NUEVA ZELANDA: Crece partido hostil a inmigrantes

El apoyo de 10 por ciento de los votantes neocelandeses al Partido Nueva Zelanda Primero (NZFP, por sus siglas en inglés), hostil a la inmigración, es el dato más importante de los comicios del sábado, según algunos expertos.

El Partido Laborista de la primera ministra Helen Clark obtuvo una mayoría relativa de 41 por ciento de los votos, y 52 de las 120 bancas en el parlamento unicameral, mientras su tradicional rival, el Partido Nacional, logró cerca de 20 por ciento.

Partidos menores sumaron casi 40 por ciento de los votos, y entre ellos se destacó el NZFP, que creció mucho en las dos últimas semanas de campaña y logró 13 bancas.

Analistas se preguntan si el país comienza a recorrer el camino de la vecina Australia, donde el gobierno aplica duras políticas contra los solicitantes de asilo.

Hace algunos años, el Partido Una Nación de Pauline Hanson también propuso políticas contra la inmigración y logró similar apoyo electoral, que luego decreció en forma considerable, pero hay indicios de que el NZFP puede tener mejor futuro.

El líder del NZFP es Winston Peters, de la autóctona uy minoritaria etnia maorí, quien afirmó el jueves en el cierre de su campaña que uno de los ”derechos fundamentales de los kiwi (neocelandeses) comunes es el derecho a frenar el diluvio que los inunda”.

Peters propone que la cuota anual de autorizaciones de ingreso de inmigrantes al país, que tiene cuatro millones de habitantes, baje de 50.000 a 10.000, lo cual implicaría una tendencia a la disminución de la población, si se mantienen las actuales tasas de natalidad y mortalidad.

”¿Cómo puede beneficiar a los kiwis comunes la economía de mano de obra barata, creada en la actualidad por la inmigración masiva? ¿Qué servicio le hace el flujo masivo de inmigrantes a la forja de nuestra identidad nacional?”, preguntó Peters en un discurso, la semana pasada.

”Los kiwis comunes entienden que la inmigración libre y fácil es una amenaza a la seguridad”, sostuvo.

La campaña de Peters jerarquizó también duras críticas a la implementación del Tratado de Waitangi, firmado en 1840 por colonos británicos y representantes de la comunidad maorí de North Island, una de las dos principales islas que forman el país.

Mediante ese tratado, los maoríes aceptaron que los británicos se hicieran cargo del gobierno, a cambio de garantías de soberanía y propiedad de la tierra.

Los indígenas poseían en 1840 unos 27 millones de hectáreas de tierra, y en la actualidad poseen poco más de un millón, además de haber perdido el monopolio de la pesca.

Peters ha logrado capturar un electorado entre la población de mayor edad, señaló el profesor de ciencia política Tim Bale, de la Universidad de Vistoria.

”La base en que se apoya no es tanto una ansiedad económica como una ansiedad cultural entre las personas de más edad, quienes sienten que su país ya no es aquél en el cual crecieron debido a la inmigración, en especial desde países asiáticos”, explicó.

Muchos de los inmigrantes asiáticos de cuya creciente presencia se queja Peters son estudiantes, atraídos por los pujantes servicios educativos del país, indicó esta semana el profesor Richard Bedford, del Centro de Estudios de Población de la Univeridad de Waikato, en una columna para el diario New Zealand Herald.

Peters dice que no busca la explotación política del racismo, pero reaccionó con indignación en un debate transmitido por televisión durante la campaña, cuando el director del diario regional Southland Times dijo que el país debía dar la bienvenida a los inmigrantes, porque padece escasez de mano de obra.

”¿Usted quiere que un montón de gente de Bangladesh e India venga aquí? No estoy de acuerdo. Pregúntele a la gente de la calle qué piensa”, replicó el líder del NZFP.

Es notable la capacidad de Peters para convocar a la vez a un votantes de origen europeo con sentimientos racistas y a maoríes, apuntó la profesora de derecho Jane Kelsey, de la Universidad de Auckland, quien también es comentarista política.

Peters ”sabe qué puntos sensibles debe tocar, en especial entre las personas de mayor edad. Es una paradoja que logre atraer a parte de la comunidad maorí con un discurso racista, aunque disfrace ese discurso”, destacó.

”El carisma de Peters construye un puente sobre aparentes abismos entre segmentos del electorado. Eso también pasaba en cierta medida con Pauline Hanson”, indicó Bale.

”Es muy posible que Bale mantenga en ebullición durante los próximos tres años las cuestiones que jerarquiza, y logre así aumentar su base electoral”, en vez de perderla como Hanson, opinó.

”La diversidad cultural asusta a muchas personas, y los partidos Laborista y Nacional deben reconocer ese dato, pero no seguir la corriente”, aseveró. (FIN/IPS/tra-eng/bb/js/mp/pr ip/02

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