RELIGION-MEXICO: De Chiapas a La Meca

Indígenas del meridional estado mexicano de Chiapas abandonan el cristianismo para sumarse al Islam, ampliando el crisol de religiones de la empobrecida región, donde la fe es fuente de creciente hostilidad.

Los nuevos musulmanes, varios de los cuales han peregrinado a la ciudad santa de La Meca, en Arabia Saudita, aseguraron haber escogido la fe islámica por convicción, pero también por hartazgo ante los enfrentamientos entre católicos y cristianos de otras iglesias.

”El mundo indígena tiene todavía una 'filtra' muy intacta, lo que quiere decir que tiene una relación con la creación, muy natural, lo que facilita mucho que ellos entiendan lo que es el Islam”, señaló Aurelio Pérez, presidente de la Misión para el Da'wa en México y clérigo de la asociación Comunidad Islámica en México.

No hay certeza sobre el número de musulmanes de Chiapas, pero sus impulsores aseguran que se trata de varios cientos.

La primera peregrinación de 15 indígenas de Chiapas a La Meca se llevó a cabo en noviembre, con apoyo financiero de comunidades islámicas extranjeras, explicó Pérez.

En algunas zonas de Chiapas —donde habitan 3,5 millones de personas, de las cuales más de un tercio son indígenas descendientes del pueblo maya— la diversidad religiosa se manifiesta de manera hostil.

Las diferencias religiosas dan pie a expulsiones, despojos, persecuciones, encarcelamientos y hasta asesinatos, sostuvo el obispo católico de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi.

En Chiapas se manifiestan la mayoría, y los más graves, de los 20 conflictos religiosos que subsisten en diversas comunidades del país, según la subsecretaría de Población, Servicios Migratorios y Asuntos Religiosos.

”Ya no tememos a nada, ahora Alá nos protege”, declaró a la prensa chiapaneca el indígena Mariano Hernández, quien a raíz de su conversión al Islam cambió su nombre por Mamad.

Hernández, o Mamad, vive en la comunidad musulmana de La Esperanza junto a varios de sus antiguos vecinos de San Juan Chamula, poblado de donde los ”católicos tradicionalistas” expulsaron en los últimos 20 años a 30.000 indígenas por profesar otras religiones.

Para el gobierno de Vicente Fox, Chiapas es uns zona de alto riego en materia religiosa, pues allí conviven católicos, protestantes, evangélicos, musulmanes y ”bíblicos no evangélicos” (testigos de Jehová y mormones), entre otros.

Para muchos habitantes de las zonas rurales de Chiapas, ser católico es igual a ser marxista y miembro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y profesar otra fe equivale a ser paramilitar o seguidor del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobernó el país entre 1929 y 2000.

Esta valoración explica muchos conflictos chiapanecos, dijo a IPS el sociólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, Martín Peralta.

Pero el asunto es más complejo, pues se vincula a la pobreza, las migraciones, la marginación de los indígenas, la intolerancia de los líderes religiosos y el abandono del Estado, acotó.

Fue en Chiapas donde surgió el EZLN en enero de 1994, detrás de la enmascarada figura del subcomandante Marcos, para demandar justicia y respeto a los pueblos indígenas.

Varios de los fundadores del grupo armado que no se enfrenta con el ejército desde la segunda semana de 1994, surgieron del proceso de evangelización que llevó a cabo el entonces obispo católico Samuel Ruiz, seguidor de la progresista Teología de la Liberación, al que sucedió Arizmendi en 2000.

Mientras la población católica supera 90 por ciento en todo el país, en Chiapas no alcanza a 62 por ciento, indica un estudio del estatal Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática.

Además 12,6 por ciento de los chiapanecos dicen no profesar ninguna fe, una proporción casi cuatro veces superior al promedio nacional de 3,4 por ciento.

Para que la pluralidad religiosa deje de ser fuente de tensiones, los habitantes de Chiapas ”debemos amarnos como hermanos, siguiendo el precepto evangélico de amar a los demás a pesar de que sean de diferente religión e incluso enemigos”, sostuvo el obispo Arizmendi.

El prelado convoca sin éxito desde enero a los líderes religiosos del estado a reunirse en el ámbito del Consejo Interreligioso de Chiapas, una instancia creada en 1998, que no pudo volver a sesionar desde entonces.

”No sólo es voluntad lo que hace falta para eliminar las tensiones religiosas en Chiapas, lo que está pendiente allí es que exista justicia y que se respete y garantice la cultura indígena”, sostuvo el sociólogo Peralta. (FIN/IPS/dc/dcl/cr/02

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