Organizaciones de desempleados de Argentina, apoyados por sindicatos y partidos de oposición, congregaron una multitud este miércoles frente a la sede del gobierno, en protesta por la sangrienta represión de la semana pasada.
Una veintena de jóvenes desempleados, llamados piqueteros por la modalidad de protesta mediante el bloqueo de rutas, fueron los oradores al finalizar sin incidentes las marchas callejeras frente a un improvisado estrado montado en la plaza de Mayo, a pocos metros del despacho del presidente Eduardo Duhalde.
La protesta fue encabeza por las organizaciones de piqueteros Corriente Clasista y Combativa, Coordinadora Aníbal Verón y Federación Tierra y Vivienda, seguidos de otros grupos sociales, barriales y humanitarios, partidos opositores, estudiantes y el Congreso de Trabajadores Argentinos (CTA), la segunda central sindical del país.
La columna de manifestantes más importante provino del sur de la zona metropolitana de la ciudad de Buenos Aires, que hizo un alto en la localidad de Avellaneda para realizar un homenaje a los dos jóvenes muertos en esa zona a manos de la policía en la protesta del miércoles de la semana pasada.
Además del repudio a la represión policial y el pedido de condena a los culpables de la muerte de los jóvenes, los manifestantes reclamaron un cambio radical de la política económica, para tratar de superar la profunda crisis que llevó a la mitad de los 36 millones de argentinos a la pobreza.
Los piqueteros manifestaron con los rostros descubiertos, a diferencia de movilizaciones anteriores donde la mayoría se cubrían con pasamontañas, mostrando gestos de sentida pena por la muerte de Darío Santillán y de Maximiliano Kosteki.
Los trabajadores desocupados fueron aplaudidos a su paso por una multitud de decenas de miles de personas de agrupaciones sociales de todo el país, que los acompañaron como no era habitual hasta ahora. El diario argentino Clarín calculó una presencia de más de 30.000 personas en el acto de plaza de Mayo.
Los líderes piqueteros, cuyos rostros cobraron notoriedad en los medios de comunicación en los últimos días, recibieron la adhesión y participación de casi 200 organizaciones de la sociedad civil, además de un emotivo aplauso con suelta de papeles a lo largo de su caminata por la capital argentina.
Argentina está devastada, sin fe, sin esperanza, y ahora también sin dos compañeros que querían cambiar este sistema, recordó un antiguo compañero de escuela de Kosteki, cuyo cumpleaños 23 era precisamente este miércoles.
También se recordó a Santillán, de 21 años, quien fue muerto cuando trató de asistir a Kosteki, supuestamente a manos del comisario Alfredo Franciotti, jefe del operativo de represión.
Los dos jóvenes eran integrantes del Movimiento de la Coordinadora Anibal Verón, una de las tantas agrupaciones de desocupados creadas a partir de 1995.
Ese grupo de piqueteros administra subsidios por desempleo, que el gobierno destina a jefes y jefas de hogar, para realizar tareas comunitaria de construcción y mantenimiento de comedores, huertas, guarderías, panaderías y otros proyectos de desarrollo comunitario.
El gobierno dice que sea como sea va a impedir que cortemos puentes. Nosotros quisiéramos que diga que sea como sea va a terminar con el hambre, con el desempleo, que sea como sea va a garantizar jubilaciones dignas, va a asegurar la educación de nuestros hijos y esclarecer la muerte de nuestros compañeros, pidió unos de los oradores.
La multitud concluyó la manifestación entonando el himno nacional, y luego se dispersó sin incidentes.
Nuestra gente no da más, aseguró el sacerdote católico Luis Farinello, dirigente del Polo Social, uno de los movimientos organizadores de la protesta.
En nuestros barrios pasan cosas escalofriantes, una desesperanza nunca vista, familias enteras con hambre, niñas embarazadas, jóvenes con sida, este es un sistema de muerte, agregó.
Una de las columnas más nutridas que desafiaron el frío y la lluvia fue la de los desempleados que avanzaban desde la localidad de Avellaneda, al sur de la capital.
Los manifestantes llegaron a la Plaza de Mayo luego de asistir a un acto en memoria de los dos piqueteros, muertos cerca del puente Pueyrredón que une Avellaneda con el distrito capitalino.
Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de matar, coreaban los manifestantes cuando se acercaban a los cordones policiales.
En los últimos años murieron 13 piqueteros, dijo el dirigente de la Federación de Tierra y Vivienda, Luis D'Elía, al frente de una numerosa columna.
La investigación judicial sobre las muertes, apoyada en fotografías y vídeos de los incidentes, indica que al menos uno de los dos muertos fue baleado por un policía, mientras se presume que el otro cayó víctima de balas de efectivos de la prefectura nacional.
La población reaccionó con indignación al asesinato de los dos jóvenes.
Según fuentes cercanas al presidente Duhalde, las muertes contribuyeron a acelerar la decisión del mandatario de anticipar las elecciones presidenciales de septiembre a marzo de 2003, anunciada el martes.
D'Elía estimó que Duhalde ya había resuelto adelantar las elecciones y efectuó el anuncio en la víspera de la protesta para restar protagonismo al conflicto social.
Las elecciones no solucionan el hambre, pero al menos nos permitirán discutir el país que queremos, opinó.
En igual sentido se manifestó el maestro Hugo Yasky, dirigente del CTA.
La decisión de adelantar las elecciones es una fuga hacia adelante que puede ser peligrosa porque crea un vacío de poder muy largo, sostuvo Yasky, y advirtió que a los argentinos nos espera un calvario hasta marzo. (FIN/IPS/mv/dcl-dm/ip/02