La declaración final de la Cumbre Mundial de la Alimentación que se celebra desde el lunes en Roma promueve el desarrollo de la biotecnología como estrategia para combatir el hambre, e ignora en cambio el valor de la agricultura orgánica.
Nos comprometemos a estudiar, compartir y facilitar el uso responsable de la biotecnología para hacer frente a las necesidades del desarrollo, afirma la declaración final de la cumbre que concluirá este jueves en Roma, sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La conferencia está dedicada a revisar logros y fracasos de la meta que procura reducir a la mitad la población con hambre para 2015, y que la FAO estima en 800 millones de personas.
La declaración fue aprobada el domingo, tras arduas negociaciones para acercar los intereses contrapuestos de Estados Unidos y las delegaciones de gobiernos de países en desarrollo.
La introducción de nuevas tecnologías, incluyendo la biotecnología, debe lograrse de modo seguro y adaptado a las condiciones locales para ayudar a mejorar la productividad agrícola en los países en desarrollo, agrega el documento.
La biotecnología no fue mencionada en la declaración final de la primera Cumbre Mundial de la Alimentación, de 1996.
Cientos de organizaciones no gubernamentales participantes en un foro paralelo manifestaron su rechazo a que los organismos genéticamente modificados (OGM) sean aceptados como productos de consumo, y se ignore el valor de los alimentos cultivados sin fertilizantes ni plaguicidas químicos.
Los OGM o transgénicos son organismos logrados en laboratorio mediante la introducción de genes de otras especies en el material genético original de una variedad vegetal o animal, con el propósito de mejorar sus características.
Aún no hay conclusiones científicas sobre el efecto de los transgénicos en la salud y el ambiente.
La eliminación de la agricultura orgánica y el respaldo explícit a la biotecnología sorprendió a muchos activistas.
Es incomprensible. Revela la influencia de naciones como Estados Unidos, que representan los intereses de las multinacionales involucradas en la biotecnología, dijo a IPS el presidente del Foro de Organizaciones No Gubernamentales, Sergio Marelli.
El foro replicará a la cumbre con una firme proclama que divulgará este jueves, último día de sesiones, indicó el activista.
El gobierno de Estados Unidos no ocultó su respaldo a la biotecnología, a la que consiera una herramienta para potenciar la productividad de las cada vez más escasas tierras agrícolas.
La Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (Usaid), puso en marcha la Iniciativa de Agricultura Biotecnológica Cooperativa, un proyecto de 10 años para investigar variedades vegetales apropiadas a los países en desarrollo, con un costo de 100 millones de dólares.
Efecutó el anunci la secretaria (ministra) de Agricultura de Estados Unidos, Ann Veneman, quien también divulgó la celebración de una conferencia ministerial destinada a analizar las necesidades de las naciones en desarrollo en materia de nuevas tecnologías alimentarias y agrícolas.
Los defensores de las técnicas genéticas aseguran que éstas pueden proporcionar mayor rendimiento agrícola en menor superficie, utilizando menos químicos y por tanto, respetando el ambiente.
Estados Unidos participa en el desarrollo de nuevas variedades de mandioca, porotos, boniatos con capacidad mejorada para absorber los micronutrientes del suelo y de maíz con alto contenido de proteínas.
Los detractores de los transgénicos afirman que los intereses privados controlan el negocio de la biotecnología, a lo cual Washington replica que aumentará los fondos públicos para la investigación.
Si se hubiera adoptado la propuesta estadounidense, el compromiso de la cumbre con la biotecnología habría sido aún mayor, dijo el ministro de Agricultura de Italia, Gianni Alemanno.
Su cartera prohibió los cultivos transgénicos y sostiene una política de tolerancia cero ante la contaminación accidental de semillas tradicionales con variedades transgénicas.
Aunque los ecologistas se hacen oír en sus posturas contra los transgénicos, su acción constituye más un gesto de protesta que una alternativa viable a las nuevas tecnologías para la producción de alimentos en el mundo en desarrollo, señalan algunos analistas.
No obstante, el presidente del Foro de ONG aseguró que la agricultura orgánica puede hacer mucho más para aliviar el hambre si contara con iguales recursos para la investigación ahora destinados a la biotecnología.
Además de Argentina y China, que aceptan el cultivo de variedades transgénicas, otros gobiernos no ven nada malo en los OGM, como Bangladesh, Egipto, Filipinas, Kenia, India, Mali, Mozambique, Nigeria, Uganda y Zambia.
Destacados agrónomos de China, India y Kenia compartieron un panel con el estadounidense Norman Borlaug, premio Nobel de la Paz 1970 y padre de la revoilución verde, para pronunciarse a favor de la biotecnología, en un acto organizado por Estados Unidos, en una Roma cubierta de panfletos contra los OGM.
La FAO, anfitriona de la cumbre, evalúa con cauto optimismo tanto la biotecnología como la agricultura orgánica.
Un documento de la agencia asevera que el uso apropiado de la biotecnología ofrece un potencial considerable para mejorar la seguridad alimentaria, y cita el cultivo de tejidos y los marcadores moleculares como adelantos en la investigación de variedades vegetales resistentes a la sequía y la sal.
Pero, puntualiza la FAO, dados los riesgos potenciales de los organismos genéticamente modificados para la salud humana y el ambiente, su introducción debe efectuarse con precaución.
La agencia también advierte el potencial inexplorado de la agricultura orgánica para el Sur en desarrollo.
El crecimiento de los cultivos orgánicos puede incrementar los ingresos de los exportadores de esas naciones, aunque hay mucho por resolver en materia de certificaciones y normas sanitarias, concluyó la FAO. (FIN/IPS/tra-en/ht/sm/lp/dcl/dv/en/02
