DESARROLLO: Campaña por nuevo plan para Africa

La Organización de las Naciones Unidas debe apoyar la Nueva Sociedad para el Desarrollo de Africa (NEPAD, por sus siglas en inglés), impulsada por los gobiernos del continente, en vez de insistir con su fallido plan propio para el continente, según expertos.

La Asamblea General del foro mundial, que se reunirá en septiembre, no debe extender la vigencia de la Nueva Agenda para el Desarrollo de Africa (NADAF, por sus siglas en inglés), que aprobó en 1991, sostuvo un grupo de 12 especialistas presidido por Kwesi Botchwey, ex ministro de Finanzas de Ghana.

La NADAF fracasó debido a insuficiente apoyo de la comunidad internacional y a la proliferación de conflictos en el continente africano durante la última década, afirmó.

En cuanto a la NEPAD, apoyada por los 53 estados africanos, Canadá y Gran Bretaña, promete más democracia y mejor gestión gubernamental en el continente, a cambio de más inversión privada extranjera y asistencia oficial al desarrollo para crear infraestructura, y de apertura de mercados del mundo industrializado.

Los críticos de esa iniciativa incluyen a organizaciones nio gubernamentales africanas que acusan a los gobiernos de no plantear alternativas a las políticas ortodoxas de libre mercado, y de excluir a la sociedad civil de la elaboración y la implementación prevista de la NEPAD.

Africa avanzó mucho en materia democrática, pero su desarrollo económico es frenado por la gran caída de la asistencia internacional, el proteccionismo de países industrializados, la devastación causada por conflictos y la mala gestión de gobierno, dijo Botchwey el martes a periodistas.

De todos modos, el despotismo y la corrupción fueron causa en varios países de mal desempeño económico, señaló en su informe el grupo presidido por el ghanés, director de investigaciones africanas del Centro de Desarrollo Internacional de la estadounidense Universidad de Harvard.

El objetivo de la NADAF fue lograr que el producto interno bruto (PIB) africano creciera por lo menos seis por ciento anual de 1991 a 2001, recordó.

La Asamblea General previó que alcanzar esa meta exigiría que la asistencia oficial neta al desarrollo fuera en 1992 por lo menos 30.000 millones de dólares, y aumentara luego cuatro por ciento cada año, en términos reales, apuntó.

Pero la asistencia oficial al desarrollo africano cayó de 28.600 millones de dólares en 1990 a 16.400 millones en 2000, o sea 43 por ciento, y el PIB continental creció en promedio cerca de tres por ciento anual en el periodo, indicó.

Sólo Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Noruega y Suecia alcanzaron la meta de brindar asistencia al desarrollo de las naciones más pobres equivalente a 0,7 por ciento de su PIB, fijada por la Asamblea General, destacó el mes pasado en un informe la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que reúne a países industrializados.

Los mecanismos de alivio de la deuda externa aprobados durante la última década por organismos internacionales dieron insuficiente resultado en el continente africano, pese a que 33 naciones de Africa fueron incluidas en la iniciativa para Países Pobres Fuertemente Endeudados, apuntó.

”Muchos países acreedores han admitido de modo tácito la insuficiencia de esa iniciativa, al aprobar medidas adicionales de reducción o cancelación de deudas”, explicó.

Las tendencias del comercio internacional también perjudicaron a Africa en la última década, indicó Botchwey.

Los países africanos aumentaron sus oportunidades comerciales con un ritmo mucho menor que el prometido, y no se beneficiaron con el considerable aumento del comercio mundial de bienes industriales, porque persistió su histórica dependencia de la exportación de pocos productos básicos.

Las exportaciones africanas de petróleo son 54,7 por ciento del total, las de otros productos básicos 26,6 por ciento, y las industriales 18,4 por ciento, subrayó el grupo de expertos en su informe del martes.

Programas de ajuste fiscal y apuestas a la economía de mercado, mediante liberalización comercial, privatización y otras medidas, mejoraron la situación de muchos países en términos macroeconómicos, pero ”ante todo, tuvieron grave efecto social, y no lograron impulsar el crecimiento del PIB”, comentó.

Muy pocos países del continente lograron su objetivo declarado de atraer inversión extranjera que acelerara el aumento del PIB y del empleo, enfatizó. (FIN/IPS/tra-eng/td/aa/mp/dv/02

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