Una seria fractura se evidencia en las Fuerzas Armadas de Venezuela, que tuvieron una ambigua actuación ante el frustrado golpe de Estado contra el gobierno de Hugo Chávez.
Sesenta generales y almirantes están sin cargo asignado, informaron este lunes las autoridades, mientras continúan las investigaciones para determinar responsabilidades en los hechos ocurridos en las 48 horas de alejamiento de Chávez del poder, entre el 12 y 14 de abril.
La comisión investigadora parlamentaria por la que han desfilado los principales funcionarios del país recibió versiones contradictorias sobre lo que sucedió el mes pasado.
Chávez no cuenta con un partido político unido. Su Movimiento V República sufrió deserciones en el parlamento. Por otra parte, hasta pocos días antes del golpe de Estado, el mandatario se jactaba de contar con el apoyo monolítico de las Fuerzas Armadas.
El fallido golpe de Estado fue realizado por el alto mando militar que había sido designado por Chávez. Tras su regreso al poder, el presidente designó una nueva cúpula, pero el clima en los cuarteles sigue siendo difícil.
Chávez puso el 7 de este mes a un coronel, Pedro Luis Rondón, al frente de una de las principales guarniciones del país, la de Valencia, cargo tradicionalmente ejercido por generales.
Rondón sustituyó al general Guillermo Rangel López, uno de los 60 que quedaron sin destino.
Un número considerable de oficiales generales y almirantes tienen que ser sometidos a exhaustivas investigaciones para determinar sus responsabilidades en el golpe de Estado contra Chávez, sostuvo el general Raúl Baduell, figura clave en el retorno del mandatario al poder.
Baduell, al mando de la principal división del ejército, se negó a reconocer al empresario Pedro Carmona como presidente interino, como sí lo hizo el alto mando militar tras asegurar que Chávez había renunciado.
La sustitución de oficiales sospechosos de haber participado en el golpe de Estado por responsables interinos rompe la línea de mando y podría desencadenar nuevas crisis en filas castrenses, advierten analistas.
Por otra parte, Chávez defendió este domingo al ministro de Defensa, general Lucas Rincón, quien sigue siendo objeto de sospechas porque fue el encargado de aseverar en cadena nacional de radio y televisión que el presidente había renunciado.
Chávez aseguró que Rincón lo hizo para evitar un derramamiento de sangre. Por su parte, cuando fue interpelado en el parlamento, Rincón dijo que se fue a dormir en la madrugada en que Carmona asumió la presidencia.
Rincón quizás haya sido designado ministro de Defensa, luego del golpe de Estado, para despejar el terreno de generales, almirantes y altos oficiales díscolos, incómodos e independientes, sostuvo el analista Armando Durán.
Este nombramiento, sin embargo, no ha ayudado a despejar fuera de los cuarteles las dudas sobre la crisis militar, que, según algunos, podría derivar en una guerra civil entre facciones uniformadas, opción a la que Durán resta viabilidad.
Con la detención de Chávez y su restitución en el poder, 48 horas después, las Fuerzas Armadas no dispararon ni un solo tiro ni para derrocar a Chávez ni para apoyarlo, sostuvo Durán, quien apuntó otros peligros de la fractura militar.
Por otra parte, el protagonismo político de los uniformados en el gobierno de Chávez no ha tenido precedentes desde 1958, cuando cayó la última dictadura militar, encabezada por el general Marcos Pérez Jiménez.
Durante cuatro décadas, Venezuela exhibió una constante subordinación militar a las autoridades civiles, en un modelo exhibido con orgullo en distintos foros internacionales, especialmente en los años 70, cuando las dictaduras prevalecían en el Cono Sur de América.
El presidente Chávez anunció, al comenzar su gobierno en 1999, una estrecha colaboración entre civiles y militares. Así, designó a militares en actividad o retirados en cargos de gobierno tradicionalmente ocupados por civiles, y además puso en manos de las Fuerzas Armadas buena parte de los planes sociales oficiales.
Chávez es un teniente coronel retirado que en 1992 encabezó una fallida rebelión de mandos medios militares contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez.
Sin embargo, la conexión de Chávez con el mundo castrense no le sirvió para abortar el golpe de Estado en su contra.
Esta contradicción no será fácil de superar para el mandatario Chávez, quien este domingo se consideró ingenuo ante la crisis de abril y ante las traiciones de sus camaradas. (FIN/IPS/ac/mj/ip/02