AMBIENTE: EEUU y Canadá contra la corriente

Canadá y Estados Unidos, dos países de América del Norte que ejercen un claro liderazgo económico y político mundial, reman contra la corriente en cuestiones de ambiente y desarrollo sustentable.

Ambos países lograron ciertos avances en materia de desarrollo sustentable desde la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro, pero no fueron suficientes para reducir el impacto mundial de sus actividades, de acuerdo con estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

El consumo de gasolina por persona es nueve veces mayor en Canadá y Estados Unidos que en el resto del mundo, calculó un estudio del Pnuma divulgado a mediados de este mes.

Con cinco por ciento de la población mundial, ambos países liberaron en la atmósfera más de 25 por ciento de las emisiones planetarias de dióxido de carbono, el principal de los gases invernadero a los que la mayoría de los científicos atribuye el recalentamiento de la Tierra, indica el informe.

La emisión estadounidense de gases invernadero habrá aumentado 43 por ciento para 2020, según previsiones de la propia Agencia de Protección Ambiental del gobierno divulgadas a comienzos de este año. El presidente George W. Bush le restó importancia al informe.

La degradación de los suelos y la pérdida de humedales continúa siendo un gran problema en América del Norte, aunque Canadá y Estados Unidos retiraron buena parte de los residuos tóxicos de los fronterizos Grandes Lagos y declararon área protegida más de 10 por ciento de sus territorios, según el estudio del Pnuma.

Bush anunció que no tramitará ante el Congreso legislativo la ratificación del Protocolo de Kyoto, convenio internacional que obliga a los países a reducir la emisión de gases invernadero, que se liberan en la atmósfera por la quema de combustibles fósiles como los derivados del petróleo, el gas y el carbón.

El protocolo aprobado en 1997 fue firmado por el antecesor de Bush, Bill Clinton, pero el actual mandatario considera que su implementación perjudicaría la economía nacional, pues implicaría una supuesta reducción del transporte automotor y de la actividad industrial.

Por su parte, el primer ministro canadiense Jean Chretien, que había firmado el acuerdo en 1997 y continúa respaldándolo, ahora presiona a la comunidad internacional para modificarlo porque, de mantenerse tal como fue aprobado, sus empresas deberán afrontar una competencia desleal de su vecino estadounidense.

Poco después de la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de Janeiro en 1992, el gobierno de Estados Unidos creó un Consejo Presidencial para el Desarrollo Sustentable.

Sin embargo, ”la mayoría de la población estadounidense probablemente no sepa qué significa” el desarrollo sustentable, dijo el director del programa internacional del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales en Washington, Jacob Scherr.

La contaminación industrial y el consumo excesivo de recursos son obstáculos crecientes para el desarrollo sustentable en Estados Unidos, afirmó Scherr.

En cuanto a Canadá, ”si hubo algún progreso en los últimos 10 años, éste se registró a nivel de municipalidades” y no por acciones del gobierno central, sostuvo la activista Elizabeth May, de la organización Sierra Club.

”Algunos gobiernos locales prohibieron el uso de pesticidas y tomaron medidas contra los gases invernadero. Esos pasos son bienvenidos, pues demuestran que es posible actuar, pero en conjunto estamos pasando un mal momento”, agregó May.

De todos modos, la activista destacó el respaldo de Chretien al Protocolo de Kyoto, aunque es poco probable que el jefe de gobierno logre anunciar la ratificación del convenio en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible que se celebrará en Johannesburgo, Sudáfrica, desde el 26 de este mes.

Mientras, Bush anunció que no asistirá a la cumbre, convocada hace años para evaluar los avances registrados desde 1992 en la conferencia de Río de Janeiro.

A pesar de esas deprimentes estadísticas, Scherr cree que muchas personas y empresas de Estados Unidos abrazaron la causa del ambiente.

”A nivel nacional, la idea del desarrollo sustentable no tuvo el impacto que se esperaba, pero la Agenda XXI”, el plan de acción mundial aprobado en Río de Janeiro, ”tuvo, de algún modo, impacto a nivel comunitario”, dijo el activista.

Eso explica, por ejemplo, la mejor calidad del agua en áreas urbanas, afirmó Scherr.

El compromiso de la comunidad quedará en evidencia en la Cumbre, pronosticó.

”En Johannesburgo se verá que todavía existe un movimiento global, una especie de mundo Internet”, diferente del modelo geopolítico tradicional controlado por los líderes nacionales, sostuvo Scherr.

Se prevé que al menos 100 jefes de estado y de gobierno asistan a la Cumbre. ”Muchos buscarán visión y conducción de esos líderes, pero habrá otras 40.000 personas allí”, concluyó Scherr. (FIN/IPS/tra-eng/ml/mn/mj/en dv/02

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