RELIGION-JAPON: La fe, refugio ante la zozobra económica

El surgimiento de nuevos cultos marca en Japón un renacimiento de la fe religiosa atribuido a la inquietud económica, luego de más de medio siglo en que la espiritualidad se manifestó apenas en aspectos rituales del sintoísmo y el budismo, las creencias mayoritarias.

Existen en la actualidad casi 2.000 nuevos grupos religiosos de todo tipo en Japón. Denominaciones como Tenrikyo, de origen budista, Kagayaku Ora no Kai y la Iglesia de la Unificación aseguran tener muchos seguidores.

”Los japoneses afirman no ser religiosos, pero nadie niega que cada vez más personas se interesan en cuestiones espirituales en momentos de dificultad económica y social”, dijo el profesor de Historia Toshimaru Ama, de la Universidad Meji Gakuin.

Casi 95 por ciento de los 127 millones de habitantes de Japón se consideran budistas o sintoístas a los efectos de determinados ritos importantes, como bodas y funerales. Pero más de 80 por ciento no practican una religión específica, pues combinan los rituales de las dos mayoritarias.

El estancamiento de la economía, que crece apenas uno por ciento anual desde 1992, el desempleo de casi seis por ciento, sin precedentes desde 1945, y el malestar social, cuya manifestación más extrema es la delincuencia juvenil, hace que los japoneses apelen a la religión y a la espiritualidad, según expertos.

Estas necesidades alentaron el nacimiento de cultos como Ho-no- nana, cuyo líder fue arrestado el año pasado, acusado de quitarle dinero a sus seguidores. Sin embargo, Ama aseguró que los nuevos grupos religiosos no deben ser considerados el mero resultado de la superstición.

Ichiro, nacido hace 38 años en una familia sin inclinación por lo espiritual, estaba sin empleo hace 10 años, cuando comenzó a practicar Mebusi, una serie de ejercicios físicos que permiten, según quienes los realizan, comprender mejor sus sentimientos más íntimos.

”Estas enseñanzas fueron mi primer encuentro con el mundo espiritual, me permitieron ganar confianza y me prepararon para asumir las responsabilidades del mundo real”, dijo Ichiro, hoy de 36 años, quien debió afrontar constantes cambios de empleo desde que terminó su educación secundaria.

Ichiro atribuye su propia inestabilidad económica a la falta de raíces espirituales profundas.

”Cuando estaba solo o triste, mi madre se limitaba a decirme que estudiara más y que las cosas mejorarían cuando consiguiera un buen trabajo. Yo sólo pretendía algún remedio espiritual”, dijo.

El paisaje religioso japonés mezcla hoy variadas creencias. El budismo, originario de India, ingresó desde China en el siglo VI de esta era y se unió al sintoísmo nativo, que rinde culto a las manifestaciones de la naturaleza y a los antepasados e incluye entre sus tradiciones mitos sobre el origen de Japón.

En 1868, el proceso revolucionario conocido como Restauración Meiji puso fin al feudalismo y sentó las bases del Estado japonés moderno. El sintoísmo fue declarado religión oficial. El emperador alcanzó rango divino, lo que reforzó el nacionalismo.

Así comenzó una era de agresiones militares contra otras naciones de Asia que culminaron con la segunda guerra mundial (1939-1945). A la derrota en ese conflicto siguió la ocupación del archipiélago por Estados Unidos, durante la cual se aprobó una Constitución que separó la religión del Estado.

En los siguientes 50 años, la población, hastiada de militarismo, se concentró en el desarrollo económico, y la fe fue dejada de lado a causa de sus vínculos con el pasado, sostuvo el profesor de Religión Susumo Shimzano, de la Universidad de Tokio.

De casi 2.000 personas entrevistadas para una encuesta realizada en 2000 por el diario Yomiuri Shimbun, de Tokio, 30,7 por ciento manifestaron que la religión es importante en la búsqueda de la felicidad, una proporción considerada baja por los estudiosos.

La importancia de la religión en este país se reduce a lo ritual, y esa falta de raíces profundas es el origen del surgimiento de gran cantidad de nuevos cultos, seguidos por personas que persiguen el ”equilibrio mental” en medio de la zozobra económica, sostuvo el experto Hiromi Shimada.

”Las nuevas religiones reflejan una nueva generación con necesidades propias. Los líderes políticos y sociales japoneses no han advertido esas necesidades”, sostuvo Shimada, ex profesor de la Universidad de Mujeres de Japón.

Una mezcla de budismo, cristianismo y misticismo nutrió a la secta Aum Shinrikyo (Verdad Suprema), fundada en 1986 por el autoproclamado profeta Shoko Asahara. Miembros del grupo cometieron un atentado con gas sarín en el tren subterráneo de Tokio en 1995, que dejó 11 muertos y más de 5.000 intoxicados.

Asahara afirmó que, en su momento de mayor popularidad, la secta contaba con 10.000 adeptos, la mayoría de ellos estudiantes universitarios insatisfechos que hallaban solaz en su mensaje apocalíptico.

Uno de ellos, Tomomitsu Niimi, hoy de 38 años, fue condenado a muerte a fines de junio por su participación en el atentado, así como por otros homicidios e intentos de homicidio cometidos al influjo de la fe. Niimi era objeto de burlas en su niñez por una deformidad física, según informes de prensa.

Un grupo religioso denominado Aleph, que actúa bajo intensa vigilancia policial, mantiene el legado de las creencias apocalípticas de Aum Shinrikyo.

Ocho seguidores de Asahara fueron condenados a muerte, pero ninguna de las sentencias fue ejecutada aún. La fiscalía pidió la pena capital para 11 acusados por el caso.

Durante el juicio, Niimi dijo mantener su fe en Asahara. (FIN/IPS/tra-eng/sk/js/mj/cr/92

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