(Arte y Cultura) CINE-RUMANIA: Hollywood invade Potigrafu

Potigrafu, una pequeña y pintoresca aldea de Rumania en medio de 90 hectáreas de bosque y estupendos paisajes, es el escenario de una producción cinematográfica de Hollywood.

La australiana Nicole Kidman, el británico Jude Law y el canadiense Donald Sutherland son algunas de las estrellas a quienes se puede encontrar por la aldea, que hasta hace pocos días muy poca gente visitaba.

En Potigrafu, ubicada a pocos kilómetros de Bucarest, se filma ”Montaña fría” (”Cold Mountain”), una película de alto presupuesto sobre la guerra civil en Estados Unidos, dirigida por Anthony Minghella, ganador del Oscar por ”El paciente inglés” (1996).

Su bien conservado campo y los bajos costos hacen a Rumania el destino favorito de muchos productores de cine estadounidenses. A los extras se les paga 10 dólares por día y un castillo medieval puede ser alquilado por pocos miles de dólares a la semana.

Los habitantes de la aldea, la mayoría agricultores, encontraron trabajo como extras o alquilan sus tierras para escenas bélicas.

”Gano muy buen dinero, que me ayudará a vivir con mi familia sin problemas el año que viene”, dijo Sandu Vasila, quien de otra manera ganaría menos de 100 dólares al mes.

Rumania figura entre las naciones más pobres de Europa oriental. Cerca de 30 por ciento de su población de 22 millones de personas viven por debajo de la línea de pobreza.

Las últimas películas filmadas en Rumania, ”Por siempre Callas” (2001), de Franco Zeffirellli, y la polémica ”Amén” (2002), de Costa Gavras, le abrieron el camino a la producción de Minghella.

”La industria del cine traerá a Rumania 10 millones de dólares este año”, dijo Vlad Paunescu, de Castel Films, compañía rumana que también participa en la producción de ”Montaña fría”.

Pero no todos están contentos. Los cineastas rumanos, por ejemplo, consideran que la proporción de películas estadounidenses en exhibición en las salas locales es excesiva.

”Los rumanos se van a hartar de las películas estadounidenses. Hay demasiadas y van a acabar con la moribunda industria local”, advirtió un director que no quiso ser identificado.

Los 25 largometrajes más vistos en Rumania en 2001 fueron todos producciones o coproducciones estadounidenses, y ése fue un buen año para la industria local, que llegó a filmar cuatro películas. En 2000 no se produjo ninguna.

El cine rumano tuvo gran éxito bajo el régimen comunista (1948- 1989), cuando se realizaron, con subsidios del gobierno, muchos filmes que alcanzaron la categoría de clásicos, en especial por el uso del humor.

Las empresas de producción y distribución de películas crecieron de tal forma que, en la década del 80, se filmaban entre 20 y 25 por año y algunas de ellas ganaron premios en festivales internacionales.

La crisis económica que vino con el fin del comunismo a fines de los 80 también afectó seriamente a los cineastas, y las pocas películas que se hicieron en los 90 fueron policiales y de bajo costo.

”La medida para conocer el estado de salud del cine de un país es el número de películas que se producen por año. Pero ahora en Rumania se cuentan cuántos años pasan para que se haga un filme”, dijo la crítica de cine Cristina Corciovescu.

La turbulenta era postcomunista profundizó la crisis moral y espiritual entre los rumanos, y las películas pornográficas y de acción, dieta clásica de la televisión barata, son una válvula de escape para el público.

”A cada vez menos gente le interesa ir al cine. Una noche en el cine es muy cara para los pobres, y la televisión no cuesta nada”, dijo Constantin Valurenau, un ingeniero de 45 asños.

Como en gran parte de Europa oriental, el negocio del cine está en crisis. De los 200 millones de personas que acudían por año al cine en los 80, se pasó a 130 millones en los 90 y a menos de 10 millones en 2000.

En estas condiciones, el futuro de la industria de cine rumana parece bastante difícil.

”Es tiempo de un nuevo comienzo. Pero necesitamos fuertes productores locales que son difíciles de hallar debido a las duras condiciones económicas”, dijo Tudor Giurgiu, un joven de 30 años que anhela convertirse en director de cine.

Hasta que la situación mejore, Rumania seguirá apelando a Hollywood. (FIN/IPS/tra-eng/mc/ss/rp/mj/cr/02

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