La renuncia del vicepresidente de Filipinas al cargo de canciller permitirá un mayor ajuste de la política exterior a los intereses de Estados Unidos, definidos por la guerra contra el terrorismo, predijeron analistas.
El vicepresidente Teofisto Guingona criticó públicamente a la presidenta Gloria Macapagal Arroyo por permitir la participación de fuerzas estadounidenses en operaciones militares conjuntas contra el grupo extremista islámico Abu Sayyaf en la meridional isla de Mindanao.
Su alejamiento de la cancillería se formalizará el lunes 15, pero fue anunciado el 26 de junio, cuando el palacio presidencial comunicó que Arroyo había aceptado la renuncia.
Mi renuncia se debe a una honesta diferencia de opinión política, manifestó Guingona, y agregó que como la presidenta es la principal arquitecta de la política exterior, el vicepresidente debe dar un paso al costado.
Posteriormente, Guingona expresó su oposición a dos posibles acuerdos enfre Filipinas y Estados Unidos.
Uno de ellos ampliaría las operaciones militares conjuntas con el fin de aplastar al Frente Moro de Liberación Islámica, un grupo rebelde más grande que Abu Sayyaf y con motivaciones más políticas.
Mientras, el propuesto Acuerdo de Apoyo Logístico Mutuo sustituiría al actual Tratado de Defensa Mutua y proveería a las fuerzas estadounidenses en territorio filipino acantonamiento, transporte (incluso aéreo), comunicaciones, servicios médicos, apoyo a operaciones de base y servicios de almacenamiento.
También les ofrecería el uso de instalaciones, entrenamiento, servicios de reparación y mantenimiento, calibración y servicios portuarios.
Según los críticos, ambos acuerdos equivaldrían al reestablecimiento de las bases militares, que fueron prohibidas por la Constitución de 1987.
No sorprende que la presidenta haya tenido que deshacerse de Guingona, conocido por su oposición a las bases, comentó Teddy Casino, secretario general del partido Bagong Alyansang Makabayan (Nueva Alianza Nacionalista).
El cambio de política exterior promovido por Arroyo significa el fin de nuestro breve período de soberanía posterior al cierre de las bases, opinó Roland Simbulan, autor y profesor de la Universidad de Filipinas.
Estamos de nuevo bajo el control de Estados Unidos, afirmó, en referencia a la renovación de los vínculos bilaterales a raíz de la preocupación común sobre el terrorismo, luego de los atentados del 11 de septiembre.
Las relaciones entre Washington y Manila se habían enfriado por el retiro de las bases estadounidenses hace 11 años.
En 1991, el Senado -que entonces integraba Guingona- rechazó la renovación del acuerdo sobre las bases con Estados Unidos, lo que resultó en la ruptura de relaciones. La medida desencadenó un cambio de la política exterior, que se alejó de la antigua potencia colonial.
Pero los vínculos bilaterales mejoraron luego de los atentados del pasado septiembre en Nueva York y Washington, cuando Arroyo ofreció a Estados Unidos el uso del espacio aéreo filipino para la guerra contra el terrorismo lanzada por el presidente George W. Bush.
Washington sostiene que el grupo Abu Sayyaf, que en ese entonces tenía a varios estadounidenses secuestrados, está relacionado con la red terrorista Al-Qaeda del saudí Osama bin Laden, acusado de la autoría intelectual de los ataques del 11 de septiembre.
A cambio de su colaboración, Arroyo obtuvo promesas multimillonarias de apoyo militar y económico, además de la ayuda de las fuerzas estadounidenses para aplastar a Abu Sayyaf, integrado a lo sumo por 200 miembros.
La presidenta no oculta su intención de acercar a Washington la política exterior.
Me aseguraré de fortalecer los vínculos internacionales que nos permitan combatir el terrorismo y defender la ley, declaró un día después de la presentación de la renuncia de Guingona.
Arroyo anunció que ella misma asumirá la cartera de relaciones exteriores hasta que encuentre un reemplazo.
Mientras, funcionarios de defensa anunciaron una nueva ronda de ejercicios militares conjuntos con las fuerzas estadounidenses para octubre. (FIN/IPS/tra- en/ms/js/mlm/ip/02
