Más de 120 líderes religiosos y espirituales africanos se renieron en la capital keniata para contribuir a la lucha contra el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), de devastador efecto en el continente.
El encuentro, que comenzó este lunes y terminará el jueves, es el primero de su tipo y muestra la creciente preocupación de las instituciones religiosas por el problema, tras un largo periodo en que varias de ellas fueron acusadas de prescindencia o de actitudes perjudiciales para la salud de los creyentes.
La Iglesia Católica, en especial, ha recibido duras críticas por insistir en el rechazo al uso de preservativos para evitar el contagio del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.
Ese rechazo se asocia con la histórica oposición de la jerarquía católica a diversos medios de prevención del embarazo, y con su énfasis en que el contagio por vía sexual debe evitarse mediante la abstención de relaciones fuera del matrimonio.
Los organizadores del encuentro, dedicado en especial al impacto del VIH/sida sobre la infancia, piensan que los líderes religiosos pueden influir sobre la conducta de masas de habitantes del continente, debido a su autoridad moral y su red de contactos en las bases de la sociedad.
Ustedes cuentan con la confianza de las personas a las cuales sirven, y con autoridad moral. Y están en la primera línea de fuego de la epidemia, dijo a los participantes en la reunión Carol Bellamy, directora del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Hay colegas de ustedes en cada ciudad, cada pueblo, cada aldea y cada distrito rural del continente. Ustedes pueden divulgar qué hace falta para afrontar y derrotar a esta terrible enfermedad, en sus templos y mediante sus organizaciones de laicos, incluyendo las de mujeres y jóvenes, destacó Bellamy.
El singular poder de sus organizaciones puede cambiar el rostro de esta epidemia, si lo movilizan, aseguró la directora de Unicef.
Muchas veces, los líderes religiosos no hemos hecho lo suficiente en relación con el VIH/sida. Nuestro silencio y negación del problema contribuyeron a aumentar la estigmatización moral y la exclusión de los infectados y sus familias, admitió Twaib Mukuye, vicemuftí del Consejo Supremo Islámico de Uganda.
Este encuentro muestra un renovado compromiso para afrontar una enfermedad que diezma a nuestras comunidades. Como líderes espirituales, estamos aquí para lanzar una guerra santa contra el sida en todo el continente, añadió.
En los últimos años, gobiernos y grupos de la sociedad civil africana son cada vez más concientes de que es preciso superar tabúes para frenar la pandemia de sida, y algunas iglesias cristianas han pedido perdón por su previa actitud sobre el asunto.
Pedimos que cese el silencio del estigma, la negación y el miedo ante esta enfermedad. Confesamos que la propia iglesia ha sido cómplice de ese silencio, y que cuando alzamos la voz en el pasado, fue demasiado a menudo para condenar, declararon en abril primados africanos de la Iglesia Anglicana.
En Africa subsahariana se producen unas 15.000 nuevas infecciones diarias por VIH, unas 7.000 de ellas en jóvenes, y hay casi 14 millones de huérfanos menores de 15 años debido al sida, según organismos internacionales.
Eso se debe en gran medida a la existencia de un segundo muro de silencio que debe ser derribado, afirmó Bellamy.
El primer muro es el que afecta los discursos públicos, y el segundo, mucho más íntimo y más difícil de romper, existe entre integrantes de parejas, padres e hijos, maestros y alumnos, trabajadores de la salud y pacientes, y también entre líderes religiosos y personas a las cuales sirven, explicó.
Ese muro existe debido a nuestra resistencia a reconocer la enfermedad y los factores que causan su propagación, a nuestras vacilaciones para educar a los jóvenes sobre la sexualidad y los riesgos de crecer, y a nuestro fracaso en la lucha contra el estigma y la discriminación, aseveró.
El segundo muro de silencio tiene que ver con la intimidad, la sexualidad y las relaciones personales, con cosas que por lo general mantenemos ocultas en la profundidad de lo privado. Ese ocultamiento impulsa la epidemia, sostuvo la directora de Unicef.
Los líderes religiosos y espirituales africanos están en una posición privilegiada para romper ese muro, porque los grupos que encabezan son los principales proveedores de asistencia a los pobres y sufrientes, y más de 85 por ciento de los habitantes de Africa practican alguna religión.
Esos líderes están entre las personas que millones de habitantes de áreas rurales consideran más confiables como fuentes de información y orientadores en todas las áreas de la conducta social, incluyendo el cuidado de la salud y la actitud hacia los infectados por el VIH.
La tremenda influencia en Africa de los líderes religiosos, en especial en niveles comunitarios, implica autoridad moral para pedir apoyo, cuidado y compasión, en beneficio de los infectados y de toda la infancia vulnerable, señaló Pat Youri, director de la organización no gubernamental Iniciativa por Esperanza para la Infancia Africana.
Ese grupo es uno de los patrocinadores del encuentro que se lleva a cabo en Nairobi.
Está previsto que los participantes en la reunión aprueben este jueves una declaración y un plan de acción, en los cuales destaquen el compromiso de las comunidades religiosas con las necesidades y derechos de la infancia afectada por el VIH/sida.
Cuando se escriba la historia de la pandemia del sida, deseamos que diga que todos los líderes religiosos asumieron su responsabilidad, y fueron responsables de que las cosas cambiaran, afirmó Stephen Lewis, enviado especial del secretario general de la ONU, Kofi Annan, para el VIH/sida en Africa.
La historia debe recordar que cuando la infancia de Africa estaba en horrendo riesgo, los líderes religiosos condujeron la misión de rescate, enfatizó Annan.
Eso es lo que todos les rogamos que hagan. Y les pregunto si no es eso lo que su Dios, cualquiera sea el nombre que le den, desearía que hicieran, añadió. (FIN/IPS/tra-eng/ks/mn/mp/he cr/02
