AFGANISTAN: Influjo de ayuda crea burbuja económica en Kabul

La burbuja económica creada en la capital de Afganistán por el repentino influjo de ayuda exterior para la reconstrucción se suma a los numerosos problemas de una ciudad devastada por 23 años de guerra.

El abrupto aumento de los alquileres de las escasas viviendas habitables de Kabul es uno de los síntomas del nuevo fenómeno, siete meses después del derrocamiento del grupo fundamentalista islámico Talibán en medio de los ataques militares encabezados por Estados Unidos.

Las rentas de inmuebles alcanzaron niveles sin precedentes, ”entre 5.000 y 10.000 dólares al mes en muchos casos”, señaló Fazil Karim, alcalde de Kabul.

Los arrendatarios son embajadas, agencias de ayuda para el desarrollo y organismos internacionales de desarrollo que compiten por los escasos edificios disponibles, dijo Karim en una entrevista al margen de una conferencia asiática sobre pobreza urbana que se realiza esta semana en Bangkok.

La conferencia fue organizada por la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico (ESCAP) y cuenta con la participación de 50 alcaldes asiáticos.

Los afganos esperan aprender lecciones de otros funcionarios de gobiernos locales asiáticos con experiencia en la reconstrucción de ciudades devastadas por la guerra.

La experiencia de Kabul se asemeja en especial a la de Phnom Penh, una ciudad camboyana que sufrió dos décadas de conflicto y después de las elecciones de 1993 padeció también su burbuja económica, falta de vivienda para los desplazados que regresaban, una infraestructura en ruinas y problemas de saneamiento y disposición de residuos.

Funcionarios camboyanos participantes de la conferencia de ESCAP expresaron su intención de compartir su experiencia con los afganos, ya sea con el fin de ayudarles a recuperar talentos, hacer frente al influjo de refugiados que retornan o a la burbuja económica creada por la ayuda financiera.

”Los funcionarios de Kabul deben estar listos para enfrentar la gran cantidad de ayuda que llegará del exterior”, instó Mann Chhoeurn, jefe del gabinete municipal de Phnom Penh.

”Nosotros no estábamos preparados, y la ayuda extranjera creó una economía artificial”, relató.

La interminable sucesión de guerras en Afganistán desde 1978 destruyó la mitad de las viviendas de Kabul, unas 200.000, según estimaciones.

Además, 70 por ciento de las restantes 200.000 viviendas son ilegales, construidas sobre tierras correspondientes a parques u otros lugares públicos, explicó Ghulam Bhawai, vicealcalde de Kabul.

”La mayoría son estructuras frágiles, de barro”, construidas bajo el régimen talibán. ”Esas casas no fueron aprobadas, no formaban parte del plan de la ciudad. Algunas incluso se construyeron sobre calles”, agregó.

Los desafíos que enfrentan Karim y Bhawai los diferenciaron en la conferencia del resto de sus pares asiáticos, dada la dantesca tarea que implica reconstruir una ciudad que carece de servicios básicos como saneamiento, disposición adecuada de residuos sólidos, energía eléctrica y caminos transitables.

Actualmente, apenas 20 por ciento de los más de dos millones de habitantes de Kabul tienen acceso a agua potable de origen subterráneo, obtenida de pozos muy profundos.

Pero otros, en su desesperación, sacan agua de pozos pocos profundos, y ”esto es peligroso porque el agua no está limpia y se contamina fácilmente”, explicó Bhawai.

La basura es un tema aparte. Kabul dispone apenas de 40 camiones, cada uno con una capacidad de carga de tres metros cúbicos, para transportar una cantidad cada vez mayor de desperdicios sólidos.

”Cada día, la ciudad acumula 1.600 metros cúbicos de residuos sólidos que no se desechan adecuadamente”, dijo Karim en conferencia de prensa el martes.

Además, desde la caída del régimen Talibán, ”entre 300 y 400 familias afganas llegan a Kabul”, agregó.

Estos afganos que retornan, muchos desde campamentos de refugiados de los vecinos Pakistán e Irán, casi duplicaron en seis meses la población de Kabul, que pasó de 1,2 a 2,3 millones.

Aparte de la destrucción física, Kabul experimentó una grave pérdida de recursos humanos.

Muchos funcionarios competentes fueron muertos o huyeron de Afganistán durante los años de guerra, y ahora faltan especialistas para conducir los asuntos del gobierno local, como planificadores urbanos, ingenieros civiles, arquitectos y economistas.

”Los Talibán no querían a la gente educada. Los llamaban 'kafirs' (infieles) y en algunos casos los encarcelaban. Otros eran destituidos”, contó Bhawai.

”Ahora queremos atraerlos de vuelta. Necesitamos planificadores urbanos, ingenieros civiles y economistas”, dijo Bhawai.

Yap Kioe Sheng, director de la sección de asentamientos humanos de ESCAP, advirtió que la situación de posguerra y las tareas de rehabilitación pueden ser abrumadoras.

”De repente, el reducido personal del municipio de Kabul se encuentra abrumado por tantos países y agencias internacionales que desean ayudar”, dijo Yap, y previno que ”la reconstrucción puede ser una espada de doble filo”. (FIN/IPS/tra-en/mmm/js/mlm/dv-if/02

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