ESTADOS UNIDOS: Unilateralismo, gol en contra de la derecha

La hegemonía mundial de Estados Unidos se erosionará si el gobierno de George W. Bush mantiene sus instintos unilateralistas y militaristas, advirtieron expertos en relaciones internacionales de este país.

Los únicos analistas que no coinciden con esta postura son los pertenecientes a la derecha cristiana y los simpatizantes del partido conservador israelí Likud.

Está muy lejano el tiempo en que potencias de menor porte podían unirse en coaliciones para desafiar con seriedad el poder militar estadounidense. Pero la capacidad de Washington de imponer su voluntad al resto del mundo disminuye, al parecer, con rapidez.

El poder de Estados Unidos se ve aun más limitado por su negativa a aceptar los consejos de países aliados, más inclinados al multilateralismo.

”El éxito de la primacía estadounidense no depende sólo de nuestra fortaleza económica y militar, sino también del suave poder de nuestra cultura y de nuestros valores”, dijo el decano de la Escuela Kennedy de Gobierno de la estadounidense Universidad de Harvard, Joseph Nye.

También contribuye con el poder de Washington la implementación de ”políticas que hacen a los otros (países) sentir que han sido consultados y que sus intereses han sido tomados en cuenta”, afirmó Nye, uno de los principales críticos de las posturas unilaterales de Bush.

”El gobierno debe cuidarse de no denigrar a alianzas e instituciones que podrían ser útiles en el futuro”, advirtió, por su parte, el editor jefe de la revista International Security, Steven Miller.

La tendencia de Washington al unilateralismo ya era evidente en la presidencia de Bill Clinton (1993-2001), del Partido Demócrata, en parte debido a presiones del Congreso legislativo controlado por la derecha del Partido Republicano, al que pertenece Bush.

Pero el ritmo se aceleró desde el inicio del actual gobierno hace 18 meses, en particular cuando Bush lanzó su ”guerra contra el terrorismo”, luego de los atentados cometidos en Nueva York y Washington el 11 de septiembre.

Ya a comienzos del año pasado, su gobierno rechazó el Protocolo de Kyoto, acuerdo internacional para reducir las emisiones de gases invernadero, a las que la mayoría de los científicos atribuyen el efecto invernadero.

Y desde el 11 de septiembre, Estados Unidos se retiró del Tratado sobre Misiles Antibalísticos, lanzó un sistema de defensa nacional con misiles y socavó otras negociaciones internacionales de desarme.

Luego, reiteró su determinación a derrocar al presidente iraquí Saddam Hussein por todos los medios necesarios, violó compromisos internacionales anteriores al identificar a cinco países sin armas nucleares como posible blanco de un ataque nuclear y aprobó una doctrina estratégica de prevención contra acciones de países enemigos.

Además, retiró la firma de Estados Unidos del Estatuto de Roma, que crea una Corte Penal Internacional para procesar casos de genocidio y crímenes de guerra.

Ahora, amenaza con retirar todos los efectivos estadounidenses de las fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en caso de que el Consejo de Seguridad no los deje fuera de la jurisdicción del tribunal.

”La política internacional del gobierno favorece, en particular, el ejercicio unilateral del poder. Parece que opera bajo la premisa de que el resto del mundo no tiene otra opción. Hemos creado una serie de reglas, y una de esas reglas es que las reglas sólo rigen para los demás”, observó Miller.

Esto está implícito en la actitud del gobierno de Bush hacia el Protocolo de Kyoto y la Corte Penal Internacional, y también en la actitud hacia regímenes internacionales de control de armas que podrían limitar la propia libertad de acción de Washington.

”Estados Unidos tiene, e intenta mantener, una fuerza militar que soporte cualquier desafío, inutilizando cualquier carrera armamentista desestabilizadora”, dijo Bush en una poco difundida conferencia en la Academia Militar de West Point.

Esta especie de gimnasia imperial causa satisfacción entre los predicadores de la hegemonía estadounidense, como el columnista neoconservador Charles Krauthammer, allegado a la dirección civil de línea dura del Departamento (ministerio) de Defensa (Pentágono).

”La gente está sacando del armario la palabra imperio. Ningún país ha sido tan dominante en lo cultural, en lo económico, en lo tecnológico y en lo militar en la historia del mundo desde el Imperio Romano”, dijo Krauthammer en abril.

La mayoría de los historiadores de la política internacional están de acuerdo con esta valoración. El profesor de la estadounidense Universidad de Yale Paul Kennedy, máximo exponente hace 15 años de la tesis de la ”decadencia” del poder de este país, admite ahora que Washington logró una notable recuperación.

El producto interno bruto de Estados Unidos representa 31 por ciento del mundial, cuando era casi 10 por ciento a mediados de los años 80. Cuarenta y seis por ciento del tráfico por la red informática mundial Internet se origina en este país.

Casi dos tercios de los ganadores del premio Nobel en ciencias puras y en economía en las últimas décadas han sido estadounidenses.

El presupuesto de defensa estadounidense del año próximo, de casi 400 trillones de dólares, representará 45 por ciento de los gastos militares mundiales, y equivaldrá a la suma de China, Rusia y todos sus 18 aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

”He estudiado la historia mundial y nunca he visto nada como esto”, dijo Kennedy, quien observó que el costo de una fuerza aerotransportada de la marina de guerra estadounidense —de las que hay siete desplegadas en todo el mundo— equivale a dos tercios del presupuesto militar anual de Italia.

Por otra parte, los gastos militares constituyen apenas tres por ciento del producto interno bruto estadounidense, la mitad de la proporción durante la guerra fria.

De todos modos, Kennedy mantiene cierto escepticismo sobre el poder actual de Estados Unidos. Los principales desafíos de los próximos años derivarán de cambios demográficos masivos y de la creciente brecha entre los países ricos y los pobres, sostuvo el historiador.

”¿Ayuda a resolver esos problemas poseer 14 de los más poderosos sistemas de carga aerotransportados? Creo que uno debería ser un conservador realmente estúpido para pensar que la brecha de riqueza no hará al mundo terriblemente inseguro para nuestros hijos”, sostuvo Kennedy.

Algunos expertos argumentan que ya se ha comprobado la falta de fundamento de los axiomas económicos en que se basan la política unilateral y los grandes gastos de defensa.

Entre otros hechos que ponen en cuestión estos axiomas figuran la caída sostenida de las acciones tecnológicas estadounidenses, el colapso de empresas como Enron y WorldCom y la aguda depreciación del dólar.

Por otra parte, existen evidencias de que gran parte del capital extranjero que mantuvo la economía estadounidense al galope en los años 90 está buscando la salida.

Un laboratorio japonés desarrolló una computadora 20 veces más poderosa que la más rápida de Estados Unidos. ”La máquina japonesa está construida para analizar el cambio climático, pero las estadounidenses sirven para la simulación de armas”, observó el profesor de la Universidad de Yale Immanuel Wallerstein.

”Este contraste repite la vieja historia de los poderes hegemónicos. El poder dominante se concentra en lo militar. El candidato a sucesor se concentra en la economía”, dijo Wallerstein. (FIN/IPS/tra-eng/jl/mj/ip/02

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