(Arte y Cultura) CINE-BRASIL: Infierno en la ciudad de Dios

La violencia en las ”favelas”, los barrios pobres y hacinados de esta ciudad brasileña, ganó su más contundente expresión en un largometraje que será exhibida en salas comerciales desde fines de este mes.

”Cidade de Deus” (Ciudad de Dios), del realizador Fernando Meirelles, narra como el narcotráfico pasó a dominar las favelas y la historia de tres generaciones de bandas de criminales que se suceden en el barrio en poco más de una década, con una cantidad espeluznante de asesinatos.

El filme fue aplaudido con gran entusiasmo en el último Festival de Cannes, en su estreno mundial fuera de competición, y calificado de impresionante y arrebatador por críticos de varios países, que lo compararon con ”Buenos compañeros”, del estadounidense Martin Scorsese.

El tratamiento de un problema preocupante como la violencia desatada en las favelas, presentado de forma impactante, cruda y eficiente, augura una brillante carrera de la película tanto en Brasil, que se estrena el 30 de este mes, como en el exterior.

El título del filme no podría sino repetir el de la novela en que se basó, la cual preserva el nombre de un barrio que es una obra maestra del humor negro. ”Ciudad de Dios” es un infierno construido por políticas equivocadas que vienen agravando las desigualdades sociales de que Brasil es campeón.

El conjunto de viviendas populares construidas entre 1962 y 1965 en la zona oeste de Río de Janeiro tuvo por fin acoger pobladores de favelas céntricas, que el poder y las elites locales querían expulsar hacia la periferia de la ciudad.

Pobladores de 60 pequeñas favelas, muchas destruidas por incendios provocados, fueron asentados en el nuevo y lejano barrio, junto con desplazados por las grandes inundaciones de 1966. En la actualidad viven en ”Ciudad de Dios” más de 120.000 personas.

La historia contada en la película comienza en los primeros años del barrio, cuando tres jóvenes, llamado el ”Trío Ternura”, inauguraron la saga de la delincuencia local. Era la época romántica de asaltos a camiones de distribución de gas embotellado, a hoteles y comercios en los que se evitaban las muertes.

Pero un niño que acompañaba el trío, Dadinho, ya revelaba entonces su vocación y se preparaba para convertirse en el jefe del crimen organizado, identificando las potencialidades del naciente tráfico de drogas y asesinando adversarios para dominar el gran negocio ilegal en el barrio.

Dadinho, ya adulto, cambia su nombre por el de Zé Pequeño y por varios años se constituye en el poder incuestionable del barrio, prohibiendo asaltos y delitos menores, imponiendo su orden y aparente tranquilidad en base a una crueldad personal y un camino tapizado de cadáveres.

Una serie de asesinatos, venganzas y accidentes provocaron la erosión del imperio y armaron una banda rival.

El enfrentamiento entre los dos grupos dejó decenas de muertos y Zé Pequeño termina asesinado por niños de unos 13 años, integrantes de la nueva banda ”Caja baja”, que iniciará el tercer reinado de la criminalidad local.

Meirelles, de 47 años, llega al largometraje dramático con ”Ciudad de Dios”, después de transitar por la publicidad y dirigir una película infantil e innovadores programas de televisión educativa.

En la codirección de la película aparece Katia Lund, fundamental por haber hecho varios documentales sobre favelas y narcotráfico en Río de Janeiro.

Pero lo más importante en la película es la capacitación de actores no profesionales en su casi totalidad. Ese trabajo demandó casi un año de preparación y ensayos, antes encarar el rodaje realizado entre junio y agosto del año pasado.

Los directores y guionistas buscaron, y consiguieron, ser fieles al libro en que se basó la película. La novela tiene 540 páginas y 250 personajes. Aunque hubo una fuerte reducción, igualmente fueron necesarios 60 actores principales, 150 secundarios y 2.600 extras.

Centenares de jóvenes y niños de las mismas favelas fueron seleccionados para las clases, gran parte proveniente de grupos teatrales comunitarios.

Un niño obligado por el jefe del narcotráfico elegir entre dos niños para matar a uno de ellos a tiros es una de las escenas ”fuertes”, que exigió el máximo de los pequeños actores, apuntó Meirelles, para describir el duro trabajo de preparación.

La opción por mantener la estructura del libro y mostrar un gran panel de la violencia en Río de Janeiro, con decenas de historias personales y de pequeños grupos, obligó a reunir esa multitud de actores. La vía tradicional, de elegir una historia como eje, no serviría al objetivo de reflejar la realidad, añadió el director.

Otro problema superado fue filmar en favelas controladas en la vida real por traficantes, a los cuales Meirelles debió pedirles autorización para filmar. La parte inicial de la película se hizo en un conjunto residencial nuevo, similar a ”Ciudad de Dios” en su comienzo.

Para relacionar todo, se utilizó la figura de un narrador, llamado Buscapé, hermano menor de uno de los primeros delincuentes, testigo de la evolución del crimen que logró sobrevivir y realizar su sueño de hacerse fotógrafo profesional.

El montaje cumple un importante papel en crear el clima pretendido. Planos más largos al inicio, cortes que se van acelerando y siendo menos regulares hasta convertirse en frenéticas en la parte final, de tensión extrema. (FIN/IPS/mo/dm/cr/02

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