SUDAN: Un paso hacia la paz

Las perspectivas de paz en Sudán aumentaron con la firma de un protocolo entre el gobierno y los rebeldes del Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), que luchan hace 19 años por la autonomía del sur del país.

El protocolo de Machakos, llamado así por la ciudad de Kenia donde se firmó al final de la primera ronda de conversaciones de paz, del 18 al 20 de este mes, fue auspiciado por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD), integrada por Kenia, Uganda, Somalia, Eritrea, Etiopía, Djibouti y Sudán.

El acuerdo marco fue el primero alcanzado sobre las dos cuestiones principales que separan al gobierno islámico de los rebeldes: la relación entre el Estado y la religión, y la autodeterminación para el sur, de mayoría cristiana y animista.

”Este es un paso muy importante. Quizá en 20 años, ésta sea la primera esperanza real de que un acuerdo es posible”, destacó John Prendergast, del Grupo Internacional de Crisis.

El protocolo, firmado el domingo, prevé la redacción de una nueva Constitución nacional para que la ”sharia” (ley islámica) pueda aplicarse en el norte del país pero no infrinja los derechos de la población no musulmana del sur.

Así mismo, establece la celebración de un referendo de autodeterminación en el sur luego de un período de transición de seis años. Sin embargo, queda mucho por negociar.

”Recordemos que esto es apenas un marco; no es un acuerdo de paz. Quedan elementos esenciales para negociar. Hasta que eso ocurra, comparto la posición escéptica de que este protocolo es un mero ejercicio de relaciones públicas”, comentó Prendergast.

No obstante, ”parece haber una nueva disposición de ambas partes a considerar algunas propuestas presentadas por los mediadores”, señaló.

Prendergast consideró las concesiones de Jartum, aunque queden en el papel por ahora, como un ”salto ideológico” que aumenta la posibilidad de adoptar ”decisiones difíciles” una vez que el gobierno tenga en frente el tratado de paz para firmar.

El SPLA se levantó en armas contra Jartum en 1983, después que el entonces presidente Gaafar al-Nimeiry impusiera sin previo aviso la sharia en todo el territorio nacional, cediendo a presiones de Arabia Saudia con el fin de obtener su ayuda económica.

Unos meses antes, en forma inconsulta y en violación de un acuerdo firmado en 1972, el gobierno había dividido las provincias del sur en unidades regionales más pequeñas, lo que generó de inmediato reacciones de descontento en la región afectada.

Reactivado el movimiento guerrillero del sur, comenzó una guerra que dura hasta hoy y que ha causado la muerte de dos millones de personas, principalmente a través del hambre.

Aunque la guerra de Sudán es presentada con frecuencia como un enfrentamiento entre el norte musulmán y el sur cristiano, la distribución de los recursos naturales y el poder es central en el conflicto.

El petróleo adquirió suma importancia desde que Jartum comenzó a exportarlo, en 1999.

El deseo del gobierno de controlar ese recurso aumentó su determinación de impedir la separación del sur, donde hay reservas de petróleo sin explorar.

La división de los recursos petroleros será uno de los temas más espinosos de la próxima ronda de conversaciones a celebrarse en Kenia a partir del 12 de agosto, además del cese del fuego, la autodeterminación del sur, el mantenimiento de la seguridad y la integración de líderes rebeldes al gobierno nacional.

”Esto no ha terminado aún”, advirtió Prendergast, y predijo que Jartum endurecerá su posición en etapas posteriores.

”Será mucho más difícil negociar un acuerdo de paz final que un marco conceptual”, previno.

Por otra parte, el gobierno central podría verse forzado a firmar un acuerdo porque ”recibe presiones para reformarse desde los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos”, y ”la economía del norte está totalmente estancada a causa de la guerra”, señaló Dan Ife, de la organización no gubernamental Norwegian People's Aid.

Jartum ”es un gobierno paria y desea incorporarse a Occidente. Busca aceptación en forma desesperada”, opinó Ife, cuyo grupo trabaja en Sudán. (FIN/IPS/tra-en/ks/mn/mlm/ip/02

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