ALIMENTACION-NICARAGUA: Ayuda alimentaria transgénica

Alimentos donados para paliar el hambre en Nicaragua contienen transgénicos, advirtieron ambientalistas que reclamaron la suspensión de la ayuda alimentaria con productos genéticamente modificados.

Los alimentos y granos fueron enviados para aliviar la severa desnutrición causada por una sequía que liquidó las cosechas de América Central, donde 700.000 personas padecen hambre y al menos 6.000 niños corren riesgo de morir de inanición, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Análisis efectuados a muestras de harina de maíz y de soja y a semillas de maíz entregadas a Nicaragua por el PMA detectaron la presencia de transgénicos, según los no gubernamentales Centro Humboldt y Centro de Servicios de Información y Consultas de Salud, de Managua.

Los transgénicos son variedades vegetales o animales de laboratorio, obtenidas mediante la introducción de genes de otras especies en el material genético original, con el fin de mejorar sus características.

Pero sus efectos sobre la salud humana y el ambiente aún no están claros para la ciencia.

La harina fue donada por la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacinal (Usaid) y las semillas de maíz proceden de Alemania, según las organizaciones ambientalistas nicaragüenses.

El resultado de los análisis efectuados por el Centro Humboldt fue confirmado por el laboratorio Genetic ID, de Estados Unidos, señalaron los activistas que se reunieron esta semana en Washington con legisladores estadounidenses.

Los ambientalistas están preocupados por las potenciales reacciones alérgicas del consumo de harina transgénica, un fenómeno similar al provocado por alimentos con transgénicos en Estados Unidos, dijo a IPS Ana Quiroz, del Centro de Servicios e Información de Salud.

Ni el PMA ni Usaid desmintieron la información. Una fuente de Usaid que no quiso dar su nombre sostuvo a IPS que la agencia no puede asegurar que los alimentos no se cultivaron de semillas modificadas, pues en los molinos de Estados Unidos no se separan los granos tradicionales de los transgénicos.

”El gobierno de Nicaragua es consciente de esto. No es algo que estemos ocultando”, agregó.

La embajada nicaragüense en Estados Unidos no quiso comentar el hecho.

Estados Unidos donó casi la mitad de los alimentos entregados por el programa de la ONU, dijo a IPS una fuente del PMA que solicitó reserva de identidad. ”No separamos los alimentos que distribuimos por país de origen o destino. Las donaciones proceden de muchos países diferentes”, explicó.

”El PMA y Usaid deberían ser más cuidadosos y controlar que los alimentos que distribuyen no contengan transgénicos”, dijo Quiroz.

Gran parte de la ayuda a Nicaragua se destina a la alimentación de bebés, niños, niñas y mujeres, sostuvo Víctor Campos, del Centro Humboldt, una organización afiliada a Amigos de la Tierra Internacional.

”Es inaceptable que los niños de Nicaragua coman transgénicos, cuando varias compañías de alimentación para infantes en Estados Unidos y Europa evitan cuidadosamente incluir tales organismos en sus productos”, aseveró Campos.

”Nuestra muy vulnerable situación ha sido utilizada para enviarnos productos que no consumen niños y niñas de países desarrollados”, añadió Campos.

No todas las fabricantes de alimentos infantiles en Estados Unidos y Europa están libres de transgénicos. Las empresas Gerber, propiedad de la compañía suiza Novartis, y Heinz, anunciaron en 1999 que no aceptarían transgénicos para fabricar sus alimentos infantiles, en respuesta a un litigio de consumidores.

La decisión fue seguida por varias empresas, como Mead Johnson Nutritionals, fabricante del alimento Enfamil.

”El maíz genéticamente modificado puede mezclarse por polinización cruzada con variedades locales tradicionales y podríamos empezar a perder esas variedades”, dijo Quiroz.

La preocupación por la contaminación genética del maíz en Nicaragua se produce poco después de una polémica sobre la presunta contaminación de variedades tradicionales mexicanas.

En noviembre de 2001, un estudio científico publicado en la revista británica Nature sostuvo que DNA (ácido desoxirribonucleico) modificado en laboratorio se había introducido en el maíz nativo de México.

El estudio, cuestionado este año por una revisión científica también publicada en Nature, alarmó a los ambientalistas, pues las pruebas examinadas fueron recogidas en una región mexicana que es considerada el centro mundial de la diversidad de maíz.

Los autores del primer estudio, el microbiólogo Ignacio Chapela, de la Universidad de California, y su asistente David Quist, reconocieron fallas técnicas de sus pruebas, pero reiteraron confianza en sus hallazgos.

Aunque el origen de la presunta contaminación es desconocida, los ambientalistas creen que se debe a las importaciones de maíz de Estados Unidos, donde casi 40 por ciento de ese cultivo es transgénico. (FIN/IPS/tra-eng/dk/dcl/dv/en/02

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