La segunda Cumbre Mundial de la Alimentación finalizó este jueves con una declaración poco comprometida, que posiblemente conduzca a una tercera reunión sin haberse cumplido las metas fijadas en la primera, hace seis años.
¿Volverán a discutirse objetivos no alcanzados?, se preguntan muchos de los participantes que comparten un sentido de ya visto, mientras los delegados repiten palabras ya escuchadas e instan a crear un nuevo espíritu para aplicar medidas contra el hambre.
La conferencia organizada por la FAO en su sede de Roma terminó con una renovación del compromiso de luchar contra el hambre, pero no especificó de qué manera se haría.
En 1996, la primera Cumbre de la Alimentación se propuso, para el 2015, reducir a la mitad el número de personas desnutridas, unos 800 millones.
Sin que los países del mundo hayan logrado avances significativos, la presente cumbre concluye con una declaración carente de fuerza y poco comprometida.
El único tema en común a la mayoría de los comentarios sobre la reunión, celebrada desde el lunes en la sede la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), es que llegó el momento de actuar, y que el tiempo se agota.
Pero un delegado a este tipo de conferencias internacionales desde hace 30 años dijo que las palabras escuchadas en Roma le recuerdan al Congreso Mundial de la Alimentación realizado en 1974 después de una hambruna en Bangladesh, cuando los participantes decidieron abolir el hambre en un plazo de 10 años.
Una década después de esa conferencia, una gran escasez de alimentos se instaló en Etiopía, en uno de los peores desastres de la historia moderna.
En noviembre de 1996, la primera cumbre fijó un plazo de 20 años para reducir a la mitad los 800 millones de desnutridos del mundo. El presidente cubano Fidel Castro, estrella de esa conferencia, consideró cruel y vergonzoso ignorar a la otra mitad hambrienta.
El objetivo (de reducir el número de personas con hambre) no se cumplirá. Habrá algunas mejoras aquí y allá, y pero también diversos fracasos, dijo un participante.
El número de desnutridos disminuye a un ritmo de seis millones por año, básicamente en China y algunos otros países.
Pero para alcanzar la meta de 2015, es necesario que 22 millones de personas salgan anualmente de la desnutrición.
Este propósito, criticaron muchos participantes, busca reducir el hambre sin imponer un precio obligatorio para los países ricos y las naciones en desarrollo.
Ese precio fue fijado por la FAO en su Programa contra el Hambre, anunciado a comienzos de este mes, en una inversión pública adicional de 24.000 millones de dólares anuales.
Según la FAO, la asistencia oficial al desarrollo para la agricultura y el desarrollo rural, que cayó 30 por ciento en la década de los 90, debe ser duplicada, a partir de casi 8.000 millones de dólares entregados en 1999.
Además, es necesario que los países en desarrollo aumenten su presupuesto anual para la agricultura en un promedio de 20 por ciento.
Tal inversión pública daría beneficios de 120.000 millones de dólares al año, al asegurar vidas más largas y saludables, afirma la FAO.
¿Qué se necesita para traducir las palabras en acciones? Muchos se preguntan si, en caso de que la voluntad política renovada de una alianza internacional se abra paso, será necesaria otra crisis alimentaria para motivar una acción decidida.
Una fuerte participación de las organizaciones no gubernamentales en los temas de la alimentación tuvo lugar después del Congreso Mundial de la Alimentación, después que el hambre golpeara a Bangladesh en los años 70.
El éxito del proyecto Live Aid, que involucró a celebridades, se produjo después de la hambruna que afectó a Etiopía en 1984.
Ahora, la FAO advierte sobre la escasez de alimentos que amenaza a 16 millones de personas en Africa meridional, pero ninguna acción concreta se ha previsto para hacer frente a esta amenaza, aunque se haya detectado mediante complejos sistemas de alarma.
Los esfuerzos para salvar a quienes mueren de hambre podrían llegar demasiado tarde si se toman medidas después que aparezcan en las pantallas de televisión las imágenes de los moribundos.
Las cosas no están mejorando, sino empeorando, en muchas partes de Africa, dijo el secretario ejecutivo de la Comisión Económica de Estados de Africa Occidental, Muhamed Chambas.
No obstante, Chambas dijo confiar en la nueva alianza contra el hambre anunciada en esta cumbre. Sobre todo, tiene esperanzas en la participación de la sociedad civil en la causa.
Los nuevos actores podrían jugar un papel clave al presionar a los gobiernos para que den pasos concretos. Aún existe la posibilidad, afirmó Chambas, de que la próxima Cumbre Mundial de la Alimentación no se enfrente a un objetivo fallido.
Para salir del hambre, los desnutridos del mundo cuentan con la voluntad política de la nueva alianza internacional, enfrentada a excusas ya agotadas, y al papel de nuevos actores de la sociedad civil. (FIN/IPS/tra-en/dv ip/ht/ss/lp/mlm/02
