes como las suyas”, apuntó.

Del Pino, quien escribe un libro sobre lo ocurrido con el teatro cubano tras cada estreno de Piñera, sitúa el inicio del auge de este dramaturgo en el ascenso a las tablas en 1990 de ”Dos viejos Pánicos”, que fuera premiada por la institución cultural Casa de las Américas en 1968.

A su juicio, esta irrupción del autor de Aire Frío ”tiene que ver con que había una sed acumulada en Cuba por la irreverencia, la crudeza y el sentido paranoico de su teatro y del propio Virgilio”.

Piñera nació en Cárdenas, un pueblo situado a unos 150 kilómetros de La Habana, y, según cuenta en su autobiografía ”La vida tal cual”, desde muy temprano supo que había llegado al mundo con un destino trágico.

”No bien tuve la edad exigida para que el pensamiento se traduzca en algo más que soltar la baba y agitar los bracitos, me enteré de tres cosas lo bastante sucias como para no poderme lavar jamás de las mismas. Aprendí que era pobre, que era homosexual y que me gustaba el arte”, escribe Piñera.

”Desde entonces y hasta su muerte en 1979, Virgilio Piñera sería pobre, homosexual y artista, y sufriría todos los castigos que esas tres 'cosas sucias merecen'”, comentó a IPS el periodista y novelista Leonardo Padura.

Piñera empieza a sufrir las reacciones de una sociedad ”tan pacata como corrupta” en la Cuba de los años 40, ”cuando comienza a publicar sus primeros versos y relatos y a montar sus primeras piezas teatrales memorables”, apuntó Padura.

”Ya en aquellos tiempos, Piñera se niega a acatar normas sociales, estéticas, morales y hasta políticas, aún cuando no fuera jamás un hombre político, y dedica buena parte de sus esfuerzos literarios y periodísticos a manifestar sus inconformidades y su disidencia con un universo hostil”, agregó.

De esta actitud ”negativa” de Piñera surgió lo que el fallecido ensayista Rine Leal ha llamado la estética de la negación, ”la que lo situaba siempre como un francotirador al que se temía por lo eficaz de sus disparos”.

”Los años demostrarían que esa negación, que en realidad nunca abandonó, era la forma en que él asumía una cultura de resistencia frente a los valores congelados, la retórica y la mentira establecidas, el acomodamiento y la superficialidad y la indiferencia social frente a la inteligencia”, sostuvo Leal.

Piñera, autor de unas 20 obras de teatro, también divulgó varios cuadernos de poesía, novelas y cuentos, pero vivió los últimos 10 años de su vida en el ostracismo total, pues estaba prohibido publicar sus libros, montar sus obras y hasta mencionar su nombre.

Los años 70 en Cuba, recordada como ”la década gris” de la cultura, se caracterizaron por el dominio de una burocracia cultural, que estableció parámetros que debían cumplir las obras de arte y los artistas para poder tener un espacio.

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe