AFGANISTAN: Panorama inestable y nuevos riesgos

La inestabilidad en Afganistán persiste nueve meses después de que Washington declarara terminada en ese país la primera fase de su campaña internacional antiterrorista, pero Estados Unidos ya prepara una segunda fase en Iraq, riesgosa para Kabul.

Este mes, tropas estadounidenses desplegadas en territorio afgano volvieron a ser atacadas por francotiradores y mantuvieron escaramuzas con remanentes del movimiento Talibán, que controlaba la mayor parte de Afganistán antes de la ofensiva de Washington, y la organización Al Qaeda (La Base), aliada con ese movimiento.

Al Qaeda, dirigida por el saudita Osama bin Laden, es acusada por el gobierno estadounidense de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, y un objetivo principal de la ofensiva en Afganistán fue capturar a Bin Laden, a quien el Talibán brindaba refugio, pero esa meta no se alcanzó.

Tampoco fue capturado el mulá Mohammed Omar, líder del Talibán.

Por otra parte, errores y accidentes vinculados con las operaciones militares de Washington en Afganistán han causado en los últimos meses la muerte de soldados estadounidenses y civiles afganos.

El 7 de este mes murieron 15 personas en un ataque de combatientes de Al Qaeda contra un destacamento militar del gobierno interino afgano cerca de Kabul, que resultó el más cruento desde la rendición del Talibán en noviembre.

Un día antes, un soldado estadounidense murió en una escaramuza cerca de la meridional frontera afgana con Pakistán.

Un ataque de Washington contra Iraq tendría repercusiones en Afganistán, ya que entre ambos países está Irán, definido por el presidente estadounidense George W. Bush a comienzos de este años como uno de los tres integrantes del ”eje del mal”, junto con Corea del Norte e Iraq.

La derrota del Talibán y los acuerdos para formar un gobierno interino entre facciones afganas que se le oponían, incluyendo la Loya Jirga (asamblea de representantes de tribus) realizada en junio, no lograron consolidar la estabilidad esperada tras la ofensiva estadounidense.

La Loya Jirga, convocada para establecer un plan de transición hacia la democracia, confirmó al gobierno interino encabezado por el presidente Hamid Karzai, al cual encomendó preparar durante los próximos dos años una nueva Constitución y la realización de elecciones libres y limpias.

En las actuales circunstancias, pueden preverse tres graves conflictos en Afganistán.

El primero es el que ya enfrenta a Karzai con la llamada Troika Tajik, integrada por el ministro de Defensa, Qasim Fahim, el ministro de Relaciones Exteriores, Abdulá Abdulá, y el ex ministro del Interior, Younis Qanooni, relegado por el presidente al Ministerio de Educación.

Fahim, Abdulá y Qanooni son integrantes de la minoritaria etnia tajik, de idioma persa, que busca el predominio sobre la mayoritaria etnia pashtun, de idioma pashto, a la cual pertenece Karzai.

Los tajikos, vinculados con Tajikistán desde el punto de vista étnico y con Irán por el idioma, son cerca de 25 por ciento de los 22 millones de habitantes de Afganistán, mientras los pashtun, de la misma etnia que 20 milones de pakistaníes, son cerca de 60 por ciento de la población afgana.

A su vez, la etnia hazara tiene vínculos con Irán por compartir la variante shiíita de la religión musulmana, y el vecino Uzbekistán es el referente externo de la etnia uzbeka.

Los pashtun eran la etnia predominante en el Talibán, y a eso se debe en gran medida que no haya muchos de ellos en el gobierno interino, acordado por integrantes de otras etnias que lucharon contra ese movimiento.

El asesinato el mes pasado del vicepresidente Haji Qadeer, pashtun como Karzai, alteró la delicada relación de fuerzas étnicas en el gobierno interino.

Los responsables de ese homicidio no han sido identificados, y Karzai decidió tras la muerte de Qadeer transferir la responsabilidad de custodiarlo, que estaba en manos del Ministerio de Defensa, a las Fuerzas Especiales estadounidenses desplegadas en Afganistán.

La semana pasada se realizaron homenajes en Kabul al comandante tajiko Ahmed Shah Masood, líder de la resistencia contra el Talibán, quien fue asesinado el 9 de septiembre, y observadores piensan que la Troika Tajik busca consolidarse mediante el culto a la personalidad de su desaparecido dirigente.

La exaltación de Masood como héroe nacional es resistida por muchos no tajikos, y en especial por integrantes de la etnia pashtun.

El segundo conflicto está planteado entre el gobierno central y señores de la guerra, que controlan varias áreas del territorio afgano, y en algunos casos emiten incluso sus propios billetes.

La Loya Jirga no pudo resolver ese conflicto, y todo indica la tensión continuará mientras no se cree un ejército nacional controlado por Karzai, que atenúe las características confederativas e inestables del actual equilibrio de poder.

El martes, cuando el presidente iraní Mohammad Jatami se reunió con Karzai en Kabul, el jefe del gobierno interino se aseguró de que asistiera a las conversaciones el señor de la guerra Ismail Khan, aliado de Teherán, quien controla parte de la región occidental afgana y su principal ciudad, Herat.

El viceministro de Defensa es el señor de la guerra uzbeko Rashid Dostum, quien controla la septentrional ciudad de Mazar-e- Sharif y mantiene estrechos vínculos con Uzbekistán y Turquía.

Por otra parte, los acuerdos que mantiene Washington con señores de la guerra, a fin de perseguir a remanentes del Talibán y Al Qaeda, postergan la imposición de una autoridad central.

El tercer conflicto está latente con Irán, en especial después de que Bush opinó el 12 de julio que los iraníes deberían ”levantarse contra el régimen que lo oprime”.

Jatami fue elogiado hasta el año pasado por funcionarios de por Washington por su política ”moderada y reformista”, que lo enfrenta con el poderoso clero musulmán ultraortodoxo iraní.

Es preciso preguntarse si el gobierno estadounidense ha valorado en forma adecuada la capacidad de incidencia en Afganistán que posee Teherán, mediante su alianza con Khan y la etnia hazara.

Jatami afirmó en Kabul que no pretende socavar a Karzai, como sostiene Washington, y anunció que Irán brindará asistencia a Afganistán por valor de 560 millones de dólares, mediante aportes al gobierno central y no a Khan.

También aseguró que Irán ”no aceptará abusos de os grupos terroristas que operaban en Afganistán”.

Un día antes de la visita de Jatami, Teherán anunció la entrega a Arabia Saudita de ciudadanos de ese país acusados de integrar Al Qaeda, que habían ingresado a Irán desde Afganistán.

La estabilidad en Afganistán aún parece lejana, pero muchos afganos que habían huído del Talibán regresan a su país, y la comunidad internacional mantiene el aporte de fondos para reconstruirlo. (FIN/IPS/tra-eng/mh/mp/js/ip/02

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