FUTBOL: Democracia y sorpresas, factores de popularidad

El sorprendente triunfo de Senegal sobre Francia en la inauguración de la Copa FIFA Corea del Sur- Japón demuestra, entre otros factores, que el fútbol es en la actualidad el deporte más democrático y popular del mundo.

Las amargas derrotas son sufridas por las potencias con mucho más frecuencia en el fútbol que en en otras áreas y otros deportes, una circunstancia que asegura a todos una cuota mayor de esperanza e impide monopolios de la alegría.

La hazaña senegalesa del viernes en Seúl es emblemática. La victoria sobre Francia, el equipo considerado superior, campeón mundial en 1998 y mayor favorito en el torneo que se juega este mes, representó también una afirmación nacional contra la dominación.

Senegal fue colonia francesa y obtuvo su independencia en 1960. Sin embargo, el fútbol de ese país africano sigue colonizado, ya que 21 de los 23 integrantes del plantel que disputa el torneo organizado por la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado) juegan en equipos de Francia.

En cambio, la selección francesa cuenta con un jugador naturalizado de origen senegalés, el mediocampista Patrick Vieira.

El continente africano, pese a su pobreza y subdesarrollo, alteró la geografía futbolística en la década pasada, con el sorprendente desempeño de Camerún y Nigeria en los juegos olímpicos y en los campeonatos mundiales, a los cuales este año se le sumaron Senegal y Africa del Sur.

Africa pasó a amenazar así la hegemonía bipolarizada de Europa y América del Sur, las dos regiones que han logrado en partes iguales las 16 copas mundiales disputadas hasta hoy.

Pero el fútbol se populariza rápidamente también en países donde se consideraba difícil ganar terreno dominado por otros deportes, como el béisbol en Estados Unidos o en Japón. Es decir, que la pasión futbolera avanza tanto en las regiones más pobres como en las más ricas, aunque los mejores talentos surgen en las primeras.

¿Cómo se explica esa expansión y la pasión masiva, superando otros juegos igualmente lúdicos?

La atracción empieza por la pelota, con su ”forma geométrica perfecta”, según el libro ”De los pies a la cabeza”, escrito por Mauricio Murad, coordinador del Nucleo de Sociología del Fútbol de la Universidad Estadual de Río de Janeiro.

Sin embargo, su calidad específica, ya que la pelota está presente en otros deportes colectivos, es responder de la forma más amplia y radical al valor democrático y universal de la igualdad de oportunidades, sostiene Murad.

El fútbol ”no es propiedad privada de nadie, de ningún biotipo, de ninguna raza, clase social y, sabemos hoy, de ningún género, hombre o mujer”, explicó el sociólogo.

Murad puso como ejemplo de su tesis el éxito del ”bajito” Romario, de Brasil, del ”gordo” Diego Maradona, de Argentina, y de otros futbolistas geniales que no tenían físico de atleta.

Las reglas sencillas, la facilidad de practicarlo, sin necesidad de equipos como exigen el béisbol o el básquetbol, son otros factores democráticos y seductores, señala, por su parte, el geógrafo Gilmar Mascarenhas, también profesor de la Universidad Estadual de Río de Janeiro.

Mascarenhas explicó que la expansión inicial del fútbol se debió al imperialismo británico, creador del nuevo deporte y que lo utilizó para difundir una ”cultura obrera”, disciplinando trabajadores para el trabajo en equipo, cumpliendo órdenes y horarios, con especialización de tareas.

Pero ahora, convertido en un gran negocio como el espectáculo de mayor audiencia de televisión en el mundo, son los propios países que resistieron la influencia británica los que tratan de desarrollar su mercado futbolístico.

Los jugadores brasileños Pelé y Zico cumplieron un importante papel en la difusión de ese deporte, el primero en los años 70 en Estados Unidos y el segundo a fines de la década del 80 en Japón.

Los países ricos tienden a dominar el mercado globalizado del fútbol, atrayendo los mejores jugadores del mundo. El centro de ese negocio, por ahora y aparentemente por largo tiempo, es Europa, más precisamente Inglaterra, Italia, España, Alemania y Francia.

Pero esa ventaja económica no se manifiesta en las canchas y menos en la producción de futbolistas talentosos, como ocurre en casi todos los demás deportes y se refleja en especial en los juegos olímpicos, donde los países ricos acaparan la mayoría de las medallas.

El fútbol, como recreo prácticamente sin costos y posible de jugar en cualquier espacio disponible, incluso en las calles, es una diversión de los niños pobres. Los países tropicales tienen ventajas por las temperadas más cálidas que permiten su práctica todo el año.

La transformación del jugador destacado en un profesional bien pagado diseminó escuelas de fútbol por todo el mundo, frecuentado incluso por niños de las capas medias y hasta altas.

Esas escuelas tienden a ampliar la presencia de niños futbolistas procedentes de hogares con mayor poder adquisitivo, ya que el talento no es privilegio de ninguna clase social.

Sin embargo, el fútbol servirá por mucho tiempo como vía de ascenso social de los más pobres.

Lograr transformarse en un jugador profesional bien remunerado en el fútbol exige voluntad, esfuerzo físico y renuncia a placeres juveniles que poco afectan a los pobres, pero sí a los que tuvieron una infancia cómoda y disponen de otras alternativas de vida. (FIN/IPS/mo/dm/cr/02

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