COREA-JAPON: Copa mundial de fútbol cicatriza viejas heridas

La Copa Mundial de la FIFA Corea-Japón 2002 terminó con un quinto título para Brasil, pero Corea del Sur y Japón también fueron ganadores, pues aprovecharon su condición de coanfitriones del torneo para superar su histórica animosidad recíproca.

Al parecer, la Copa ayudó a los 300.000 japoneses de origen coreano que luchan contra la discriminación y el racismo de los antiguos colonizadores de su península. Los coreanos son la mayor de las minorías étnicas de Japón.

Decenas de miles de japoneses alentaron a la selección de Corea del Sur, viendo con admiración e incredulidad cómo los coreanos derrotaban a dos equipos favoritos, Italia y España, para meterse en las semifinales del campeonato.

”Sí, soy hincha de los coreanos”, declaró un empresario japonés que se hallaba con amigos en un bar de Tokio en la noche del 22 de junio, cuando Corea del Sur derrotó a España. ”Su equipo es maravilloso”.

El mismo día, cientos de jóvenes japoneses aficionados al fútbol salieron a las calles vestidos con camisetas rojas, como los jugadores surcoreanos (apodados ”los diablos rojos”), y con la bandera de Corea del Sur pintada en la cara.

Los periódicos japoneses también elogiaron la actuación de la selección surcoreana, y señalaron que no fue sólo la habilidad de sus jugadores sino también su tenacidad lo que los llevó más lejos de lo que ningún equipo asiático llegó jamás en un campeonato mundial de fútbol.

”Aquí tenemos uno de los mejores equipos del mundo”, comentó un diario deportivo cuando la selección surcoreana se colocaba entre las cuatro primeras.

Los surcoreanos también se ganaron la admiración de las japoneses por su demostración de unidad nacional, y algunos periodistas aprovecharon para señalar la falta de ese sentimiento entre los jóvenes japoneses.

Lee Hee Jung, hija de inmigrantes surcoreanos y propietaria de un restaurante coreano en Tokio, lloró de emoción cuando la selección de Corea del Sur derrotó al equipo de Italia y se clasificó para la fase semifinal de la Copa.

”No sólo estoy feliz porque ganó el equipo surcoreano”, sino que ”me emociona ver a los japonesas aplaudiendo nuestra victoria con el mismo entusiasmo que nosotros”, explicó, tratando de hacerse oir en medio de la multitud que festejaba en su restaurante.

Para los japoneses de origen coreano, la Copa Mundial fue algo más que una oportunidad de ver en acción a las mejores selecciones de fútbol del mundo.

”La Copa Mundial es algo especial para los coreanos japoneses”, declaró Lee, de 46 años, cuyo restaurante se encuentra en Okubo, un barrio del centro de Tokio conocido por su gran comunidad de minorías étnicas.

”Para nosotros, este campeonato ha sido la ansiada oportunidad de desarrollar relaciones más estrechas con los japoneses”, manifestó.

La colonización japonesa de la península de Corea, entre 1910 y 1945, opaca los vínculos bilaterales hasta hoy.

Corea del Sur y China manifestaron enojo cuando el primer ministro de Japón, Junichiro Koizumi, visitó en agosto un sitio donde se encuentran enterrados japoneses caídos en la guerra, entre ellos criminales de guerra.

Así mismo, los intentos de Japón por disimular su pasado militarista y restar importancia en los textos de historia a las atrocidades cometidas por su ejército en Asia en la primera mitad del siglo XX son otra causa de discordia.

Por ese motivo, la muestra de entusiasmo de surcoreanos y japoneses en el campeonato mundial de fútbol puede ser apenas algo transitorio, advirtió T.W. Kang, un economista japonés hijo de coreanos, autor del libro ”La alianza coreano-japonesa contra China”.

”El deporte es un asunto aparte, y el actual entusiasmo no debe servir de base para juzgar una relación bilateral afectada por disputas durante siglos”, previno el analista.

El actual acercamiento entre ambas partes se limita a aspectos superficiales de su relación, como la cultura pop, la popularidad de la comida coreana en Japón, y la Copa Mundial, comentó.

”La demanda de estrellas populares japonesas en Corea del Sur, por ejemplo, es algo positivo, pero dista mucho de construir vínculos bilaterales sostenibles”, opinó Kang.

Sin embargo, la Copa Mundial fue el marco de varios hitos en las relaciones.

La llegada a Japón del presidente surcoreano Kim Dae Jung para presenciar el domingo el partido final entre Brasil y Alemania, y las fotografías de Kim sentado junto al emperador japonés Akihito, publicadas en los principales periódicos, son consideradas señales de cicatrización de viejas heridas.

Este lunes, Kim se reunió con el primer ministro Koizumi.

Otra señal positiva fue el anuncio de Kim la semana pasada de que Corea del Sur levantaría el bloqueo de medio siglo a la cultura japonesa.

Las oportunidades de intercambio proporcionadas por la coorganización de la Copa Mundial incluyeron la reunión en Seúl entre Kim y los príncipes Takamado y Hisako de Japón, para la inauguración del campeonato.

El encuentro marcó la primera vez que un miembro de la familia imperial japonesa (Takamado es primo del emperador Akihito) habló con un presidente surcoreano.

”Tuve una recepción tan cálida que no me sentí en un país extranjero”, declaró Takamado, y agregó que algún día el propio emperador realizará una visita a Corea del Sur. (FIN/IPS/tra-en/sk/mlm/ip-sp/02

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